Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

7.3.07

CIUDADES IRRECONOCIBLES

Cuando este artículo sea publicado es muy posible que ya hayan cerrado definitivamente los multicines Brooklyn de Oviedo, y, con ellos, desaparezcan las salas de proyecciones en el casco urbano, transmutadas en nuevos supermercados. Llámenme romántico, pero la caída, como piezas de dominó, de todas y cada una de las salas de cine que recuerdo de mi infancia (Real Cinema, Principado, Clarín, Minicines, Ayala) me produce una profunda tristeza, y me invita a pensar en los nuevos senderos que han tomado nuestras ciudades. A partir de ahora, para ir al cine tendremos que sortear, queramos o no, un bombardeo de escaparates y ofertas, carros de la compra y grupos de adolescentes que pasan la tarde en el centro comercial. Aprenderemos a soportar un hilo musical que se acelera cuando las tiendas están llenas para incitar a la rápida compra. Suspiraremos apiñados en las colas de las taquillas. Nos sentiremos, antes de llegar a la sala de cine, hormiguitas en un desfile de consumo rápido, despersonalizado e irreflexivo.
La reducción de las salas de cine a apéndices de los centros comerciales va con el ritmo de los tiempos. No se espera de nosotros que vayamos dando un paseo al cine, ni que veamos una película flotando entre el silencio de la concurrencia, ni siquiera que comentemos la jugada al finalizar la proyección; y por supuesto no se nos exige rumiar una reflexión motivada por la película. Lo que quieren es que vayamos en coche al centro comercial, consumamos perritos calientes y nachos mientras vemos “La pasión de Cristo” (esto lo he visto yo a un vecino de butaca con mis propios ojitos), chismorreemos siempre que podamos, y al finalizar la proyección nos vayamos de compras antes de que se nos ocurra preguntarnos cualquier cosa sugerida por la película. El sistema ya ha conseguido que el cine forme parte, en buena medida, de su engranaje, comprimiendo toda posibilidad transformadora del séptimo arte entre el huracán de los centros comerciales, quintaesencia del modo de vida que nos proponen. Más temprano o más tarde se les ocurrirá alguna estratagema similar (alguna más acertada que los horribles best-sellers que nos inundan) para reconducir la lectura a una actividad inocua para el poder establecido; quizá ni les haga falta mientras los niveles de lectura desciendan y el analfabetismo funcional crezca. Menos mal que todavía nos queda internet como ventana de libertad (acosada, eso sí).
La desaparición de las salas de cine urbano viene de la mano de una transformación de nuestra estructura comercial conectada con profundos cambios de la fisonomía urbana. Los ejes comerciales de barrio languidecen, particularmente en Oviedo, mientras las grandes cadenas de establecimientos y los centros comerciales de nuevo cuño crecen sin limitaciones más o menos efectivas. Un par de datos estadísticos para ilustrar la afirmación: mientras Asturias tiene el 2,6% de la población de España, tiene el 6,1% de la superficie de supermercados e hipermercados; y en los últimos 4 años se ha puesto en marcha el 30% de la actual superficie de supermercados e hipermercados en Asturias. Los barrios pierden tiendas y personalidad, y el punto de encuentro deja de ser la plaza, la calle o la terraza, pasando a ser la escalera mecánica del centro comercial. Se quiebran círculos colectivos –el grupo de vecinos- y se debilitan relaciones personales –el comprador con el comerciante del barrio-. Ningún centro comercial será jamás un ágora en el que se debate sobre el devenir de las cosas: al pasar su puerta sólo somos un número más en su lista de fieles consumidores-adeptos.
Con el cierre de los Brooklyn, en definitiva, damos un paso más para acercarnos al escenario distópico que fabula Saramago en “La caverna”: el macrocentro de comercial propone y dispone de nuestras pautas de consumo y de conducta, nos ofrece seguridad sin libertad, aburrimiento sin sobresaltos e ignorancia sin contratiempos.

