Y SIN EMBARGO, SE MUEVE
Según la doctrina oficial del Gabinismo en Oviedo no hay descontentos con la actuación del gobierno municipal, y, si los hay, o provienen de fuera –de Gijón, principalmente- y les corroe la envidia; o forman una suerte de quinta columna dispuesta a traicionar a la capital. Aunque dibujado con gruesos trazos, a la postre éste viene a ser el argumento principal del amasijo de consignas –llamarlo ideario me parece excesivo- del sistema de poder erigido por el Alcalde en su prolongado mandato. El mantra del aparato gubernamental local es sencillo: Gabino es Oviedo; fuera del Gabinismo no hay nada; nadie puede con Gabino y por eso otros responsables políticos, en su impotencia, optan por hostigarle; y quien esto contradiga esconde oscuras intenciones o desea mal para la ciudad.
¿Ha calado este mensaje en la sociedad ovetense? Quiero creer que no y cada día que pasa me convenzo más de que no es así. La mayor parte de los ovetenses son cada día menos propicios a tragarse la arenga de turno. Por mucho que se repitan eslóganes tan falsos como hipócritas (el primero el del supuesto cerco a Oviedo, de retórica guerracivilista), la sociedad actual filtra cada vez con mayor acierto y mejor criterio los mensajes que le suministra el poder. Puede que en ciertos sectores de población la tupida red clientelista tejida por el Gabinismo tenga su efecto, pero al fin y al cabo el caciquismo, por muy feroz e imbatible que parezca, no deja de ser un vestigio de otro siglo llamado a extinguirse a medida que progresa la pluralidad informativa y de opinión propia del sistema democrático.
Además, el conformista discurso oficial que pinta Oviedo como la Arcadia feliz choca cada vez más con algunos problemas que comienzan a ser acuciantes. Es cierto que Oviedo, como ciudad universitaria, administrativa, de comercio y de servicios, es una bella ciudad con fortuna histórica y calidad de vida, en términos generales; ya era así antes del mandato de Gabino de Lorenzo, obviamente. Pero eso no impide advertir los importantes riesgos acrecentados con la parálisis municipal de los últimos años: la tendencia en el mercado laboral es menos favorable que en el resto de Asturias, contando con alrededor de 11.000 desempleados (el 40% de ellos menores de 35 años); la presión fiscal es superior a las ciudades de nuestro entorno, perjudica a la mayoría social y desincentiva la inversión privada; la utilización de algunos servicios públicos (por ejemplo, el transporte urbano) se ha convertido en un castigo para el ciudadano que los padece; el desarrollo urbano desacompasado y sin criterio augura una ciudad menos cohesionada y con un tráfico de pesadilla; y, lo peor, la brecha de la desigualdad se acrecienta en la ciudad con una política social anecdótica y un modelo urbano tendente a crear barrios estratificados en función de la renta familiar.
Hasta ahora, salvo en contados momentos, muchos ovetenses no habían expresado su disconformidad abiertamente. Sin embargo algo se mueve: las últimas encuestas comienzan a subrayar las deficiencias del modelo político alentado por el Gabinismo: preocupa el acceso a la vivienda, la obtención de un empleo, la especulación urbanística, la deuda municipal, la falta de mecanismos de participación ciudadana... y el Alcalde convence cada vez menos. Este ambiente comienza a tener su reflejo en la intención de voto, y el sondeo que Oviedo Diario publicó la semana pasada, basado en 1200 encuestas, es revelador. La tendencia es clara: aunque el Alcalde parta con una renta electoral elevada, esta decrece; al tiempo, Paloma Sainz capitaliza la alternativa, se consolida como aspirante con sólidas posibilidades y crece rápidamente en conocimiento ciudadano y respaldo electoral.
Unos versos de Pablo Neruda reflejan el momento actual: todo lucha por cambiar, menos los viejos sistemas... la vida de los viejos sistemas nació de inmensas telarañas medievales...telarañas más duras que los hierros de la maquinaria... sin embargo hay gente que cree en un cambio, que ha practicado el cambio, que ha florecido el cambio...la primavera es inexorable.
¿Ha calado este mensaje en la sociedad ovetense? Quiero creer que no y cada día que pasa me convenzo más de que no es así. La mayor parte de los ovetenses son cada día menos propicios a tragarse la arenga de turno. Por mucho que se repitan eslóganes tan falsos como hipócritas (el primero el del supuesto cerco a Oviedo, de retórica guerracivilista), la sociedad actual filtra cada vez con mayor acierto y mejor criterio los mensajes que le suministra el poder. Puede que en ciertos sectores de población la tupida red clientelista tejida por el Gabinismo tenga su efecto, pero al fin y al cabo el caciquismo, por muy feroz e imbatible que parezca, no deja de ser un vestigio de otro siglo llamado a extinguirse a medida que progresa la pluralidad informativa y de opinión propia del sistema democrático.
Además, el conformista discurso oficial que pinta Oviedo como la Arcadia feliz choca cada vez más con algunos problemas que comienzan a ser acuciantes. Es cierto que Oviedo, como ciudad universitaria, administrativa, de comercio y de servicios, es una bella ciudad con fortuna histórica y calidad de vida, en términos generales; ya era así antes del mandato de Gabino de Lorenzo, obviamente. Pero eso no impide advertir los importantes riesgos acrecentados con la parálisis municipal de los últimos años: la tendencia en el mercado laboral es menos favorable que en el resto de Asturias, contando con alrededor de 11.000 desempleados (el 40% de ellos menores de 35 años); la presión fiscal es superior a las ciudades de nuestro entorno, perjudica a la mayoría social y desincentiva la inversión privada; la utilización de algunos servicios públicos (por ejemplo, el transporte urbano) se ha convertido en un castigo para el ciudadano que los padece; el desarrollo urbano desacompasado y sin criterio augura una ciudad menos cohesionada y con un tráfico de pesadilla; y, lo peor, la brecha de la desigualdad se acrecienta en la ciudad con una política social anecdótica y un modelo urbano tendente a crear barrios estratificados en función de la renta familiar.
Hasta ahora, salvo en contados momentos, muchos ovetenses no habían expresado su disconformidad abiertamente. Sin embargo algo se mueve: las últimas encuestas comienzan a subrayar las deficiencias del modelo político alentado por el Gabinismo: preocupa el acceso a la vivienda, la obtención de un empleo, la especulación urbanística, la deuda municipal, la falta de mecanismos de participación ciudadana... y el Alcalde convence cada vez menos. Este ambiente comienza a tener su reflejo en la intención de voto, y el sondeo que Oviedo Diario publicó la semana pasada, basado en 1200 encuestas, es revelador. La tendencia es clara: aunque el Alcalde parta con una renta electoral elevada, esta decrece; al tiempo, Paloma Sainz capitaliza la alternativa, se consolida como aspirante con sólidas posibilidades y crece rápidamente en conocimiento ciudadano y respaldo electoral.
Unos versos de Pablo Neruda reflejan el momento actual: todo lucha por cambiar, menos los viejos sistemas... la vida de los viejos sistemas nació de inmensas telarañas medievales...telarañas más duras que los hierros de la maquinaria... sin embargo hay gente que cree en un cambio, que ha practicado el cambio, que ha florecido el cambio...la primavera es inexorable.
Publicado en Oviedo Diario, 5 de mayo de 2007.
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