Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

22.12.13

EL VIEJO HUCA Y EL ABANDONO QUE LE ESPERA

En los últimos años una de las decisiones tomadas en Asturias cuya adopción requirió un proceso más laborioso y no exento de polémica fue la de construir un complejo de nueva planta para el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) en La Cadellada, Oviedo. Han sido años de debate y de planificación, de controversias y tensiones, culminadas con un proceso por venir, ciertamente complejo, de traslado desde las actuales dependencias en El Cristo hasta las que están por estrenar, desarrollándose esta recta final en un contexto especialmente complicado de escasez manifiesta de recursos público, lo que supongo que estará dando más de un quebradero de cabeza a los responsables de la política sanitaria en el Principado de Asturias. Si uno recorriese la infinidad de titulares, informaciones, declaraciones y contradeclaraciones de todos estos años, advertiría con perspectiva la magnitud del desgaste y de los esfuerzos empleados el importante reto que ha significado sacar adelante este proyecto, especialmente en estos tiempos recientes en los que los servicios públicos están tristemente bajo cuestión.
Ya desde hace tiempo, a su vez, se planteó con viveza el debate sobre el destino de los actuales edificios y terrenos del HUCA. Se trata de un patrimonio importantísimo, en suelo y en construcciones –aunque difícilmente versátiles-, que determinan en buena medida la fisionomía del oeste de la ciudad, afectan a sus comunicaciones, a los flujos de personas y a la actividad económica de los barrios del entorno. Y, repetidamente, aunque de forma menos intensa de lo debido, se ha formulado el interrogante sobre qué clase de alternativas se darán a éste espacio. A este respecto, hasta hace unos años el temor principal residía en que las presiones especulativas condenasen a la pérdida de un espacio público o a su radical disminución en favor de una desproporcionada recalificación para usos residenciales. A día de hoy, sin embargo, la crisis del sector inmobiliario ha echado por tierra la posibilidad de contar con inversiones privadas provenientes del ladrillo para diseñar las alternativas; y tampoco parece que la iniciativa privada procedente de cualquier otro sector vaya a plantear soluciones creíbles.
Queda, por lo tanto, la iniciativa pública, prácticamente en solitario, para afrontar una situación que hasta hace poco parecía lejana pero que ya es inminente. En unos meses comenzará paulatinamente a trasladarse toda la actividad y los servicios y, gradualmente, como ya ha sucedido con el edificio que albergaba elInstituto Nacional de Silicosis, se irán cerrando edificios. El escenario es, cuando menos, inquietante, por cuanto en un breve periodo de tiempo nos encontraremos con un complejo enorme desocupado, sin alternativas de uso y en el que las deficiencias de conservación y mantenimiento aparecerán con toda su crudeza. El deterioro que va a experimentar este espacio y con él una buena parte de la zona oeste de la ciudad, será irremediable y, seguramente, prolongado.

Llegados a este punto y echada la vista atrás, se aprecia una enorme falta de liderazgo local para tomar decisiones en previsión de futuro. No olvidemos que, aunque la titularidad de los terrenos es principalmente del Principado de Asturias, el asunto es de incidencia eminentemente municipal y es al Ayuntamiento de Oviedo a quien corresponden las competencias en materia urbanística, aunque puedan ser moduladas con base en la tutela de intereses supramunicipales. Ha pasado el tiempo y, salvo ideas voluntariosas, de momento no hay sobre la mesa ninguna propuesta en firme autorizada que tenga solidez y cuente con la planificación adecuada. Y, en lo que será el reto urbanístico más importante para la ciudad en décadas, no sólo se trata de promover alternativas para el espacio del actual HUCA y de alcanzar el acuerdo necesario para hacerlas viables, sino de llevarlas a los instrumentos de planeamiento –lo que siempre es laborioso y lleva su tiempo- y de movilizar recursos para que se conviertan en una realidad.

Publicado en Fusión Asturias, diciembre de 2013.