Publicado en la revista Fusión Asturias, marzo de 2007.

CASAS SIN GENTE, GENTE SIN CASA

¿Cuántas viviendas vacías hay en su portal? Fíjense en los buzones correspondientes al resto de viviendas de su edificio y encontrará muchos de ellos atiborrados de propaganda sin recoger o sin identificación de sus residentes. Este fenómeno se produce especialmente en los edificios construidos en los últimos años, en los que, pese a haberse vendido la totalidad de los pisos, muchos de ellos permanecen sin ser ocupados durante un periodo prolongado.
Seguro que comparte la misma impresión que yo al observar en nuestro entorno viviendas vacías, fervor constructivo por doquier y nuevos barrios puestos en pie en unos años. Podría ser sólo una impresión subjetiva y parcial, pero los datos objetivos son elocuentes. En la actualidad se estima que entre 15.000 y 20.000 viviendas del municipio de Oviedo se encuentran vacías. Las cifras varían sustancialmente dependiendo de la fuente. Si tomamos la referencia más segura, y al mismo tiempo conservadora y un tanto desfasada, correspondiente al Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística de 2001, vemos que en aquel momento de un parque de vivienda que en total sumaba 96.226 viviendas, 13.927 se encontraban vacías (un 13,8%) y 6.147 (6,4%) eran viviendas secundarias de sus propietarios. Hoy día la cifra seguramente es notablemente superior, considerando la vorágine urbanística que vive nuestra ciudad.
Pese a esta situación, se continúa construyendo, reclasificando y urbanizando suelo, ampliando los límites de la ciudad. Además, previamente a la última modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), según los datos de la Dirección General del Catastro correspondientes a 2004, del total del suelo con la clasificación de urbano o urbanizable, el 33,6% no había sido desarrollado o edificado, sumando un total de 5.115.392 m2. Es decir, las previsiones de urbanización y edificación del anterior PGOU no habían sido agotadas en su totalidad, ni mucho menos. Sin embargo, el Equipo de Gobierno del PP apostó por clasificar como urbanizables nuevos suelos en entornos de vocación marcadamente rural, como la zona oeste del municipio o La Manjoya. Como en otros casos, los edificios se construirán y los servicios públicos básicos llegarán una década después.
Nunca hubo tanto suelo urbanizable o urbano en nuestro municipio; nunca el parque de vivienda fue tan amplio; nunca hubo tantas viviendas vacías. Y al mismo tiempo, las opciones de acceder a una vivienda nunca fueron tan limitadas para los ovetenses, en particular para la población joven. Se estima que un joven ovetense que quiera emanciparse debería pagar de media 10 veces su salario íntegro anual para adquirir una vivienda, cuyo precio se ha incrementado en la última década 8 veces más que los salarios. El resultado ya lo sabemos: el endeudamiento de las familias es mayor que nunca, y los jóvenes no se emancipan en nuestra ciudad hasta pasados los 30 años, por término medio. El acceso a la vivienda se ha convertido en una fuente de feroces desigualdades, y las dificultades para la emancipación juvenil están ocasionando una quiebra generacional.
Mientas tanto, la actuación de Gabino de Lorenzo sigue alentando las causas de este problema. Con su política urbanística el Ayuntamiento favorece la retención especulativa y la acumulación de la propiedad inmobiliaria en pocas manos, en detrimento de la mayoría de los ciudadanos. Al mismo tiempo, se intensifica un incipiente desequilibrio social, estratificando y distribuyendo el emplazamiento de la población en función de rentas, edades e incluso procedencia nacional, considerando las dificultades del colectivo inmigrante en el acceso a la vivienda. Las grietas que la desigualdad genera en los cimientos de la cohesión social comienzan a ensancharse, y la política del Ayuntamiento de Oviedo contribuye a este inquietante proceso.

Publicado en Oviedo Diario, 3 de marzo de 2007.