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20.4.14

UNA MEDIDA VALIENTE Y COMPROMETIDA

            El debate sobre la introducción de cuotas que asegure una representación de las mujeres, primero suficiente, luego equilibrada y, en la actualidad paritaria, en las listas electorales se corresponde con dos circunstancias elementales que vienen de lejos: la primera y obvia, la aspiración de remover los impedimentos para la participación efectiva de las mujeres en la vida pública; la segunda, y menos comentada, el hecho de que las estructuras de los partidos políticos monopolicen la confección de las listas electorales (cerradas y bloqueadas, aunque esto encuentre cada vez más fuerte contestación) y por lo tanto predeterminen la composición de la representación democrática de la ciudadanía, sin que asegurar la presencia de mujeres en los escaños y concejalías sea una prioridad para todas las fuerzas concurrentes. Los dos aspectos son sensibles, porque subsisten con fuerza impedimentos de hecho –contextos, actitudes, estructuras, limitaciones socioeconómicas, etc.- a la asunción de responsabilidades representativas por las mujeres; y porque los partidos políticos no escapan a las inercias sociales, una de las cuáles es minusvalorar la discriminación subrepticia que aún juega en contra de las mujeres.
Hasta el momento, el criterio imperativo había quedado establecido, no sin polémica ni críticas, en la Ley Orgánica 3/2007, para la Igualdad Efectiva de Hombres y Mujeres, que, admitiendo algunas excepciones, requiere la composición equilibrada de listas electorales de forma que en el conjunto de la lista las personas que la integran de cada uno de los sexos supongan como mínimo el cuarenta por ciento, manteniendo esa proporción mínima en cada tramo de cinco puestos. Ahora es un principio comúnmente admitido -salvo para los recalcitrantes- pero conviene recordar que fue singularmente el PSOE quien predicó con el ejemplo estableciéndolo previamente como norma interna en la confección de sus listas y quien puso su empeño en elevarlo a requisito legal.

Dar el paso siguiente y garantizar la paridad a través de listas cremallera, como plantean para lo sucesivo los órganos internos del PSOE, tiene sentido en cuanto proyecta una vocación igualitaria terminante, con pretensión de asegurar plena representatividad y superar cualquier clase de discriminación indirecta y latente, como las que a diario se manifiestan, a veces de forma mucho más abierta, en otros aspectos de la vida cotidiana distintos del de la participación política. La decisión libre y legítima del PSOE tendrá, a buen seguro, un efecto positivo en el sustancial cambio de paradigma que representa el avance hacia la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.

Publicado en Asturias Diario, 29 de marzo de 2014.

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