LA HORA DE LA SOCIEDAD CIVIL
Más de lo mismo tras las elecciones municipales del pasado 27 de mayo. Antes que nada corresponde felicitar a Gabino de Lorenzo por revalidar la confianza de los ciudadanos, y desearle que todos los días se haga acreedor de tal respaldo. Pero debo reconocer que mi enhorabuena al Alcalde no puede esconder cierta sorpresa y decepción. Sorpresa porque tras 16 años de mandato su desgaste es mínimo, a pesar de que sus dos últimos mandatos no son sino variaciones sobre el mismo tema, evidenciando un agotamiento evidente de su modelo de gestión. Decepción porque creo que una buena parte del electorado ha votado sin asumir ningún riesgo, y otra parte muy considerable (casi un 40%) ha preferido quedarse en casa antes que apostar por el cambio en Oviedo, que sigue siendo necesario, y que Paloma Sainz puede (y debe) tratar de aglutinar y liderar a partir de ahora.
Como en los prolegómenos de cada nuevo mandato municipal, el Alcalde y los suyos anuncian sus buenos propósitos, aludiendo a la necesidad de diálogo, entendimiento, cercanía a los representados, etc. Mucho me temo, sin embargo, que como ha sucedido desde 1991 hasta el momento, a la hora de la verdad tales compromisos se queden en agua de borrajas. Si hacemos un poco de memoria, podemos recordar como en 2003 el PP se llenaba la boca hablando de su condición de liberales, del ejercicio de democracia radical y transparencia que desarrollarían; incluso adjetivaron su política informativa como la glásnost de la perestroika, lo que, con sólo una pizca de malicia, parecía dejar entrever que hasta la fecha su proceder en la materia se había asemejado a la de la vieja Unión Soviética. De todo aquello, en los cuatro años siguientes, nada de nada. El Equipo de Gobierno municipal es profundamente intervencionista en la vida económica, social, cultural y deportiva del municipio, y muchas veces no lo hace precisamente en pro del interés general; se cierra en banda a poner en marcha cauces elementales para facilitar que los ciudadanos participen activamente en los asuntos públicos locales; y, además, cualquier parecido de la política de comunicación municipal con los criterios básicos de transparencia exigibles es pura coincidencia.
Sigo pensando, pese al resultado electoral, que existe un buen número de ovetenses inconformistas que aman su ciudad con la intensidad que sólo pueden demostrar aquellos que tienen espíritu crítico con el mundo que les rodea. Si no me equivoco en el diagnóstico, parece claro que muchos de ellos se quedaron en casa en la jornada electoral. Pero tanto ellos como el conjunto de los ciudadanos, si no son capaces de hacer valer tal condición cotidianamente, sufrirán directa o indirectamente los abusos de poder de una mayoría absoluta en la Corporación -la obtenida por el Alcalde- que es muy proclive a confundirla con la razón absoluta, y que pretende imponer (en parte lo ha conseguido) un pensamiento único local en virtud del cuál sólo Gabino de Lorenzo tiene la patente del ovetentismo, tachando a todo disidente de enemigo de los intereses de la ciudad.
Ante esta situación, sólo la sociedad civil ovetense, a través de sus asociaciones, grupos de expresión y colectivos no formales, puede conseguir poner freno a los excesos de la mayoría absoluta del PP. En los últimos años, por fortuna, hemos podido comprobar como en diversas ocasiones la movilización ciudadana ha conseguido paliar los resabios autoritarios del Alcalde, receloso de todo colectivo que demuestre su voluntad de hacer oír su voz. Toca, por lo tanto, fortalecer el tejido asociativo local y el movimiento ciudadano.
Como en los prolegómenos de cada nuevo mandato municipal, el Alcalde y los suyos anuncian sus buenos propósitos, aludiendo a la necesidad de diálogo, entendimiento, cercanía a los representados, etc. Mucho me temo, sin embargo, que como ha sucedido desde 1991 hasta el momento, a la hora de la verdad tales compromisos se queden en agua de borrajas. Si hacemos un poco de memoria, podemos recordar como en 2003 el PP se llenaba la boca hablando de su condición de liberales, del ejercicio de democracia radical y transparencia que desarrollarían; incluso adjetivaron su política informativa como la glásnost de la perestroika, lo que, con sólo una pizca de malicia, parecía dejar entrever que hasta la fecha su proceder en la materia se había asemejado a la de la vieja Unión Soviética. De todo aquello, en los cuatro años siguientes, nada de nada. El Equipo de Gobierno municipal es profundamente intervencionista en la vida económica, social, cultural y deportiva del municipio, y muchas veces no lo hace precisamente en pro del interés general; se cierra en banda a poner en marcha cauces elementales para facilitar que los ciudadanos participen activamente en los asuntos públicos locales; y, además, cualquier parecido de la política de comunicación municipal con los criterios básicos de transparencia exigibles es pura coincidencia.
Sigo pensando, pese al resultado electoral, que existe un buen número de ovetenses inconformistas que aman su ciudad con la intensidad que sólo pueden demostrar aquellos que tienen espíritu crítico con el mundo que les rodea. Si no me equivoco en el diagnóstico, parece claro que muchos de ellos se quedaron en casa en la jornada electoral. Pero tanto ellos como el conjunto de los ciudadanos, si no son capaces de hacer valer tal condición cotidianamente, sufrirán directa o indirectamente los abusos de poder de una mayoría absoluta en la Corporación -la obtenida por el Alcalde- que es muy proclive a confundirla con la razón absoluta, y que pretende imponer (en parte lo ha conseguido) un pensamiento único local en virtud del cuál sólo Gabino de Lorenzo tiene la patente del ovetentismo, tachando a todo disidente de enemigo de los intereses de la ciudad.
Ante esta situación, sólo la sociedad civil ovetense, a través de sus asociaciones, grupos de expresión y colectivos no formales, puede conseguir poner freno a los excesos de la mayoría absoluta del PP. En los últimos años, por fortuna, hemos podido comprobar como en diversas ocasiones la movilización ciudadana ha conseguido paliar los resabios autoritarios del Alcalde, receloso de todo colectivo que demuestre su voluntad de hacer oír su voz. Toca, por lo tanto, fortalecer el tejido asociativo local y el movimiento ciudadano.
Publicado en Oviedo Diario, 9 de junio de 2007.
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