Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

18.9.09

DE PUÑOS Y SÍMBOLOS


Es curioso que el debate público haya tenido en los últimos días a los puños en alto de Rodiezmo como protagonistas, y a la vez como argumento para la crítica descarnada al Presidente del Gobierno, sometido a una nueva tormenta de descalificativos de toda clase en algunos medios de comunicación. Todo esto sucede cuando Zapatero lleva aceptando desde hace ya varios años la invitación para acudir a la campa leonesa, así que no hay novedad en su asistencia. Ahora ha sido objeto de atención, a diferencia de otras ocasiones, quizá porque los ánimos de los adversarios están aún más encrespados de lo habitual. La furibunda arremetida de comentaristas conservadores y representantes del PP contra los gestos de la izquierda –pañuelo rojo, puño en alto y canto de La Internacional socialista-, tiene una espesa carga de rabia bastante irracional, que proviene de cierta mala conciencia de la derecha, que en España viene de donde viene, y que nunca ha dado ni un milímetro de confianza a cualquier gobernante progresista (recordemos los habituales insultos a Felipe González, no hace tanto).
Lo primero que hay que recordar es que la Fiesta Minera Asturleonesa de Rodiezmo, que tiene ya una importante tradición y ha adquirido una notoria relevancia pública, no la organiza ni el Gobierno ni el PSOE, sino el sindicato UGT a través de su federación minera. Es un acto de defensa de un sector –la minería del carbón- y un territorio –las comarcas mineras de Asturias y León-, pero también es un evento de reivindicación sindical e ideológica, que pretende entroncar con la trayectoria histórica de lucha por los derechos de todos los trabajadores, combate que siempre requirió demostrar fuerza y tenacidad y que no se hizo –ni se hará- sólo con beatíficas apelaciones. En ese contexto, no debe extrañar la utilización de los símbolos tradicionales de los movimientos de los trabajadores, y no tiene que sorprender que se empleen con carácter conmemorativo y para recordar los ideales más elementales de los que se nutre la izquierda desde los albores del movimiento obrero: la igualdad y la solidaridad entre los trabajadores. Por otra parte, aunque se pretenda distorsionar la asistencia del Presidente, pintándolo como un radical ultraizquierdista por participar en este tipo de actos, se trata sólo de una caricatura interesada por los críticos, puesto que, como es sabido, no es la UGT un sindicato antisistema ni el PSOE un partido extremista; ambas son organizaciones de orientación socialdemócrata que han evolucionado con la sociedad –por eso tienen una elevada representatividad-, que han adaptado las respuestas sindicales y políticas, respectivamente, a las realidades con las que han tenido que bregar, sin renunciar a su historia (sin santificarla tampoco, admitiendo, en perspectiva, los errores) y tratando de hacer prevalecer legítima y democráticamente sus postulados en el debate de ideas y estrategias.
Personalmente, creo que, aunque a veces se abuse de los símbolos, y aunque no sea muy partidario de recrearse en éllos más de lo necesario, los emblemas juegan aún un papel del que no hay que desprenderse a las primeras de cambio. Además, no es equiparable la antigüedad de un símbolo con su supuesta inutilidad o la pérdida de su valor. Y en modo alguno me parecen tolerables las comparaciones hechas por los dirigentes del PP –esos que utilizan la palabra “sindicalista” como insulto-, entre los símbolos de la lucha obrera y los del fascismo. Por cierto que, si de hacer comparaciones se trata, prefiero que el Presidente abra el curso político en un acto sindical de discursos, fraternidad y tortilla de patata, que en una cena con VIPs demasiado aficionados a los bolsos de Vuitton y los trajes a medida.
Puedo entender que a los menos versados en el análisis político e histórico les llame la atención la utilización, en algunas circunstancias, de determinados símbolos. La inalterabilidad de éstos a veces permite cuestionarlos, pero esto no sólo sucede con himnos o gestos partidarios. Por poner un ejemplo palmario, La Marsellesa, que, más allá de su componente nacional, a no pocos evoca la pasión de quien se libera del yugo (y que dio pie a momentos cinematográficos inolvidables como su canto en el Rick´s Café de Casablanca), incluye entre sus estrofas llamamientos a que corra la sangre impura de los enemigos, inflamando al personal para la milicia. Así que, al igual que en París sustituyeron la guillotina por el obelisco egipcio y llamaron al cadalso Plaza de la Concordia, que no se asuste la CEOE, ni Rajoy, ni su primo escéptico porque en Rodiezmo se cante a favor de hundir el imperio burgués.

