Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

20.11.08

OBAMA Y LA CLASE MEDIA


En los procesos electorales suele ser habitual la invocación, por parte de los candidatos, a la clase media como principal caladero de votos en el que pescar. Quienes aspiran a una alta responsabilidad apelan frecuentemente, en el trance de enfrentarse ante las urnas, al apoyo de una mayoría social que comúnmente se define (y se autodefine) como clase media, atribuyendo a este sector social valores de moderación, responsabilidad, un agudo sentido del pragmatismo y un fuerte apego a la seguridad, en todos los sentidos del término.
Lo cierto es que, aunque se aluda asiduamente al concepto colectivo de clase media, y a su concreción individual que sería el ciudadano medio, no es ciertamente fácil establecer las características que delimitan a este sector de la población, más allá del estándar basado en la renta de la que disponen. Si tomamos como criterio el de la consideración que los ciudadanos tienen de sí mismos en función de su situación económica, la inmensa mayoría se situará en la clase media, aunque su nivel de vida podría colocar a muchos en el estrato inferior, y a unos pocos en el superior. Esto sucede posiblemente porque en nuestras sociedades se ha revalorizado la aspiración a la estabilidad y el justo medio, como sede de la virtud, con el correspondiente menosprecio de los extremismos, tanto a nivel político como económico. Y, quizá con mayor relevancia, ha influido en la generalización del concepto de clase media el desuso en que ha caído la terminología que diferenciaba entre la clase trabajadora, como poseedora del factor de producción trabajo, y los titulares de los medios de producción. A fin de cuentas, la mayor parte de las personas que, convencionalmente, podríamos incluir en el amplio grupo de la clase media, no dejan de ser clase trabajadora, o, en algunos casos, pequeños empresarios o autónomos. La diferencia sustancial con tiempos pasados es que la elevación de las condiciones de vida de los trabajadores por sus salarios o por la redistribución asociada a los servicios públicos, debida en buena medida a las conquistas de décadas de activismo político y social, hace menos intensa la necesidad de identificarse como clase en oposición a terceros.
A la clase media a la que los responsables públicos dirigen sus mensajes en temporada electoral se le imputan cualidades positivas sin reproche alguno, con el afán de obtener su favor, como factor decisivo, cayendo en no pocas ocasiones en un hipócrita halago que acaba sembrando más escepticismo que confianza en el electorado. Y, al mismo tiempo, se les dirigen invitaciones o advertencias cuya influencia resulta determinante a la hora de cosechar éxitos o fracasos.
La reciente campaña electoral norteamericana ha resultado en ese sentido reveladora. McCain persiguió alentar los temores que suelen asociarse al estatus de confort que generalmente se atribuye –no siempre con fundamento- a la clase media: la seguridad ciudadana y la seguridad nacional como su correlato global, el recelo ante la presión fiscal, la inquietud por la pérdida de la autosuficiencia, el reparo ante la intromisión del Estado o el recelo ante la redistribución de la riqueza. La estrategia conservadora, muy similar en todas las latitudes, suele ser eficaz porque apela al enorme caudal de temor -en sus diferentes manifestaciones- que es uno de los motores de las principales decisiones humanas: miedo al diferente, a perder lo que se tiene, a unas peores condiciones materiales de vida, a sufrir daños de terceros o a que los riesgos que se vislumbran en el horizonte se materialicen en nuestra realidad cotidiana.
Sin embargo, en esta ocasión, ha podido más, por fortuna, una invitación de diferente signo. Obama ha conseguido que la mayoría social, en un momento en el que la incertidumbre en EEUU es tremendamente intensa por las dificultades económicas y la pérdida de liderazgo mundial, no se encierre en su caparazón de autodefensa, sino que explore en sus anhelos más elevados. La capacidad de alentar en ese ciudadano medio –y en la clase media en que se integra- deseos de superación colectiva y valores nítidamente progresistas, abiertos y civilizadores, ha sido posible por la indudable elocuencia del presidente electo, su trayectoria como ejemplo de esfuerzo personal, su acertadísima estrategia de campaña y por la conexión de su discurso con los mejores valores de la historia de EEUU. Contrariamente a lo que podía esperarse de un tiempo propicio a la desconfianza y la reserva, ha sido precisamente el afán de justicia y solidaridad, el proyecto colectivo en definitiva, el que ha prendido en la mayoría de la ciudadanía norteamericana, despertando un júbilo mundial sin precedentes.

Publicado en Oviedo Diario, 15 de noviembre de 2008.

