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5.11.08

HISTORIA DE UN AVIADOR ASTURIANO


Santa Eulalia es una aldea de la parroquia de Riberas, en el concejo de Soto del Barco, en la que apenas vive hoy una decena de habitantes, y que, sin embargo, ha esparcido a lo largo de la historia a sus hijos por numerosos países, como resultado de las oleadas de emigrantes que a finales del siglo XIX y principios del XX buscaron fortuna, principalmente haciendo las Américas. Junto a aquellos asturianos que probaron el trago del desarraigo se encontraba Antonio Menéndez Peláez, nacido en 1902 en Santa Eulalia, y cuya historia personal es hoy desconocida para muchos de sus paisanos, pero no para el pueblo cubano que le acogió. Y es que el deseo de dejar atrás las penurias por las que pasó la Asturias rural en aquellos tiempos ha sembrado el olvido sobre el pasado migratorio de los asturianos. Por otra parte, no sobra apuntar que la memoria de los indianos, aquellos que pudieron regresar con éxito y que compartieron parte de sus riquezas con la comunidad –construyendo fuentes y escuelas, arreglando caminos, etc.-, no deja de ser una parte, la más recordada en este caso, de la aventura de los asturianos en el exterior. Otros muchos emigrantes asturianos echaron raíces para siempre en su país de acogida, no regresaron, y contribuyeron, en algunos casos de forma muy notable, al progreso económico, social y cultural de la que pasó a ser su patria, compartida con ésta que le vio nacer.
Antonio Menéndez Peláez pertenece a este segundo grupo, puesto que aunque prácticamente olvidado aquí, es honrado en Latinoamérica como pionero de la aviación en unos tiempos remotos en que lo que hoy es un modo de transporte con el que estamos familiarizados, era en aquel momento una arriesgada y heroica hazaña. Antonio Menéndez Peláez llegó siendo adolescente a Cuba, pero los avatares, el azar, y sobre todo su esfuerzo de superación, le convirtieron en el primer aviador iberoamericano que cruzó el Océano Atlántico desde el nuevo continente hasta Europa. Culminó su gesta el 17 de febrero de 1936, aterrizando en el aeródromo de Tablada (Sevilla), a bordo de un Lockheed Sirius, de madera forrada con tela, sin radio, en solitario, tras 12.606 km y en un tiempo real de vuelo de 61 horas, con salida desde Camagüey (Cuba) y tras seis etapas, una de las cuáles –la más peligrosa y decisiva- consistió en el trayecto desde Natal (Brasil) hasta Bathurst, hoy llamada Banjul (capital de Gambia), en la costa occidental africana. Su llegada a España fue acogida con entusiasmo, en aquellos tiempos propicios al reconocimiento a los aventureros del aire, otorgándosele distinciones como la Orden de la República y el título de Hijo Adoptivo y Huésped de Honor de la ciudad de Sevilla. El viaje de Menéndez Peláez era así mismo la réplica y homenaje a los aviadores españoles Mariano Barberán y Joaquín Collar, que en 1933 realizaron el trayecto Sevilla-Camaguey (el que a la inversa hizo Menéndez Peláez), y que perecieron en accidente aéreo poco después de haber llegado a su destino en Cuba. Menéndez Peláez, en recuerdo de Mariano Barberán, entregó a los padres del aviador español una antigua moneda de oro que fuera de aquél, en un acto de hermanamiento que se reveló premonitorio por el aciago destino que también correría el piloto asturiano. Tras una breve estancia en España, con paso obligado por Madrid, donde fue recibido por Niceto Alcalá Zamora, Presidente de la II República, partió Menéndez Peláez de regreso a Cuba en barco desde el puerto de Santander; quién sabe si en aquella visita a España pudo retornar a Santa Eulalia de Riberas a su casa natal, con su familia, cuyos descendientes, algunos residentes aún en Riberas, son quienes mantienen vivo su recuerdo en Asturias. Lo que es seguro es que nunca más pudo regresar, ya que el 29 de diciembre de 1937, mientras participaba en el vuelo panamericano denominado “Pro Faro Colón”, falleció en accidente de aviación en Cali, Colombia, en un trágico final similar al de otros que quisieron alcanzar nuevos hitos en el progreso del hombre.
Antonio Menéndez Peláez fue hijo de un tiempo propicio al desafío y la conquista, a la bellísima temeridad de los aventureros que, como él, proviniendo de orígenes humildes, fueron capaces de superar obstáculos en pos de sus sueños. Su nombre, historia y recuerdo, bien merece ser evocado.

Publicado en Fusión Asturias, noviembre de 2008.

2 Comments:

Blogger Daniel said...

Historia entrañable, la del aviador asturiano. Saludos.

18:37

 
Blogger mariaanna said...

Por favor disculpe mi atrevimiento.
He leido su comentario sobre el aviador asturiano,precisamente buscando información sobre el ya que estamos escribiendo en cuba
un articulo sobre su vida. Y la verdad es que apenas si encontramos algo mas que pequeños articulo.Le pido si es tan amable y me puede ayudar almenos en indicarme donde puedo buscar sobre su vida.
Tambien llamamos al ayuntamiento de vigo para informarnos sobre su pueblo natal y tampoco sabian nada
ni siquiera que el pueblo existe.
Bueno se lo agradeceria si me informa de algo, me seria de mucha ayuda.
Gracias.
Saludo Maria

01:35

 

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