Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

7.10.07

EL NUDO DE LA VEGA

Se lleva hablando durante años del traslado de la Fábrica de Armas de La Vega, un perpetuo Guadiana en la actualidad local. En una facilona rima consonante podríamos decir que desde años ha habido conversaciones, ensoñaciones, negociaciones, conspiraciones y fabulaciones sobre el destino de la decana de las fábricas asturianas y los usos que se podrían atribuir a la parcela que ésta dejase libre. Hasta ahora sin embargo, todos los sondeos realizados se han quedado en eso, meras prospecciones; y las iniciativas más o menos serias que hayan podido plantearse –maquetas secretas incluidas, dicen algunos atrevidos- han encallado antes de llegar a puerto. Quizá sean demasiados intereses en juego, y demasiados agentes con capacidad de intervención. Por un lado tenemos al Estado, propietario de los terrenos a través del Ministerio de Defensa; por otro lado está la multinacional armamentística General Dynamics, adjudicataria de la privatización de Santa Bárbara; el Ayuntamiento y el Principado tienen en sus manos las competencias urbanísticas precisas para la recalificación de usos urbanísticos; y, no debemos olvidar que en esa Fábrica trabajan 312 personas, que es un número nada desdeñable, y que constituyen una plantilla fuertemente sindicalizada y dispuesta a defender sus puestos de trabajo. Son muchos cocineros para un solo guiso, por eso tendrán que hilar muy fino para encontrar puntos de encuentro que satisfagan, al menos parcialmente, los intereses de todos.
Pese a las dificultades descritas, esta vez parece que la cosa va en serio y el nudo gordiano puede aflojarse. En las últimas semanas se han sumado los pronunciamientos favorables al traslado por parte de las administraciones, con mayor o menor énfasis pero en la misma dirección. Las secciones sindicales de UGT y CCOO en la Fábrica siguen siendo recelosas ante el traslado, temiendo que la propia Fábrica, sus especializaciones técnicas y, por así decirlo, su identidad industrial, queden diluidas y acaben por desaparecer subsumidas en la Fábrica de Trubia. Pero en el fondo son conscientes, y las respectivas federaciones en las que se encuadran ya lo han dejado entrever, del casi ineludible punto final de la historia: la Fábrica de La Vega más temprano que tarde se acabará trasladando y, desde el punto de vista del mantenimiento del empleo y la actividad, quizá ya no sean tan útiles algunas defensas numantinas como empezar a negociar las garantías para que la Fábrica continúe existiendo como tal, en otro emplazamiento y con un proyecto industrial propio e identificable.
Entre medias, más de un especulador –y los hay con muy buenos contactos- habrá comenzado a tomar posiciones y a segregar jugos gástricos, cuál perro de Pávlov, al presentir que el melón de la parcela de La Vega está próximo a abrirse. Si el traslado de la Fábrica se consuma, habrá que ver si las administraciones son capaces de ponerse de acuerdo y orientar el futuro de esta parcela de forma adecuada. Se trata de 120.000 m2 en un enclave con vocación de espacio público, que puede contribuir a oxigenar y mejorar la calidad urbanística de un entorno algo castigado y desfavorecido, acosado por vías saturadas de tráfico como son la Autopista A-66, la calle Adelantado de La Florida y la calle Tenderina. En esta parcela habrá que defender con uñas y dientes el respeto a elementos arquitectónicos de interés, como los chalés de la calle Tenderina, la capilla de Santa Bárbara, los vestigios que queden de lo que fue el Monasterio Benedictino de Santa María de La Vega, así como el patrimonio industrial que merezca la pena conservar o que pueda reutilizarse para usos sociales, culturales, deportivos, etc. El resto, puede ser un magnífico espacio verde en esta parte de la ciudad. En definitiva, veremos si se pierde una oportunidad histórica para los intereses públicos (como ha sucedido tantas otras veces, la última en la operación del levantamiento del Cinturón de Hierro) o esta vez, en beneficio de todos, se actúa con tino, perspicacia y amplitud de miras.
Publicado en Oviedo Diario, 6 de octubre de 2007.