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ARTE DE LA GEOMETRÍA VARIABLE

Algunos se echan las manos a la cabeza ante la posibilidad de que el PSOE y el PP alcancen un acuerdo que permita la aprobación de la Ley de Presupuestos Generales del Principado de Asturias para 2014 que acaba de comenzar su tramitación parlamentaria. La verdad cuesta entender por qué, teniendo en cuenta el escenario político en el que nos encontramos.
De momento lo que tenemos es un Proyecto de Ley aprobado por el Consejo de Gobierno y presentado a la Cámara; y un calendario de tramitación respaldado por la Mesa de la Junta General, que en los últimos años viene siendo tolerante –supongo que no queda otro remedio, aunque la práctica no sea buena- con el retraso en la remisión anual del Proyecto.  Es decir, cualquier acuerdo que se geste no se efectuará alumbrando un texto radicalmente contrario a las expectativas naturales ni a la planificación ordinaria del Gobierno, sino sobre la base de lo que éste, con sus propias previsiones y esperando obtener apoyos parlamentarios suficientes, ha aprobado como Proyecto. Otra cosa es que, en una negociación, perfectamente posible y parece que viable, se realicen concesiones mutuas asumibles que no desfiguren el proyecto, porque se necesitará que el PP vote en contra de una enmienda a la totalidad si es que Foro, IU y UPyD suman sus votos (18 escaños, uno más que los 17 del PSOE) para rechazar de plano el Proyecto, cosa que, en el actual grado de enconamiento de la relación del PSOE con los que hasta ahora eran sus socios preferenciales, no es descartable. Por otra parte, cualquier aceptación de enmiendas del PP en la tramitación tampoco desvirtuará el Proyecto, porque después del debate de totalidad, de continuar adelante la tramitación, quedan fijadas las cuantías globales de los estados de los Presupuestos y cualquier modificación con aumento de créditos debe llevar aparejada la disminución en igual cuantía en otro de la misma sección. Es decir, enmendar al detalle un Presupuesto, con posibilidades reales y creíbles de que la modificación se haga efectiva, es cosa complicada porque su equilibrio interno no es susceptible de cambios sustanciales y porque la técnica reglamentaria tampoco permite un margen significativo para ello.
El debate parece que estará, por lo tanto, en algunos aspectos de la política fiscal, en cierto modo más simbólicos que otra cosa, como lo relativo a la disminución del mínimo exento del Impuesto sobre el Patrimonio, de los 700.000 € que prevé subsidiariamente la Ley reguladora de este tributo a los 500.000 € que, en ejercicio de la facultad que confiere dicha Ley a la Comunidad Autónoma se plantea en el Proyecto. Veremos en qué grado hay flexibilidad mutua para soluciones de compromiso, en una materia en la que, lo que se echa en falta, es una revisión serena y completa –jurídica, presupuestaria y política- del conjunto de decisiones en materia tributos propios y cedidos, que, a base de empujones, primero de la tendencia desfiscalizadora (antes de la crisis) y después de la contraria (en el combate contra el déficit público), ha creado no pocas distorsiones.
Pero el fondo del asunto no debe sorprender. Retirado el apoyo estable de IU y UPyD por legítima decisión de estas fuerzas políticas a resultas del desencuentro en la reforma electoral, el Gobierno autonómico y el grupo político que lo sustenta tienen similar legitimidad para buscar, si es factible, aliados parlamentarios puntuales distintos para cada materia, según el enfoque de cada asunto, sin que tenga que llamar a escándalo que el PP posibilite la aprobación de unos Presupuestos Generales. Salvo para visiones sesgadas, es evidente que la decisión no comporta acuerdo permanente alguno sino mera confluencia en la convicción del interés de evitar la prórroga y movilizar los recursos disponibles en un momento en el que la iniciativa pública es imprescindible a la vista de las dificultades del sector privado. No hay riesgo alguno de que el PP, con diez diputados, imponga su agenda política al Gobierno, sin perjuicio de que incida en algunos aspectos donde pone especial énfasis (política fiscal, entidades del sector público, etc.) y en los que puede haber margen para cierto entendimiento, sin desvirtuar el programa político con el que Presidente concurrió a los comicios y con el que obtuvo el respaldo para ser elegido.

Publicado en Asturias24, 10 de diciembre de 2013.

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