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17.8.08

OVIEDO A OSCURAS


Se acabó la fiesta en la capital. Después de los más de 17 años de Gabino de Lorenzo en la Alcaldía, en los que predominaron, principalmente en los primeros mandatos, la facilidad y alegría en el gasto, las elevadas inversiones –discutibles en no pocas ocasiones en cuanto a su forma y fondo- y el fuerte desembolso en las actividades más variadas de lucimiento y ostentación, de un tiempo a esta parte todo son piruetas argumentativas para justificar las enormes dificultades económicas que atraviesa el Ayuntamiento de Oviedo, lejos ya los tiempos de bonanza. Primero fue la “economía de guerra”, acompañada de un parón en la actividad inversora municipal que todavía perdura; después el imaginario cerco a Oviedo para achacar a terceros las responsabilidades propias y de paso distraer la atención sobre las carencias municipales; y finalmente se aduce la repentina vocación medioambientalista del Alcalde para explicar el recorte de las luminarias encendidas en las calles, como si tal giro copernicano no tuviese que ver con la imperiosa necesidad de aminorar los gastos corrientes.
Detengámonos un poco más en este último ejemplo porque es símbolo del desplome de una forma de proceder que ha marcado estilo. Durante años, se criticó abiertamente desde la oposición municipal y desde los movimientos ecologistas el dispendio derivado de una política de alumbrado populista, en virtud de la cuál se instalaron masivamente farolas de grandes dimensiones y estilo isabelino, costosísimas, de elevado consumo, muy aparentes pero francamente ineficientes por cuanto proyectan a su alrededor la luz sin excepción, en lugar de perseguir la iluminación prioritaria de la vía pública. A estas críticas el Alcalde y su Equipo de Gobierno han venido contestando con su retahíla habitual de consignas, basadas fundamentalmente en el carácter poco menos que infalible de las decisiones del primer edil, en la acusación de antiovetentismo a todo aquel que ponga en tela de juicio el proceder del Ayuntamiento, y directamente en la burla de los poderosos argumentos favorables a un consumo eléctrico racional y a la adecuada combinación de estética, funcionalidad y eficiencia energética que deben perseguir estos elementos del mobiliario urbano.
Unos años después, se ha convertido en realidad lo que se vaticinó con escaso respaldo por algunos –y que, ciertamente, entonces parecía improbable-, al aventurar que más temprano que tarde los servicios básicos que el Ayuntamiento debe prestar padecerían los efectos de la crisis económica municipal de forma muy visible. El anuncio de que en las farolas de cinco brazos sólo se iluminarán dos de las luces, y una en las de tres brazos, es la triste consecuencia de la mezcla de los ingredientes que forman la cultura política del llamado gabinismo: improvisación, oportunismo, desprecio a las opiniones de quienes advirtieron de los problemas de este modelo, deterioro en la gestión y degradación de los servicios públicos.
La cosa no sería tan grave si no se tratase de una muestra de la inquietante tendencia que se vive en el municipio, puesto que son ya numerosos los síntomas de agotamiento del modelo imperante que se ceban precisamente en aquellas actuaciones que fueron particularmente simbólicas en los llamados planes de choque de los años 90. Las acuciantes deficiencias del mantenimiento de las vías son otro de los ejemplos en este sentido: asfaltos rebacheados, baldosas agrietadas, deterioro estético y disfuncionalidad, etc. Otro de los buques insignias del modelo político local, como es la delegación en las empresas privadas de las iniciativas urbanizadoras y la política de vivienda, también hace agua: la suma de la crisis del sector inmobiliario con la hiperdependencia municipal de los ingresos provenientes de esta actividad, tendrá como efecto no sólo el agravamiento de las estrecheces económicas municipales, sino también el previsible naufragio o de operaciones urbanísticas de envergadura, como las de La Manjoya o Montecanales.Como resultado, el Alcalde de Oviedo, que durante un tiempo pudo vivir políticamente de las rentas de una transformación urbana desarrollada en los años 90, que era en parte necesaria y que recibió el respaldo ciudadano, hoy, muy lejos de ofrecer proyectos de relevancia para liderar la ciudad, apenas es ya capaz de mantener la parte positiva que pueda quedar de los logros de aquel periodo.

Publicado en Fusión Asturias. Julio de 2008.