Vaya
nivelazo el de Foro Asturias, que ha emprendido una cruzada contra la trama que, según acusan, ha urdido el Alcalde para acabar con la Concejala Belén Arganza tras el conocido incidente de estos días. Me parece perfecto que Foro pida
explicaciones sobre la actuación de la Policía Local y las presuntas
filtraciones del desagradable episodio en el que la Sra. Arganza se ha visto
envuelta; en su derecho a obtenerlas están. Pero elevarlo a la altura del Watergate es como poco chocante y la
versión conspiranoica de las cosas –que cada vez se extiende a más materias,
desde las más serias a las casi triviales- tiene poco de verosímil y bastante
de desvergüenza.
No creo que
la Sra. Arganza ni el propio Grupo Municipal de Foro (o lo que queda de él)
sean tan peligrosos para las aspiraciones del PP de conservar la Alcaldía; no
hay más que ver el decepcionante estilo de oposición que han desplegado en este
mandato, entre desorientado y crispado, y desde luego con un mensaje imposible
de identificar por una ciudadanía sorprendida. Pero a cuenta del espectáculo,
la verdad es que aquellos a los que nos interesa la vida política municipal no
salimos de nuestro asombro, por la mezcla de ridículo, estridencia y
agresividad que jalona la defensa política de la Sra. Arganza: cutrez en estado
puro.
Si la parte
cómica tiene poca gracia, la trágica resultante directamente indignante.
Convertir en víctima a quien, según las declaraciones del injuriado, tiene el
gatillo fácil para el insulto racista y el abuso de poder, es bastante
impresentable. La desinhibición que provoca ir con dos copas de más y hacer
alguna tontería puede ser un atenuante y serán pocos los que estén libres de
haber caído en alguna mezquindad de ese tipo. Pero, al menos a posteriori, una
excusa pública (no digo ya la dimisión) es lo mínimo que se puede pedir, para,
por lo menos, no provocar que los representados nos sintamos avergonzados de
comportamientos de representantes públicos que, además de meter la pata,
parecen derrochar absurda arrogancia por ello.
Por cierto,
llamar “sudaca” como parece que hizo la Concejala, está demodé; no olvidemos que los que emigramos somos ahora los
trabajadores españoles, muchos de ellos a Sudamérica, continente en franco
progreso social, político, económico y cultural mientras Europa languidece. Por
cierto que, replicando la odiosa y estúpida superioridad de quien se alegra de
la dificultad ajena, o la desconfianza hacia el recién llegado, los
equivalentes a la Sra. Arganza al otro lado del charco comienzan a popularizar
el calificativo de “euracas”. Espero que la epidemia no cunda.
Y, que una
concejala de la oposición amenace con la deportación a un extranjero, además de
una soberana tontería para quienes algo sabemos de Derecho de Extranjería y una
exhibición de maldad a ojos de cualquiera, es brutalmente grotesco; tanto que,
salvo públicas excusas o desmentido, le inhabilita políticamente. Por suerte,
si el sufrido vecino estaba un poco informado, poco le habrá importado escuchar
a la Sra. Arganza, como en el chiste de Chiquito de la Calzada, decir aquello
de “usted se calla que usted no sabe quién soy yo”. Parafraseando a Chiquito
-que debería teorizar sobre este affaire-
¿no sabe la Sra. Arganza que un concejal de Cuenca es un mojón?
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