Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

28.7.08

CONTRADICTORIO SARKOZY


La madre del actual Presidente de Francia contó en una entrevista que el entonces pequeño Nicolás (no sé si tan simpático y entrañable como el de Goscinny y Sempé), a los 7 años, se revolvió ante un amigo de la familia que afectuosamente le pasó la mano por la cabeza soltándole un “Pero, ¿quién le ha dado permiso para tocarme la cabeza? ¿No sabe que algún día seré Presidente de la República?”. La anécdota, que habrá dado para muchas sobremesas familiares, seguro que dejó de resultar graciosa para el interpelado a medida que, inquietantemente, el hiperactivo y ambicioso Sarkozy se fue aproximando a su sueño hasta alcanzarlo con soltura y arrojo.
Que estamos ante un tipo singular es evidente. Atesora una mezcla sorprendente y explosiva. Por un lado es el soberbio, desafiante y autoritario que insulta a un ciudadano que no le estrecha su mano, agrava irresponsablemente con sus palabras los graves disturbios en los barrios periféricos, alienta la carrera política de su hijo en un ejercicio de descarnado nepotismo o intimida (asesores mediante) a los medios de comunicación para que no divulguen sus declaraciones un tanto achispado –por así decirlo- tras entrevistarse con Vladimir Putin. También se trata del líder que encabeza (con cierto éxito) una regresión en determinadas conquistas sociales y políticas de Francia, abjurando con profundo resentimiento de la evolución surgida de Mayo de 1968, pretendiendo erigirse en defensor de valores clásicos netamente conservadores, ensalzando la tradición, glorificando el orden como un bien en sí mismo, y alentando un nacionalismo caduco.
En la parte más llamativa de su personalidad encontramos al Sarkozy que esconde, tras su audacia y afición a la política-espectáculo, al hombre terriblemente acomplejado que no puede evitar mostrar. Quiere exhibir que es lo suficientemente francés (al modo lepenista) pese a ser descendiente de húngaros; que su condición de descendiente de la emigración no le impide ser severo en las medidas de control de los inmigrantes; que su físico no muy agraciado no le impide conquistar a Carla Bruni; que nadie podrá exhibir su fotografía con un kilo de más sin su consentimiento (París Match, gracias al photoshop, estilizó su imagen en una situación veraniega); que, en definitiva, manteniendo el mismo estilo desde su infancia, nadie puede darle palmaditas afectuosas en la cabeza sin que previamente le haga una reverencia.
Pero, por otro lado, no cabe negarle inteligencia y astucia, de la que ha dado sobradas muestras con golpes de efecto o incuestionables logros, como la creación de la Unión para el Mediterráneo, su ya probada habilidad diplomática o, en el ámbito interno, la reciente reforma constitucional francesa. Y, para ser justos, no cabe negarle un cierto efecto benéfico para la mortecina política francesa. Después del descrédito de las instituciones y la crisis de confianza colectiva del final de la era Chirac, el dinamismo de Sarkozy no deja de ser un revulsivo, máxime cuando enfrente tiene una oposición presa de contradicciones y situaciones poco edificantes, como el hecho de que las disputas personales de François Hollande y Ségolène Royal tengan una evidente proyección en la realidad política del socialismo francés.
Pocas veces ha tenido tanta incidencia en la vida política de un país la trayectoria y los azares personales de un representante político, las filias y fobias que forman parte de ese magma indescifrable que es la personalidad de cada ser humano, y que con mayor o menor incidencia se refleja en nuestro quehacer cotidiano. En el caso de Sarkozy quizá estemos ante una nueva categoría de hombre público, que mezcla genialidad y confusión, que es capaz de rebasar esquemas pero es al mismo tiempo temible por ocurrente. Posiblemente Sarkozy tendría mayor éxito por otras latitudes, pero, ante su inevitable irritación, las alzas que le hacen elevarse unos centímetros para robustecer su presencia física no conseguirán embelesar fácilmente a los franceses. Cierto es que estamos en el tiempo de la imagen y la apariencia; pero la prolongada exposición pública acaba mostrando innumerables defectos a cualquiera por muchos recursos que crea tener.


Publicado en Oviedo Diario, 26 de julio de 2008.