Publicado en Oviedo Diario, 12 de septiembre de 2009.

10.9.09

ALGO MÁS QUE FIESTAS DEL PUEBLO


Durante los meses de verano centenares de pueblos y parroquias de toda nuestra Comunidad celebran sus respectivas fiestas patronales, como bien nos muestra Fusión Asturias en el repaso al folklore y los atractivos turísticos que incluye mensualmente en el muestrario de los diferentes municipios. Las fiestas populares se concentran principalmente en la época estival al calor de prolongadas tradiciones (muchas de ellas relacionadas con el ciclo de las actividades productivas), acontecimientos históricos o invocaciones religiosas que no son ya eje fundamental de la actividad festiva, pero que dieron origen en su momento a la celebración distintiva de cada villa o aldea, y que ahora se rememoran.
Mucho han cambiado las cosas en las zonas rurales asturianas desde los tiempos en los que estas festividades representaban un evento de total referencia e identificación para los habitantes de las diferentes localidades, hasta el momento actual, en el que para muchos el vínculo con su respectiva patria chica –que las más veces es ya la de los padres o abuelos- tiene una naturaleza bien distinta a la de entonces. Nuestro mundo rural ha cambiado, en una o dos generaciones, a una velocidad bastante más rápida de lo que pensamos, bien porque ha quedado englobado en las áreas de influencia de los núcleos urbanos, bien porque ha conseguido superar con éxito las principales dificultades en el acceso a los servicios esenciales, o bien, en el peor de los casos, porque la evolución demográfica le ha restado población y, con ella, cierta vitalidad, aunque los estándares de vida sean ahora muy superiores a los de épocas relativamente recientes.
Hoy sin embargo, los pueblos de Asturias viven la extraña paradoja en la que, aun habiendo perdido el protagonismo en la definición primera de la realidad actual asturiana y, si se puede decir así, de su identidad, continúan captando una particular atención y desplegando un especial dinamismo en el mantenimiento de una tradición festiva que en las ciudades sólo pervive en algunos barrios –los menos- que conservan ciertos caracteres diferenciados (ya muy desdibujados). Esa actividad festiva ofrece, además, la mejor oportunidad para reunir en torno a sí a todos aquellos que en algún momento, sobre todo por las raíces familiares, y en muchos casos por recuerdos personales vinculados a su infancia, tuvieron en cada pueblo o aldea una parte importante de su código sentimental y de su identificación con un territorio.
Esta tarea, proseguida no sin importantes dificultades, es posible gracias al esfuerzo desinteresado de modestas sociedades de festejos y asociaciones culturales de lo más diverso, desperdigadas por el territorio, y que a veces, cuando las circunstancias son singularmente complicadas, se encuentran con problemas para asegurar su continuidad, inevitables intermitencias, limitados apoyos institucionales o escasos patrocinadores privados. Además, en muchas ocasiones, no por casualidad sino por expresión de un compromiso con lo colectivo, son los mismos que se esfuerzan en mantener viva la actividad festiva quienes, en otras facetas, sostienen el movimiento vecinal o las iniciativas culturales que demuestran el amplio y rico caudal de vida que sigue fluyendo en nuestro medio rural, a contracorriente.
A todos ellos, capaces de sostener una tradición y de reverdecer el vínculo histórico que muchos de nosotros –urbanitas ya irredimibles e irremediables- tenemos con el pasado rural de Asturias y sus pueblos y aldeas, les debemos sincera gratitud y merecido homenaje.

Publicado en Fusión Asturias, septiembre de 2009.