ESPERANZAS DE CAMBIO EN EL PSOE
El PSOE
se encuentra en un momento de profunda reflexión, forzado por los resultados
electorales, por la crisis
de identidad de la
socialdemocracia y por los relevos orgánicos y generacionales. El contexto en
el que llega a este cruce de caminos es, además, particularmente complicado,
con el sistema de democracia representativa en dificultades frente a sus
propias contradicciones y hostigado por autoritarismos de diversa índole; con
los Estados exhibiendo la insuficiencia de sus medios para revertir la crisis
económica y social, sostener políticas públicas consistentes y garantizar
oportunidades y derechos a los ciudadanos; y con un escenario global
tremendamente convulso en el que los valores que ha defendido la Europa
democrática pierden enteros a la par que lo hace su pujanza económica.
Así las
cosas parecería casi trivial determinar quiénes son las
personas que dan un paso adelante para
encabezar el cambio necesario en el PSOE. Pero no lo es tanto si reparamos en
que, del acierto del próximo Secretario General al interpretar la situación y
promover la renovación interna dependerá que el PSOE recupere la vocación de
ser un partido mayoritario, representativo y con vocación de gobierno, o pase a
ser un actor político secundario, ocasionalmente con responsabilidades
ejecutivas, pero escasamente decisivo. La afiliación del PSOE tiene muy clara
la necesidad de compromiso y superación de los errores recientes –el principal,
la falta de fidelidad a los propios principios socialdemócratas- para recuperar
la credibilidad necesaria; pero aún existe cierto vértigo por los cambios, las
incertidumbres del entorno y una resistencia de las estructuras del partido a
ser rebasadas por la propia fuerza de una militancia con ganas de un revulsivo.
Creo
que Eduardo
Madina, más que el resto de las alternativas, está a la altura del reto; y
si el imparable deseo de cambio que se vive en el PSOE se manifiesta en el
proceso interno que vive este partido, podrá demostrarlo. Es una persona
prudente y que ciertamente hasta ahora ha medido sus palabras, pero que es
perfectamente capaz de apreciar y reconocer los problemas propios del PSOE, de
forma abierta y sincera, a la par que tratando de recoger lo mejor del bagaje
de este partido. Ha exhibido serenidad y generosidad su trayectoria personal,
en la que no se le ha oído un exabrupto ni una pizca de rencor o mezquindad, de
la que tanto abunda en la vida partidaria. Se convirtió a su pesar en un
símbolo el 19 de febrero de 2002, cuando fue objeto de un atentado
terrorista de ETA que le
amputó parte de una pierna, pero en ningún momento ha permitido que el miedo o
el odio se infiltren en su pensamiento y práctica política ni ha centrado su
trayectoria en su condición de víctima del fanatismo. Cuando ha tenido que
echar un pulso para defender principios que considera irrenunciables, lo ha
hecho.
El
éxito político de Eduardo Madina se debe a su capacidad y su conexión con las
personas de mentalidad abierta y progresista; no es casual ni producto de
tacticismos propios de la fontanería partidaria. En una parte no poco
importante se debe a su presión y sus declaraciones públicas el hecho de que, a
pesar de la fuerte confusión inicial, finalmente todos los
afiliados del PSOE vayan a poder votar el
13 de julio su preferencia para la Secretaría General, lo que es una conquista
innegable. A este respecto, por cierto, el PSOE, a pesar de sus importantes
problemas y no sin controversia interna, continúa siendo el partido que abre
camino en mecanismos de democratización de los partidos políticos; ya lo hizo
en el pasado con las primarias para la elección de candidatos o con
la introducción de mecanismos para garantizar la representación igualitaria de
sexos.
Eduardo
Madina ya ha planteado con claridad los aspectos que guiarán su proceder al
frente del PSOE, si obtiene la confianza de la militancia. Quiere un PSOE
sólido en las instituciones pero también cercano a los movimientos sociales;
dispuesto al debate más amplio que sea necesario sobre el modelo territorial y
la forma política del Estado; que tenga en la búsqueda de la justicia social y
la igualdad su prioridad; que siga siendo un partido con vocación de articular
consensos pero que no se deje llevar ni renuncie a su voluntad de
transformación; y, especialmente, que pueda superar sus propias inercias y
ataduras internas para desarrollar una forma de participación en los asuntos comunes
adecuada a una ciudadanía que no quiere intérpretes ni intermediarios
exclusivos en su relación con los poderes públicos, que no otorga cheques en
blanco a nadie y con la que el diálogo debe sostenerse en el respeto
intelectual y político. Por eso, entre otros motivos, Eduardo Madina, sin caer
en ninguna clase de veleidad populista y tratando de rescatar del PSOE sus
mejores aportaciones, viene con verdadera pretensión de renovación, sin
dependencias ni peajes. Esperemos que aproveche la oportunidad que las
circunstancias le brindan y de la que quiere hacerse legítimo merecedor.
Publicado en Asturias24, 24 de junio de 2014.
Etiquetas: cambio, democracia, Eduardo Madina, España, izquierda, partidos políticos, primarias, psoe, socialdemocracia, socialismo
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home