15.7.08

PARQUE NATURAL DE SOMIEDO: HISTORIA DE UN ÉXITO


El 10 de junio de 1988 la Junta General del Principado de Asturias aprobó la Ley 2/1988, por la que se declara el Parque Natural de Somiedo. En aquel momento, el concejo de Somiedo estaba situado a la cola de la renta per cápita de los municipios asturianos; al aislamiento derivado de las difíciles comunicaciones se unían las dificultades derivadas de la falta de servicios públicos y la dominante sensación de abandono a su suerte. Veinte años después las cosas han cambiado sustancialmente; la situación económica del municipio es razonablemente satisfactoria, manteniendo un sector ganadero fuerte y con un sector servicios creciente, vinculado principalmente al turismo rural y ecológico; se ha conseguido paliar el descenso de población y muchas redes públicas imprescindibles (desde la electrificación hasta el saneamiento, pasando por las infraestructuras viarias), aunque continúen precisando inversiones, se han desplegado superando el secular atraso. Lo más importante es que, pasado este tiempo, la marca “Somiedo” está revestida de prestigio y es sinónimo de un modelo de desarrollo territorial exitoso, pese a las enormes dificultades propias de un concejo alejado del centro de la Comunidad por una complicada orografía, con una importante dispersión de población (37 pueblos y unos 1.600 habitantes sobre 291 km 2) y sobre el que se cierne, como en otros muchos casos de la Asturias rural, la perspectiva del envejecimiento de la población y la falta de nuevas generaciones de reemplazo.
Pese a todas las razonables inquietudes, el 20º aniversario de la declaración del Parque Natural de Somiedo es un momento para felicitar a sus valedores y protagonistas por el trabajo bien hecho, reconociendo los logros de una política que ha sabido armonizar la preservación del entorno con el desarrollo económico. Particular mención merece la práctica total unanimidad en el reconocimiento, por todos los actores sociales y políticos, a las conquistas alcanzadas con el desarrollo del Parque; consenso parejo al respaldo institucional que ha acompañado buena parte del trecho recorrido desde su gestación hasta el momento actual
Los artífices del Parque apostaron decididamente por hacer de Asturias una tierra respetuosa con sus valores medioambientales, en un momento en el que no existía la conciencia cívica hoy prevalente al respecto; entendieron, además, que podía generarse un círculo virtuoso utilizando paisaje, naturaleza, modos de producción arraigados y tradiciones como activo económico. Los principales protagonistas del éxito, en todo caso, han sido los propios vecinos de Somiedo que, mayoritariamente, lejos de los frecuentes recelos que en estos casos se suscitan por determinadas restricciones derivadas de la normativa reguladora de las actividades en el Parque, y comprometidos con el futuro de su concejo, entienden, comparten y defienden el espíritu y los objetivos con los que se puso en marcha este espacio protegido, hoy también considerado Lugar de Importancia Comunitaria, Zona de Especial Protección de las Aves, y, como distinción más notable, Reserva Mundial de la Biosfera, declarada por la UNESCO en el año 2000.
El Parque Natural de Somiedo, además, abrió camino a nuevas iniciativas de similar carácter en Asturias, demostrando el acierto de sus impulsores, liderando un proceso de revalorización del territorio y una estrategia de desarrollo rural y preservación del medio exitosa. 20 años después, y merced en buena medida a las ajustadas y estudiadas previsiones del Plan de Ordenación de Recursos Naturales de Asturias (aprobado en 1994), somos la Comunidad Autónoma con mayor porcentaje de su territorio bajo figuras de protección de espacios naturales. En lo que atañe a Parques Naturales, junto al de Somiedo deben contarse los de Redes (declarado en 1996), Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias (2002), Ponga (2003) y Ubiñas – La Mesa (2006), que, sumados al Parque Nacional Picos de Europa, las Reservas Naturales, los Paisajes Protegidos y los Monumentos Naturales, configuran una red que muestra tanto el tesoro natural que cobija Asturias como el compromiso colectivo adquirido en su preservación.

Publicado en Fusión Asturias, julio de 2008.

