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20.1.08

PRÓRROGA PRESUPUESTARIA: UNA Y NO MÁS


La Junta General del Principado de Asturias acaba de tumbar, con los votos de PP e IU, el Proyecto de Presupuestos para 2008 de nuestra Comunidad Autónoma. Por primera vez el actual Presidente del Principado y su Consejo de Gobierno tendrán que apañárselas con el presupuesto prorrogado, con las dificultades que ello entraña para la gestión de las prioridades de la actuación del Ejecutivo. Claro que la prórroga no es una catástrofe regional ni la definitiva parálisis institucional, pero no conviene restarle gravedad, porque los Presupuestos son el principal instrumento para plasmar en la práctica los planteamientos de cualquier gobierno.

De todas maneras, a nadie puede extrañar que el Gobierno no consiga sacar adelante su proyecto presupuestario si no cuenta con un apoyo estable en la Junta General que represente al menos la mitad más uno de los miembros de la Cámara. Este Gobierno tiene plena legitimidad democrática, pero una endeble base parlamentaria, y en nuestra Junta General las posibles combinaciones son mucho más reducidas que lo que sucede en las Cortes Generales, en las que hemos asistido en estos cuatro años a diferentes y cambiantes alianzas. Aquí las cosas están claras desde el inicio, porque el aliado parlamentario de referencia para el PSOE, que es en este caso IU, ya ha dejado claro que o entra en el Gobierno o se confrontará como fuerza opositora, sin prestarse a apoyos parlamentarios ni puntuales ni permanentes. Puede ser la de IU una postura inflexible, interesada y equivocada, sobre todo porque supedita la necesidad de los presupuestos autonómicos a su concreta estrategia partidaria; y además puede traer como consecuencia la singular confluencia en la negativa permanente de quienes supuestamente están, desde el punto de vista ideológico, en las antípodas (IU y PP). Pero no es menos cierto que ni engañan a nadie –han dejado clara su posición desde el día después de las últimas elecciones- ni es ilegítima su aspiración de entrar en el Gobierno si éste quiere recibir su respaldo de forma continuada.

Entre tanto, las especulaciones sobre el derrotero de esta legislatura autonómica son variopintas. Parece ser que no se descarta, una vez que concluya el periodo electoral que se avecina en todo el Estado, la reedición del ejecutivo de coalición de PSOE e IU, o que esta última fuerza política rectifique y se avenga a prestar apoyo parlamentario estable sin formar parte del Gobierno. La versión más sombría de las predicciones apunta a un Gobierno en minoría parlamentaria durante cuatro años, dispuesto a hacer lo que buenamente pueda sin un nuevo presupuesto ni ahora ni en toda la legislatura.

De todo este escenario cabe extraer, como poco, tres reflexiones. En primer lugar, no es posible, ni elegante, ni práctico que un gobierno perviva indefinidamente prorrogando el presupuesto. Desde los albores del parlamentarismo británico –el de más honda raíz en Europa-, cuando un gobierno no saca adelante su presupuesto (y mucho más si se repite la situación durante dos años), debe revisar los apoyos parlamentarios con los que cuenta y, si no consigue incrementarlos, promover la convocatoria de elecciones. La estabilidad parlamentaria de cualquier gobierno es un valor fundamental y no accesorio. En consecuencia, si durante 2008 no se aprueba, aunque sea tarde, el presupuesto, y para los de 2009 se repite esta representación, lo mejor será permitir que las urnas decidan. En segundo lugar, cabe constatar que las costuras de nuestro sistema institucional estatutario vuelven a apretar y dificultar las salidas, porque ni en el primer periodo de sesiones ni el último año de legislatura es posible convocar elecciones, y además la Junta General que salga de ellas simplemente completará el mandato hasta 2011, como si esas elecciones anticipadas fuesen de segunda y nuestra Asamblea Autonómica interina. Esta limitación es una antigualla que no se corresponde con el actual grado de desarrollo autonómico ni con las necesidades de la realidad parlamentaria. Finalmente, y como tercera conclusión, nuevamente se contempla una cierta falta de madurez institucional en Asturias, con verdaderas dificultades para que la dinámica política no entorpezca la propia capacidad de crecimiento de nuestra Comunidad. Sin un reconocimiento de la anomalía que significa esta situación la consecuencia puede ser su asunción como admisible o inevitable. Y, a su vez, de ahí al bloqueo político e institucional hay sólo un paso.


Publicado en Fusión Asturias. Enero de 2008.