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17.3.08

SE PASÓ DE LISTO


Las elecciones generales del pasado 9 de marzo han deparado una inusual imagen, la de Gabino de Lorenzo derrotado y presentando la dimisión a marchas forzadas. Como lleva desde las municipales de 1987 –que perdió frente a Antonio Masip- sin sufrir una derrota electoral en carne propia, ciertamente una generación entera le hemos visto ganar una vez tras otra, y crecerse con el marchamo de invicto. Quizá esa soberbia y egolatría, alimentada por un PP local en el que nadie le tose y una ciudad que hasta ahora le ha reído o tolerado las gracias, haya sido una de las causas de su pésimo resultado el pasado domingo. Su campaña fue un sainete permanente, pero ni siquiera resultó especialmente ingenioso, y además demostró una falta de respeto por normas democráticas básicas y pautas de buena educación. Cuando uno no contesta entrevistas más que mediante cuestionario prefijado, no se somete a las preguntas de los periodistas en rueda de prensa, no accede a debatir públicamente con el adversario, apenas se mezcla con el electorado al que aspira a representar, se burla e insulta a sus propios compañeros de partido, y establece su rancho particular como sede de operaciones, en vez de un candidato propio de unas elecciones en un país democrático del siglo XXI, se asemeja más a un cacique provinciano y megalómano de la España atávica ya superada.
La guinda la hubiera puesto su “mitin-espectáculo” con Arturo Fernández, suspendido por las trágicas circunstancias del final de la campaña electoral. Pero si hubiese tenido lugar, mi compañero de columna Hugo Morán, número 5 de la lista del PSOE al Congreso de los Diputados, hoy tendría su acta. Porque las cosas serias, y postularse para representar a la ciudadanía es de las que más, hay que hacerlas con un mínimo de serenidad, solidez intelectual, rigor y sindéresis, valores y cualidades de las que Gabino de Lorenzo últimamente anda escaso. Y, aunque la gente quiere que sus representantes sean llanos y tengan sentido del humor, la línea que separa la jovialidad y la originalidad de la payasada es bastante nítida, y ya saben en qué lado se ha situado el Alcalde de Oviedo.
Ahora bien, no conviene olvidar que el Alcalde de Oviedo nuevamente se ha llevado de calle al electorado local. Claro que el PSOE ha tenido un número de sufragios muy importante, y que a la hora de votar han pesado antes que nada las cuestiones de carácter estatal, ya que los debates locales o autonómicos son tangenciales cuando de las elecciones generales se trata. Pero dos conclusiones sí pueden extraerse en el ámbito local tras el 9 de marzo. Por un lado, es indudable que Gabino de Lorenzo tiene un apoyo extraordinariamente sólido en el electorado ovetense, lo que sin lugar a dudas ha influido en que el PP haya ganado en Oviedo por diez puntos de diferencia, en un contexto de descenso de apoyos en toda Asturias. Por otro lado, el PSOE una vez más puede esperanzarse con datos que evidencian que es capaz de crecer 20.000 o 25.000 votos en unas elecciones locales si consigue que quien ha votado a los socialistas en las elecciones generales pueda también hacerlo cuando lo que se juega es la Alcaldía.
La novedad es que, en este escenario, la oposición en el Ayuntamiento de Oviedo, en términos tenísticos, resta para romper el servicio del PP. Y empieza a tener algunas cosas de cara: poco más que variaciones sobre el mismo tema puede ofrecer el Alcalde a la ciudadanía, porque su modelo no da para más; la gestión de la expropiación de Villa Magdalena ha dejado una pesada carga en las arcas municipales, que puede ser una verdadera vía de agua si el Juzgado de lo Contencioso Administrativo obliga al Ayuntamiento a proseguir el procedimiento de retasación de la finca; Gabino de Lorenzo está más de vuelta que de ida, y no tiene entre sus filas un sucesor que ofrezca garantías; y algunos ovetenses que hasta ahora le bailaban el agua empiezan a preguntarse si este señor no lleva demasiado tiempo haciendo, como se dice en Pravia, lo que le da por la gana.

Publicado en Oviedo Diario, 15 de marzo de 2008.