5.11.08

HISTORIA DE UN AVIADOR ASTURIANO


Santa Eulalia es una aldea de la parroquia de Riberas, en el concejo de Soto del Barco, en la que apenas vive hoy una decena de habitantes, y que, sin embargo, ha esparcido a lo largo de la historia a sus hijos por numerosos países, como resultado de las oleadas de emigrantes que a finales del siglo XIX y principios del XX buscaron fortuna, principalmente haciendo las Américas. Junto a aquellos asturianos que probaron el trago del desarraigo se encontraba Antonio Menéndez Peláez, nacido en 1902 en Santa Eulalia, y cuya historia personal es hoy desconocida para muchos de sus paisanos, pero no para el pueblo cubano que le acogió. Y es que el deseo de dejar atrás las penurias por las que pasó la Asturias rural en aquellos tiempos ha sembrado el olvido sobre el pasado migratorio de los asturianos. Por otra parte, no sobra apuntar que la memoria de los indianos, aquellos que pudieron regresar con éxito y que compartieron parte de sus riquezas con la comunidad –construyendo fuentes y escuelas, arreglando caminos, etc.-, no deja de ser una parte, la más recordada en este caso, de la aventura de los asturianos en el exterior. Otros muchos emigrantes asturianos echaron raíces para siempre en su país de acogida, no regresaron, y contribuyeron, en algunos casos de forma muy notable, al progreso económico, social y cultural de la que pasó a ser su patria, compartida con ésta que le vio nacer.
Antonio Menéndez Peláez pertenece a este segundo grupo, puesto que aunque prácticamente olvidado aquí, es honrado en Latinoamérica como pionero de la aviación en unos tiempos remotos en que lo que hoy es un modo de transporte con el que estamos familiarizados, era en aquel momento una arriesgada y heroica hazaña. Antonio Menéndez Peláez llegó siendo adolescente a Cuba, pero los avatares, el azar, y sobre todo su esfuerzo de superación, le convirtieron en el primer aviador iberoamericano que cruzó el Océano Atlántico desde el nuevo continente hasta Europa. Culminó su gesta el 17 de febrero de 1936, aterrizando en el aeródromo de Tablada (Sevilla), a bordo de un Lockheed Sirius, de madera forrada con tela, sin radio, en solitario, tras 12.606 km y en un tiempo real de vuelo de 61 horas, con salida desde Camagüey (Cuba) y tras seis etapas, una de las cuáles –la más peligrosa y decisiva- consistió en el trayecto desde Natal (Brasil) hasta Bathurst, hoy llamada Banjul (capital de Gambia), en la costa occidental africana. Su llegada a España fue acogida con entusiasmo, en aquellos tiempos propicios al reconocimiento a los aventureros del aire, otorgándosele distinciones como la Orden de la República y el título de Hijo Adoptivo y Huésped de Honor de la ciudad de Sevilla. El viaje de Menéndez Peláez era así mismo la réplica y homenaje a los aviadores españoles Mariano Barberán y Joaquín Collar, que en 1933 realizaron el trayecto Sevilla-Camaguey (el que a la inversa hizo Menéndez Peláez), y que perecieron en accidente aéreo poco después de haber llegado a su destino en Cuba. Menéndez Peláez, en recuerdo de Mariano Barberán, entregó a los padres del aviador español una antigua moneda de oro que fuera de aquél, en un acto de hermanamiento que se reveló premonitorio por el aciago destino que también correría el piloto asturiano. Tras una breve estancia en España, con paso obligado por Madrid, donde fue recibido por Niceto Alcalá Zamora, Presidente de la II República, partió Menéndez Peláez de regreso a Cuba en barco desde el puerto de Santander; quién sabe si en aquella visita a España pudo retornar a Santa Eulalia de Riberas a su casa natal, con su familia, cuyos descendientes, algunos residentes aún en Riberas, son quienes mantienen vivo su recuerdo en Asturias. Lo que es seguro es que nunca más pudo regresar, ya que el 29 de diciembre de 1937, mientras participaba en el vuelo panamericano denominado “Pro Faro Colón”, falleció en accidente de aviación en Cali, Colombia, en un trágico final similar al de otros que quisieron alcanzar nuevos hitos en el progreso del hombre.
Antonio Menéndez Peláez fue hijo de un tiempo propicio al desafío y la conquista, a la bellísima temeridad de los aventureros que, como él, proviniendo de orígenes humildes, fueron capaces de superar obstáculos en pos de sus sueños. Su nombre, historia y recuerdo, bien merece ser evocado.

Publicado en Fusión Asturias, noviembre de 2008.

