Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

27.1.08

EL ALIGUSTRE RESISTE


En el año 2008 después de Jesucristo el cemento ocupa toda la parcela del Vasco y la adyacente de los antiguos jardines del Edificio Panorama. ¿Toda? ¡No! Un irreductible aligustre de unos 120 años resiste todavía y siempre al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de los constructores y munícipes locales en los campamentos de Ayuntamentórum, Jovellanórum XXI, Pepórum y Gabinórum.
El aligustre emulador de los galos de Astérix ha pervivido en los últimos años a multitud de agresiones: se llevaron por delante los jardines y árboles del entorno; le cuelgan periódicamente lucecitas publicitarias con el consiguiente destrozo de ramas; dañaron sus raíces en las obras de la parcela; aplastaron parte de su copa con los paneles publicitarios que dan a la calle Víctor Chavarri, etc.. Antes, Jovellanos XXI ya había dado buena cuenta de los árboles del llamado Bosque Urbano de Buenavista, en el entorno del antiguo estadio Carlos Tartiere, reduciendo considerablemente este espacio singular que tanto defendieron los vecinos del entorno, capitaneados por Javier Bauluz.
Pese a todos estos desalentadores precedentes, el aligustre aún se mantiene en pie, dispuesto a dar guerra pese al acoso y a la general indiferencia de numerosos ovetenses, estos días absortos mirando escaparates. Por fortuna no todos, porque las quejas de un puñado de ciudadanos (Tomás y Victoria, algunos ecologistas, los jóvenes socialistas, etc.) de momento han contribuido a salvar este ejemplar.
Tengamos en cuenta que en Oviedo no hay día en que alguien no lea la placa situada en el antiguo emplazamiento del Carbayón y se lamente de que el 2 de octubre de 1879 se talase nuestro tótem particular, cuya memoria nos bautiza a los ovetenses y nos recuerda que además de las obras fruto del progreso técnico del hombre y de las construcciones hechas por nuestra mano, también hay otros monumentos que son el resultado de la actuación –lenta pero paciente- de la naturaleza, y que merecen respeto, protección y admiración. Sin embargo, tras el Carbayón cayeron otros árboles singulares, y uno de ellos, el aligustre amenazado del que hablo, puede correr la misma suerte si nadie lo impide.
La necedad humana a veces nos hace olvidar que toda la belleza y audacia que pueda tener una obra arquitectónica –y aquí habrá gustos para todos- no llegará a rozar jamás el milagro de la naturaleza que representa un árbol centenario erguido en medio de la vorágine urbana. Dirán que soy un romántico, pero no cambio el aligustre centenario por las trillizas de Calatrava, que al igual que las que hacían los coros a Julio Iglesias bien podrían calificarse como las trillizas de oro, por los pingües beneficios que tales aprovechamientos urbanísticos reportarán a sus impulsores.
Precisamente al echar una ojeada a las infografías del proyecto planteado por Calatrava, promovido por Jovellanos XXI y bendecido –sin ningún pero- por el Alcalde, no he visto por ningún lado al aligustre, aunque sí unos cuantos árboles que ya aparecen creciditos y recios en la realidad virtual, como si hubieran crecido en una probeta. Al parecer uno de los puntos fuertes del proyecto será la habilitación de una zona arbórea que, paradójicamente, el arquitecto denominó, en su psicodélico discurso, Bosque Urbano, seguramente sin saber que sus mecenas ya se habían cepillado uno similar en Buenavista en los preparativos de la construcción del complejo del Palacio de Congresos.
Quizás esta historia del viejo aligustre no deje de ser, si termina mal, un símbolo del gato por liebre que nos quieren dar con la otrora llamada operación de los Palacios, hoy de las trillizas y el centollo. Tendremos árboles de diseño y no ejemplares emblemáticos; artificio en vez de realidad; ficción en lugar de historia; rascacielos implantados a calzador en lugar de equipamientos públicos; y, en fin, beneficio privado en sustitución del interés público.


Publicado en Oviedo Diario, 12 de enero de 2008.