LA DERIVA


¿Cuándo un país de trayectoria democrática deja de serlo, ya no se merece ser calificado como tal o cuando menos pasa a tener una democracia de saldo? A lo largo de la historia son múltiples los ejemplos de sociedades que en algún momento abrieron camino y dieron ejemplo con los hitos alcanzados en materia de libertades, organización, progreso económico, cohesión o solidaridad, y que luego, merced a causas muy diversas, experimentaron una notable involución renunciando a los avances logrados. Posiblemente en estas situaciones los mecanismos y formas de gobierno, los controles a las inercias del poder y, sobre todo, el grado de concienciación ciudadana sobre los asuntos públicos, tenga mucho que ver con el declive o fortalecimiento democrático y con la defensa o renuncia colectiva a las conquistas conseguidas. Este proceso sin duda no siempre es rápido, y puede manifestarse en una paulatina degradación que, no obstante, acaba convirtiendo en irreconocible la imagen inicial. Pero en otras ocasiones, el cambio es tan rápido que en sólo unos meses tras la inversión de la tendencia se perciben nítidamente los frutos malsanos de la funesta siembra, con una mezcla de espanto y sorpresa (la que le hace a uno preguntarse aquello tan socorrido de “cómo se ha llegado a esto”).
Uno de estos acelerados descensos por la pendiente del deterioro público es el que vive en la actualidad Italia, un país admirable, que se hace querer, que te deja huella nada más que empiezas a conocerlo, pero cuya dignidad política no parece importarle demasiado a los propios italianos. La Italia que se pudre es la que ha elegido hace unos meses por tercera vez a Silvio Berlusconi, dándole una amplia mayoría en ambas cámaras legislativas, otorgándole su confianza pese a los fiascos anteriores, y, sobre todo, pese a que es conocida su trayectoria empresarial oscura, su más que dudosa conducta personal, su populismo exacerbado, su desprecio por las normas y los procedimientos democráticos, y su arrogancia y combate al discrepante. Le eligen Primer Ministro dando el poder político a quien ya tiene una importante influencia económica y una desaforada vocación de control sobre buena parte de los medios de comunicación. Saben muy bien los electores italianos que han apostado por un Berlusconi a quien el propio equipo de prensa de la Casa Blanca –que en un desliz no filtró convenientemente un perfil biográfico del aludido- ha descrito como un “diletante político”, que tiene “pasión por el dinero” y que ha aparecido implicado en numerosos casos de corrupción.
La consecuencia de tal decisión ya la sufren los propios italianos, pues la agenda prioritaria del Primer Ministro, como viene demostrando con sus iniciativas legislativas, pasa por proveerse de inmunidad, frenar los procesos judiciales en su contra y limitar las actuaciones de investigación que puedan afectarle. Pero, más aún de su tendencia a cercenar cualquier posible impedimento en el ejercicio del poder, en esta ocasión sus veleidades autoritarias traspasan límites ante no franqueados, como ha sucedido con su iniciativa para fichar a la población gitana (pese a las advertencias de la propia Unión Europea), poniéndolos de antemano en el punto de mira, considerándolos poco menos que portadores de inclinaciones predelictuales (a modo de nuestra terrible y ominosa Ley de Peligrosidad Social de 1970, superada por estos lares y parece que imitada en otros), y alimentando la desconfianza hacia todo un grupo étnico. No olvidemos que Italia tuvo un pasado fascista de 21 largos años (1922-1943), que la erradicación del fascismo no se completó en aquel país con la intensidad con que Alemania abjuró del nazismo, y que una parte considerable del Gobierno italiano proviene del neofascista Movimiento Social Italiano, hoy renovado como Alianza Nacional y subsumido en el conglomerado político berlusconiano pomposamente llamado “Pueblo de la Libertad”.
Seguro que muchos italianos a los que no les queda más remedio que soportar a Berlusconi nuevamente se encuentran ahora como Sísifo empujando la piedra una y otra vez. El problema no es sólo que éllos se avergüencen de su gobierno, una vez más. El problema es que esta vez los excesos de Berlusconi son tan clamorosos que cuestionan el sistema de libertades básicas y de organización democrática del que hacemos gala en Europa. Y lo peor es que esa deriva no es necesariamente patrimonio exclusivo de la Italia berlusconiana, aunque ésta sea pionera, porque el populismo conservador tiene fuerza en muchos otros países e inquieta permanentemente a los que creemos en la construcción de una Europa basada en los valores democráticos, la justicia social y los derechos humanos.