3.11.08

QUIJOTE GARZÓN

El titular del Juzgado Central de Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, es sin duda es uno de los protagonistas de la reciente historia judicial española, demostrando reiteradamente que no teme a las repercusiones políticas y sociales de sus decisiones ni a la controversia que viene rodeando muchas de sus actuaciones. Posiblemente en este caso confluya la singular determinación y carácter de este Juez con la especial relevancia que nuestro sistema judicial otorga, en el orden jurisdiccional penal, a la Audiencia Nacional y sus juzgados centrales de instrucción, al concentrar en éstos la instrucción y en aquélla el enjuiciamiento de delitos de especial significación que atañen a la seguridad nacional, además de aquellos que el Estado se ha comprometido a perseguir de acuerdo con los tratados internacionales aunque se hayan cometido en el extranjero (como en los casos de los crímenes cometidos por las dictaduras militares de Argentina, Chile o Guatemala o la represión de fuerzas armadas y de seguridad marroquíes en el Sahara Occidental, por ejemplo). El resultado es que la figura del llamado “juez estrella” genera debate por cuanto el alcance de su función y su actitud especialmente arriesgada contrasta con la prudencia, serenidad y discreción que acompaña –felizmente- a la mayoría de jueces y magistrados de nuestro país. Sin embargo, concedamos a Garzón que con su cualificada actuación ha contribuido de forma muy notable al avance práctico de determinados principios de justicia civilizadora que muchos compartimos, especialmente en lo que se refiere a la justicia penal universal frente a los delitos de lesa humanidad.
En las últimas semanas a Garzón le han llovido las críticas –incluso los insultos- por declararse competente, mediante Auto firmado el pasado 16 de octubre, para conocer de determinados crímenes cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo, acogiendo la denuncia presentada por particulares y asociaciones de defensa de la memoria histórica. Al respecto se ha introducido una importante confusión, derivada de la enorme emotividad del asunto, por cuanto el Juzgado Central de Instrucción nº 5 no ha abierto una suerte de causa general contra el franquismo, sino que asume en lo sustancial el parecer de los denunciantes y fundamenta su competencia en el criterio de entender que las desapariciones forzadas pueden constituir un delito permanente de detención ilegal. Entiende el Magistrado que la comisión de este delito se prolonga en el tiempo, por lo que no puede prescribir en tanto no se determine el destino de los desaparecidos, siendo además estas desapariciones resultado de un plan sistemático de eliminación del oponente político urdido por los responsables del golpe de Estado de 1936 y los máximos dirigentes durante el régimen dictatorial posterior, y que, por lo tanto, constituye un crimen contra la humanidad. Además, si bien es cierto que las nociones de crímenes contra la humanidad y el derecho internacional humanitario –las mínimas reglas a respetar en situación de guerra- no comenzaron a asentarse sólidamente en el ordenamiento jurídico internacional hasta después de la II Guerra Mundial, y no fueron asumidas por España hasta que se recuperó el sistema democrático y se ratificaron los sucesivos tratados internacionales en la materia, no es menos cierto que tienen sus antecedentes en determinadas prácticas y normas internacionales acordadas tras la I Guerra Mundial (que el propio Garzón cita en su auto). Así mismo, el concepto de delito permanente antes citado significaría que las desapariciones forzadas, por así decirlo, aún se siguen cometiendo o sus efectos siguen desplegándose, por lo que no estarían amparadas por la Ley 46/1977, de Amnistía, de modo que la actual normativa y los principios constitucionales y de justicia universal les resultarían plenamente aplicables (no se trataría de la aplicación retroactiva de la ley penal posterior), por lo que pueden legítimamente investigarse tales hechos en sede judicial.
Es sabido que en este caso la instrucción penal iniciada por Garzón puede, en el mejor de los casos, finalizar con el sobreseimiento tras acreditarse el fallecimiento de quienes podrían aparecer como imputados en esta causa. Ahora bien, el objetivo de Garzón no es otro que, en el marco de este sumario y de la averiguación de los hechos, permitir la reclamada identificación y localización de las personas desaparecidas, con las consiguientes exhumaciones solicitadas por los familiares; determinar, o al menos esbozar, las posibles responsabilidades penales que podrían haberse depurado; y, finalmente, aunque no pueda procederse al enjuiciamiento de los hechos por el fallecimiento de quienes podrían ser procesados, contribuir al esclarecimiento de la verdad sobre los crímenes del franquismo, con la consiguiente restitución parcial de la memoria, la justicia y la dignidad de las víctimas. Tarea hercúlea, llena de dificultades y, efectivamente quijotesca. Pero en este caso quizá los gigantes sean gigantes (los fantasmas de nuestra historia reciente y los sucesores ideológicos del franquismo) y no molinos; y la adarga, el yelmo y la lanza de Don Quijote pueden ser en este caso los instrumentos más eficaces que provee el derecho, el acervo internacional de los derechos humanos y la jurisprudencia sobre crímenes contra la humanidad y justicia penal universal.

Publicado en Oviedo Diario, 1 de noviembre de 2008.