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5.10.07

LOS QUE SE VAN Y LOS QUE SE QUEDAN

Sobre la emigración de jóvenes asturianos a otras Comunidades Autónomas o al extranjero para encontrar empleo, se han dicho muchas cosas, y en no pocas ocasiones se ha caído en el victimismo, la exageración y la demagogia. Ni es cierto que se vayan 18.000 jóvenes titulados universitarios todos los años –no quedaría ni uno ya en Asturias-, ni trabajar más allá de la cordillera es una condena de infaustas consecuencias. Este tipo de discursos quejumbrosos tienen mucho que ver con la dinámica de gestión de crisis en la que durante años se ha movido la realidad política asturiana. Pero los tiempos han cambiado, la situación es mucho más halagüeña –pese a las persistentes dificultades-, y continuar asentados en el lamento no conduce a ningún lugar.Ahora bien, claro que la movilidad laboral de los jóvenes asturianos existe, incide en nuestro mercado de trabajo y afecta a miles de familias asturianas. Negar o minusvalorar este fenómeno es un error considerable. Todos conocemos a algún joven que se ha marchado o que está a punto de hacerlo. Muchos lo hacen porque han encontrado mejores oportunidades laborales fuera de Asturias, en un ambiente de mayor actividad económica y mejores expectativas para emprender actividades empresariales. Pero hay que tener en cuenta que para muchos de los nuevos emigrantes la experiencia no es desgarradora sino instructiva y enriquecedora. El emigrante asturiano ya no parte del Musel con apenas 20 años y poco más que la necesidad aguijoneando y una brizna de esperanza en las tierras americanas, dispuesto a sufrir un desarraigo feroz por no volver a ver su hogar y los suyos, como hace un siglo. Ahora el joven que encuentra una alternativa laboral en Madrid, Bruselas o Londres puede perfectamente mantener sus vínculos con Asturias, y no sale de casa desahuciado sino con formación –universitaria, muchas veces-, apoyo familiar y la seguridad de que salta con red. Claro que el apego de la tierra tira mucho, despierta un sentimiento de pertenencia a un colectivo, y alimenta la señaldá, que es un recuerdo plácido pero también melancólico. Ahí tenemos a miles de nuevos emigrantes haciendo gala de asturianía, revitalizando las comunidades asturianas en el exterior, aportando una visión moderna de lo que representa el proyecto migratorio, con iniciativas como las nuevas asociaciones al estilo de Asturianos en Madrid, Asturianos en Bruselas o Asturianos en EEUU.Cabe decir más; que la situación del nuevo emigrante asturiano no es especialmente dramática lo atestigua el creciente deseo de emulación que despierta la aventura migratoria en muchos de los jóvenes que se quedan. Y no sólo por las eventuales ventajas en cuanto a oportunidades laborales se refiere, sino también por el deseo de vivir nuevas experiencias, conocer otras realidades sociales, entremezclarse en las corrientes de las grandes ciudades o apreciar el dinamismo social y cultural del que quizá andamos escasos en Asturias. Puede que sea ése el verdadero problema que late detrás de este fenómeno, porque no son pocos los jóvenes que, en parte justificadamente, empiezan a creer que para hacer algo diferente o nuevo, ya sea desde el punto de vista profesional, creativo o social, es mejor tomar el camino de salida que intentarlo desde Asturias. Incluso a veces, cuando las tempestades ocasionales arrecian, los que, por el momento, hemos decidido pelear por esta tierra desde esta tierra, debemos confesar que también nos desvela ese sentimiento. Si nos dejásemos llevar –lo cuál no es necesariamente negativo-, algún día, al pasar el Huerna, tendríamos que decir aquello de "el último que se vaya, que apague la luz".
Publicado en Fusión Asturias. Octubre de 2007.

1 Comments:

Blogger Cristina said...

Hola Gonzalo;
No sé si es magia, o por el contrario que se perfila mi destino.
Soy una vasca crecida en Granada pero que se ha tenido que buscar la vida en Madrid, y desea con todas sus ganas vivir en Asturias.
Al igual que tú, soy abogada, y al menos, en Granada, es imposible abrirse un camino, supongo que como en Oviedo o en Gijón, puesto que son ciudades con menos posibilidades en muchos aspectos.

Para alentarme un poquito a mi misma, leo tu post como "los que se van, los que se quedan y los que llegan".

Un saludo,

Cris

23:33

 

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