Publicado en Oviedo Diario, 12 de julio de 2008.

4.7.08

UN RECUERDO PARA JULIA CONESA


El 5 de agosto de 1939, poco después de la finalización de la Guerra Civil, 56 personas fueron fusiladas junto a la tapia del cementerio de la Almudena, en Madrid. La mayoría eran militantes o simpatizantes de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Entre éllas se encontraban las denominadas Trece Rosas, nombre que se dio al grupo de mujeres jóvenes de las JSU madrileñas ajusticiadas bajo la acusación de “adhesión a la rebelión” (todo un sarcasmo viniendo el régimen surgido del llamado alzamiento nacional), condenadas a muerte en un Consejo de Guerra mediante un procedimiento sumarísimo, que viene a recordarnos aquella tragicómica máxima de Groucho Marx de que la justicia militar es a la justicia lo que la música militar a la música.
Una de las Trece Rosas se llamaba Julia Conesa y era ovetense. Tenía 19 años cuando fue ejecutada, no alcanzado la mayoría de edad que entonces estaba fijada en 21 años, lo que no impidió su fusilamiento. Era modista y responsable de la Secretaría de Deportes del Sector Oeste de las JSU de Madrid. Su significación política era claramente menor, si bien en aquel momento las JSU habían cobrado una especial relevancia como organización llamada a mantener la llama de la resistencia republicana en el interior mientras se dilucidaba el destino de Europa en los prolegómenos de la II Guerra Mundial, motivo por el cuál esta organización fue víctima de una feroz represión, sin contemplaciones ni piedad pese a la edad de sus integrantes.
Julia Conesa, en las horas previas a su fusilamiento, pese a lo terrible del momento, y con una madurez impropia de su juventud, pidió a su familia en su carta de despedida “que mi nombre no se borre de la historia” consciente de la necesidad de combatir aquello que perseguían sus ejecutores: el olvido, la desaparición completa de los enemigos del régimen y de las ideas de progreso que habían alentado a la II República. Sin embargo, durante años, el nombre de Julia Conesa fue desconocido para muchos, en un tiempo propicio al odio y al temor. Sólo en los últimos años, con el deseo de rescatar el dolor de las víctimas de la represión franquista, ha podido cumplirse aquel mandato, gracias a escritores, historiadores, cineastas, activistas y, también hay que decirlo, a los responsables políticos que han impulsado la institucionalización del proceso de recuperación de la memoria histórica reflejado en la Ley 52/2007, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura.
La parte menos conocida, en lo que atañe a nuestro pequeño universo local, valga la contradicción, es que una de las Trece Rosas fuese ovetense. Alguien se encargó durante décadas de esculpir en piedra una sesgada y uniforme visión del Oviedo de la II República, la Guerra Civil y la dictadura, ocultando deliberadamente que esta ciudad tuvo mucho que ver con figuras de aquellos tiempos como Indalecio Prieto, Teodomiro Menéndez o José Miaja, no precisamente gratas al franquismo. Otros nombre menos conocidos, pero cuyas vidas y, en particular, sus trágicas muertes, nos recuerdan que muchos otros ovetenses se enfrentaron a la dictadura y perecieron por éllo, tienen un valor sentimental e histórico no menos relevante. Entre estos nombres está el de Julia Conesa, pero también el de los 1.316 asturianos, muchos de éllos ovetenses, asesinados por la represión franquista y enterrados en la Fosa Común de Oviedo, en el cementerio del Salvador.
Ahora que la ciudad se sacude de una vez por todas del callejero y los símbolos comunes la ignominiosa glorificación del golpe militar; ahora que existe además un compromiso del Alcalde (que debe cumplirse cuanto antes) para instalar el monolito conmemorativo que reivindica la Asociación de Familiares y Amigos de la Fosa Común de Oviedo; es ahora también cuando corresponde que Oviedo rinda homenaje a Julia Conesa, que a los 19 años, sin desearlo, sin haber cometido más crimen que ser una joven idealista afiliada a las JSU, fue víctima del horror de la tiranía.
Publicado en Oviedo Diario, 28 de junio de 2008.