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4.11.07

LA FÁBRICA DE LOZA DE SAN CLAUDIO, ¿PUNTO FINAL?

No se que cuerpo les ha quedado a ustedes después de ver a los operarios de la Fábrica de Loza de San Claudio despedidos o prejubilados quemar las batas minutos después de recibir la comunicación de su destino laboral. El regusto amargo de la escena alcanza a cualquiera con un mínimo de sensibilidad ante los problemas de los trabajadores. La rabia y frustración de ese gesto, perfectamente comprensible, seguramente habrá dejado paso a la tristeza en sus protagonistas, que son los principales damnificados de este proceso, y los que padecerán las consecuencias cuando muchos ya se hayan olvidado de este episodio. El final no ha sido precisamente feliz para 51 despedidos; no es mucho más dulce –aunque más llevadero- para 45 prejubilados.
A la vista del resultado, la sensación de fracaso de la reivindicación laboral, y de la actuación política al respecto es inevitable. Pero, ¿se corresponde con la realidad? Posiblemente sí en parte, porque a lo largo de los últimos años en Asturias hemos asistido a otros conflictos laborales, con perspectivas tan sombrías o más que las que presentaba este caso, en los que finalmente, pese a cierres y reconversiones, al menos se garantizaba un reajuste de plantilla mucho más asumible, con prejubilaciones en condiciones aceptables, bajas incentivadas y recolocaciones. En estos menesteres, mucho tiene que ver el acierto de la estrategia sindical, el grado de respaldo social conseguido y la capacidad de los propios trabajadores para hacerse oír, de forma que los representantes públicos tengan como prioridad evitar la prolongación del conflicto. Ha habido mucho voluntarismo de tonos épicos y no tanta perspicacia y prudencia, lo que, por otra parte, puede entenderse teniendo en cuenta la carga emotiva del debate. En definitiva, algo ha fallado en el caso de la Fábrica de Loza de San Claudio cuando, al menos por el momento, no se han ofrecido alternativas mejores para los despedidos y prejubilados.
Ahora bien, por cruda que sea la realidad, con el sacrificio de tantos puestos de trabajo, no por ello hay que dejar de lado que, sorteando la amenaza que se cernía, finalmente la Fábrica de Loza de San Claudio continuará su actividad. Contra muchos pronósticos, el procedimiento concursal concluye con la aprobación de un convenio de acreedores que permite evitar la liquidación de la empresa, el cese de la actividad y el despido de la totalidad de la plantilla. Y eso sí es un logro, indudablemente positivo, porque el municipio no pierde esta factoría, que, como se han encargado de recordar sus trabajadores, ha permitido proyectar la imagen de San Claudio y forma parte de nuestro ajuar sentimental e histórico, además del doméstico. Más aún, 43 personas mantendrán su trabajo, y eso no es poca cosa.
Conviene, por lo tanto, ser un poco más equitativos en el reparto de culpas. En los últimos días el Comité de Empresa responsabilizaba pública y directamente al Juez de lo Mercantil por admitir el plan de viabilidad presentado por la empresa, que incluía los despidos y prejubilaciones. Pero seguramente, a la vista de la precaria situación, no existía otra alternativa que reducir drásticamente costes laborales para posibilitar que se pudiese presentar con garantías, y en consecuencia aprobar, el convenio de acreedores, evitando con ello la liquidación de la empresa. La decisión se ha demostrado acertada, y las críticas –concentraciones de repulsa incluidas-, injustificadas. Quizá haya que poner el foco con mayor atención en los responsables de la empresa que, al fin y al cabo, son los que no han sabido o no han podido evitar que se llegase a este punto.
Ojalá la Fábrica de Loza de San Claudio no pase otra vez por ese trance y pueda en el futuro vivir tiempos mejores. No será para ello determinante ni la declaración de Bien de Interés Cultural sobre sus bienes muebles e inmuebles, cuestión que con ser importante –puede ayudar a atraer atención sobre la marca- no deja de ser accesoria. Lo que ahora toca es que el plan de viabilidad se cumpla, las Administraciones arrimen el hombro para facilitar las oportunidades de futuro industrial y los trabajadores despedidos puedan recibir el apoyo necesario para su pronta recolocación.
Publicado en Oviedo Diario el 20 de octubre de 2007.