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8.4.12

EXHIBICIÓN DE TROFEOS

No me gusta ni un pelo la grosera demagogia que prácticamente atribuye los problemas macroeconómicos de los países del Sur de Europa al sometimiento a las políticas de austeridad y consolidación fiscal cuya imposición atribuyen exclusivamente al Gobierno alemán de Ángela Merkel. Creo que es una forma absurda –patética, incluso- de exculpar los problemas propios buscando una causa ajena, denunciando una maléfica mano negra que los causa; composición que además casa mal con el estilo de la Canciller, que no es precisamente de gesto fiero por muy alemana que sea. Me temo que tenemos suficientes paladines autóctonos de la disminución de lo público y del neoconservadurismo en boga: no nos hace falta buscarlos afuera ni endosar la responsabilidad a los germanos y los eurócratas. A su vez, de nada sirve repudiar a las instituciones comunitarias –hace dos días benefactoras pero hoy pintadas como madrastras- y negar que tenemos un serio problema de financiación pública y privada, agravado por la desbocada especulación pero crudamente real en su esencia.

Otra cosa bien diferente es el derecho, la necesidad diría, de analizar críticamente si el camino actual de tratamientos de choque, remedo europeo de los ajustes estructurales en otro tiempo aplicados por el FMI en otras latitudes, no acabará creando, por su intensidad y ritmo, un problema mayor del que pretende solucionar, dejando de lado, además, algunas de las causas estructurales de la crisis para centrarse en la ideológica tarea de reducir el sector público a su mínima expresión. Y, del mismo modo, convendría que los gobernantes más entusiastas de la agenda de recortes y privatizaciones tuviesen algo más de cuidado en su puesta en escena de alumnos aventajados, porque van a acabar dando pábulo a la exagerada interpretación que nos sitúa poco menos que como apéndices de Berlín. El hecho de que Rajoy dé en primicia explicaciones del Proyecto de Ley de Presupuestos Generales en entrevista privada a Volker Kauder (líder parlamentario de la CDU), antes que a las Cortes Generales o a la opinión pública, es cuando menos poco decoroso, sobre todo después de semanas jugando al gato y al ratón con los medios de comunicación para dar con cuentagotas apuntes sobre el tipo de recortes que pueblan las cuentas del Estado para este año.

El caso es que llueve sobre mojado porque ver a nuestro Presidente en el Consejo Europeo presumir, medio en broma medio en serio, sobre la huelga general que aventuraba -¡casi convocaba de oficio!- como consecuencia de la entonces proyectada reforma laboral, no fue precisamente inteligente. El campeonato de indiscreciones y el prurito neoliberal ante los profes de la Comisión europea siguió con Luis de Guindos, todo ufano al anunciar que la reforma sería extremely agressive, demostrando que en este siglo XXI no sólo hay que saber inglés para abrirse paso y ampliar horizontes culturales y profesionales, sino también para entender a nuestro Ministro de Economía. Aunque al común de los mortales nos sonroje un poco este vulgar y cruel anhelo que parece dominar a nuestro Gobierno, el caso es que desde el 29-M, ya tienen en sus vitrinas el que parecía su ansiado premio y nos tememos que van a por más. El problema es que, si se solazan en esa lógica perversa que consiste en exhibir el descontento popular como prueba de la agudeza de sus políticas, alimentarán una escalada inquietante mientras generan tensiones sociales muy serias. Y, al mismo tiempo, quizá sin saberlo y haciendo realidad aquello de que donde las dan las toman, se convertirán velozmente en candidatos a engrosar la lista de gobernantes sobrepasados por la crisis, objetos de exhibición en la galería de piezas cobradas por los mercados en el maremágnum de la crisis.

Publicado en Oviedo Diario, 6 de abril de 2012.

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