5.10.07

LOS QUE SE VAN Y LOS QUE SE QUEDAN

Sobre la emigración de jóvenes asturianos a otras Comunidades Autónomas o al extranjero para encontrar empleo, se han dicho muchas cosas, y en no pocas ocasiones se ha caído en el victimismo, la exageración y la demagogia. Ni es cierto que se vayan 18.000 jóvenes titulados universitarios todos los años –no quedaría ni uno ya en Asturias-, ni trabajar más allá de la cordillera es una condena de infaustas consecuencias. Este tipo de discursos quejumbrosos tienen mucho que ver con la dinámica de gestión de crisis en la que durante años se ha movido la realidad política asturiana. Pero los tiempos han cambiado, la situación es mucho más halagüeña –pese a las persistentes dificultades-, y continuar asentados en el lamento no conduce a ningún lugar.Ahora bien, claro que la movilidad laboral de los jóvenes asturianos existe, incide en nuestro mercado de trabajo y afecta a miles de familias asturianas. Negar o minusvalorar este fenómeno es un error considerable. Todos conocemos a algún joven que se ha marchado o que está a punto de hacerlo. Muchos lo hacen porque han encontrado mejores oportunidades laborales fuera de Asturias, en un ambiente de mayor actividad económica y mejores expectativas para emprender actividades empresariales. Pero hay que tener en cuenta que para muchos de los nuevos emigrantes la experiencia no es desgarradora sino instructiva y enriquecedora. El emigrante asturiano ya no parte del Musel con apenas 20 años y poco más que la necesidad aguijoneando y una brizna de esperanza en las tierras americanas, dispuesto a sufrir un desarraigo feroz por no volver a ver su hogar y los suyos, como hace un siglo. Ahora el joven que encuentra una alternativa laboral en Madrid, Bruselas o Londres puede perfectamente mantener sus vínculos con Asturias, y no sale de casa desahuciado sino con formación –universitaria, muchas veces-, apoyo familiar y la seguridad de que salta con red. Claro que el apego de la tierra tira mucho, despierta un sentimiento de pertenencia a un colectivo, y alimenta la señaldá, que es un recuerdo plácido pero también melancólico. Ahí tenemos a miles de nuevos emigrantes haciendo gala de asturianía, revitalizando las comunidades asturianas en el exterior, aportando una visión moderna de lo que representa el proyecto migratorio, con iniciativas como las nuevas asociaciones al estilo de Asturianos en Madrid, Asturianos en Bruselas o Asturianos en EEUU.Cabe decir más; que la situación del nuevo emigrante asturiano no es especialmente dramática lo atestigua el creciente deseo de emulación que despierta la aventura migratoria en muchos de los jóvenes que se quedan. Y no sólo por las eventuales ventajas en cuanto a oportunidades laborales se refiere, sino también por el deseo de vivir nuevas experiencias, conocer otras realidades sociales, entremezclarse en las corrientes de las grandes ciudades o apreciar el dinamismo social y cultural del que quizá andamos escasos en Asturias. Puede que sea ése el verdadero problema que late detrás de este fenómeno, porque no son pocos los jóvenes que, en parte justificadamente, empiezan a creer que para hacer algo diferente o nuevo, ya sea desde el punto de vista profesional, creativo o social, es mejor tomar el camino de salida que intentarlo desde Asturias. Incluso a veces, cuando las tempestades ocasionales arrecian, los que, por el momento, hemos decidido pelear por esta tierra desde esta tierra, debemos confesar que también nos desvela ese sentimiento. Si nos dejásemos llevar –lo cuál no es necesariamente negativo-, algún día, al pasar el Huerna, tendríamos que decir aquello de "el último que se vaya, que apague la luz".
Publicado en Fusión Asturias. Octubre de 2007.