20.1.08

PRÓRROGA PRESUPUESTARIA: UNA Y NO MÁS


La Junta General del Principado de Asturias acaba de tumbar, con los votos de PP e IU, el Proyecto de Presupuestos para 2008 de nuestra Comunidad Autónoma. Por primera vez el actual Presidente del Principado y su Consejo de Gobierno tendrán que apañárselas con el presupuesto prorrogado, con las dificultades que ello entraña para la gestión de las prioridades de la actuación del Ejecutivo. Claro que la prórroga no es una catástrofe regional ni la definitiva parálisis institucional, pero no conviene restarle gravedad, porque los Presupuestos son el principal instrumento para plasmar en la práctica los planteamientos de cualquier gobierno.

De todas maneras, a nadie puede extrañar que el Gobierno no consiga sacar adelante su proyecto presupuestario si no cuenta con un apoyo estable en la Junta General que represente al menos la mitad más uno de los miembros de la Cámara. Este Gobierno tiene plena legitimidad democrática, pero una endeble base parlamentaria, y en nuestra Junta General las posibles combinaciones son mucho más reducidas que lo que sucede en las Cortes Generales, en las que hemos asistido en estos cuatro años a diferentes y cambiantes alianzas. Aquí las cosas están claras desde el inicio, porque el aliado parlamentario de referencia para el PSOE, que es en este caso IU, ya ha dejado claro que o entra en el Gobierno o se confrontará como fuerza opositora, sin prestarse a apoyos parlamentarios ni puntuales ni permanentes. Puede ser la de IU una postura inflexible, interesada y equivocada, sobre todo porque supedita la necesidad de los presupuestos autonómicos a su concreta estrategia partidaria; y además puede traer como consecuencia la singular confluencia en la negativa permanente de quienes supuestamente están, desde el punto de vista ideológico, en las antípodas (IU y PP). Pero no es menos cierto que ni engañan a nadie –han dejado clara su posición desde el día después de las últimas elecciones- ni es ilegítima su aspiración de entrar en el Gobierno si éste quiere recibir su respaldo de forma continuada.

Entre tanto, las especulaciones sobre el derrotero de esta legislatura autonómica son variopintas. Parece ser que no se descarta, una vez que concluya el periodo electoral que se avecina en todo el Estado, la reedición del ejecutivo de coalición de PSOE e IU, o que esta última fuerza política rectifique y se avenga a prestar apoyo parlamentario estable sin formar parte del Gobierno. La versión más sombría de las predicciones apunta a un Gobierno en minoría parlamentaria durante cuatro años, dispuesto a hacer lo que buenamente pueda sin un nuevo presupuesto ni ahora ni en toda la legislatura.

De todo este escenario cabe extraer, como poco, tres reflexiones. En primer lugar, no es posible, ni elegante, ni práctico que un gobierno perviva indefinidamente prorrogando el presupuesto. Desde los albores del parlamentarismo británico –el de más honda raíz en Europa-, cuando un gobierno no saca adelante su presupuesto (y mucho más si se repite la situación durante dos años), debe revisar los apoyos parlamentarios con los que cuenta y, si no consigue incrementarlos, promover la convocatoria de elecciones. La estabilidad parlamentaria de cualquier gobierno es un valor fundamental y no accesorio. En consecuencia, si durante 2008 no se aprueba, aunque sea tarde, el presupuesto, y para los de 2009 se repite esta representación, lo mejor será permitir que las urnas decidan. En segundo lugar, cabe constatar que las costuras de nuestro sistema institucional estatutario vuelven a apretar y dificultar las salidas, porque ni en el primer periodo de sesiones ni el último año de legislatura es posible convocar elecciones, y además la Junta General que salga de ellas simplemente completará el mandato hasta 2011, como si esas elecciones anticipadas fuesen de segunda y nuestra Asamblea Autonómica interina. Esta limitación es una antigualla que no se corresponde con el actual grado de desarrollo autonómico ni con las necesidades de la realidad parlamentaria. Finalmente, y como tercera conclusión, nuevamente se contempla una cierta falta de madurez institucional en Asturias, con verdaderas dificultades para que la dinámica política no entorpezca la propia capacidad de crecimiento de nuestra Comunidad. Sin un reconocimiento de la anomalía que significa esta situación la consecuencia puede ser su asunción como admisible o inevitable. Y, a su vez, de ahí al bloqueo político e institucional hay sólo un paso.


Publicado en Fusión Asturias. Enero de 2008.