EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA
Asturias será, junto con Cantabria, Andalucía, Navarra y Cataluña, la primera Comunidad Autónoma en la que se ponga en marcha la asignatura de Educación para la Ciudadanía. El marco de desarrollo de esta asignatura, prevista en la Ley Orgánica de Educación (LOE), permite una aplicación e incorporación gradual de la misma, siendo las Comunidades Autónomas, en el ejercicio de sus competencias en materia educativa, las que van dando los pasos concretos para que en el plazo legal la asignatura quede plenamente incorporada en el sistema educativo. Nuestra Comunidad Autónoma ha apostado por imprimir un ritmo ágil a este proceso, de manera que en el curso 2007-2008 ya se impartirá esta asignatura a los alumnos asturianos de tercer curso de Educación Secundaria Obligatoria.
Al mismo tiempo que el Gobierno Autonómico ha demostrado con los hechos su convencimiento en la oportunidad y acierto de esta asignatura, un grupo de padres asturianos, al parecer vinculados al Foro de la Familia, han anunciado públicamente su deseo de practicar la desobediencia civil con la pretensión de impedir que sus hijos puedan cursar Educación para la Ciudadanía. La misma situación se repite en otras Comunidades y, aunque las protestas no son generalizadas, determinados medios de comunicación conservadores y asociaciones frontalmente enfrentadas al gobierno, además de la propia Iglesia Católica, vienen amplificando y alentando la disidencia de algunos padres frente a la asignatura.
Detrás de la controversia late un viejo debate, el del laicismo y la aconfesionalidad del Estado, que tiene en el régimen de las enseñanzas obligatorias uno de sus campos de batalla. Y detrás a su vez de esta polémica se encuentra la fricción entre los valores colectivos que identifican a la sociedad que los esgrime, frente a las normas morales particulares de grupos que forman parte de aquélla.
Si la sociedad española, a través de sus representantes democráticamente elegidos, se ha dotado de una Constitución y unas leyes que expresan unos valores morales comunes, difícilmente puede negarse la oportunidad de conocer y analizar tal código ético en la enseñanza obligatoria. Los principios que fundamentan nuestro sistema de convivencia son fruto de un proceso histórico prolongado, de la decantación de siglos de reivindicaciones, conquistas de derechos y evolución social; y por supuesto que contienen un sustrato moral propio, que no depende ni debe obediencia a imperativos de concretos grupos o de confesiones religiosas.
La impartición de la Educación para la Ciudadanía es, en este sentido, un esfuerzo por destacar y defender aquellos principios que dignifican al individuo pero que también subrayan la importancia de lo colectivo, de las reglas que regulan el espacio común que compartimos. En tiempos en los que el individualismo exacerbado erosiona los lazos de la persona con la comunidad, no viene nada mal realzar que todo ciudadano, como tal, convive en sociedad, y que de ello se derivan una serie de derechos y obligaciones que reclamar y respetar. Más aún, el conocimiento de los elementos que definen los valores y aspiraciones de una sociedad, se convierte en requisito indispensable para la crítica de los mismos, impulsando su transformación o, si procede, cuestionarlos teóricamente o poner en solfa los métodos para su aplicación práctica.
Tras la furibunda reacción de la Conferencia Episcopal contra la Educación para la Ciudadanía, con el inestimable apoyo del Partido Popular y grupos afines, lo que podemos encontrar es el dogmatismo de quien pretende gestionar en exclusiva el canon de lo que resulta moralmente aceptable o rechazable, sin aceptación de crítica alguna. Si la jerarquía católica cree que más allá de sus prescripciones sólo existe la amoralidad, se equivoca gravemente. Porque el fruto de la Ilustración, del humanismo, de la lucha por los derechos humanos, y del avance material que ha rodeado este proceso, no es otro que la formación de una moralidad no necesariamente religiosa cuyo resultado no es el Apocalipsis relativista que describen algunos obispos extremistas, sino la configuración de sociedades abiertas, democráticas, avanzadas, más cohesionadas y respetuosas con aquellos que la integran. Respetuosa incluso con aquellos que, como quienes denostan la Educación para la Ciudadanía, lo que pretenden en el fondo es socavar sus bases e imponer al resto su particular credo.
Al mismo tiempo que el Gobierno Autonómico ha demostrado con los hechos su convencimiento en la oportunidad y acierto de esta asignatura, un grupo de padres asturianos, al parecer vinculados al Foro de la Familia, han anunciado públicamente su deseo de practicar la desobediencia civil con la pretensión de impedir que sus hijos puedan cursar Educación para la Ciudadanía. La misma situación se repite en otras Comunidades y, aunque las protestas no son generalizadas, determinados medios de comunicación conservadores y asociaciones frontalmente enfrentadas al gobierno, además de la propia Iglesia Católica, vienen amplificando y alentando la disidencia de algunos padres frente a la asignatura.
Detrás de la controversia late un viejo debate, el del laicismo y la aconfesionalidad del Estado, que tiene en el régimen de las enseñanzas obligatorias uno de sus campos de batalla. Y detrás a su vez de esta polémica se encuentra la fricción entre los valores colectivos que identifican a la sociedad que los esgrime, frente a las normas morales particulares de grupos que forman parte de aquélla.
Si la sociedad española, a través de sus representantes democráticamente elegidos, se ha dotado de una Constitución y unas leyes que expresan unos valores morales comunes, difícilmente puede negarse la oportunidad de conocer y analizar tal código ético en la enseñanza obligatoria. Los principios que fundamentan nuestro sistema de convivencia son fruto de un proceso histórico prolongado, de la decantación de siglos de reivindicaciones, conquistas de derechos y evolución social; y por supuesto que contienen un sustrato moral propio, que no depende ni debe obediencia a imperativos de concretos grupos o de confesiones religiosas.
La impartición de la Educación para la Ciudadanía es, en este sentido, un esfuerzo por destacar y defender aquellos principios que dignifican al individuo pero que también subrayan la importancia de lo colectivo, de las reglas que regulan el espacio común que compartimos. En tiempos en los que el individualismo exacerbado erosiona los lazos de la persona con la comunidad, no viene nada mal realzar que todo ciudadano, como tal, convive en sociedad, y que de ello se derivan una serie de derechos y obligaciones que reclamar y respetar. Más aún, el conocimiento de los elementos que definen los valores y aspiraciones de una sociedad, se convierte en requisito indispensable para la crítica de los mismos, impulsando su transformación o, si procede, cuestionarlos teóricamente o poner en solfa los métodos para su aplicación práctica.
Tras la furibunda reacción de la Conferencia Episcopal contra la Educación para la Ciudadanía, con el inestimable apoyo del Partido Popular y grupos afines, lo que podemos encontrar es el dogmatismo de quien pretende gestionar en exclusiva el canon de lo que resulta moralmente aceptable o rechazable, sin aceptación de crítica alguna. Si la jerarquía católica cree que más allá de sus prescripciones sólo existe la amoralidad, se equivoca gravemente. Porque el fruto de la Ilustración, del humanismo, de la lucha por los derechos humanos, y del avance material que ha rodeado este proceso, no es otro que la formación de una moralidad no necesariamente religiosa cuyo resultado no es el Apocalipsis relativista que describen algunos obispos extremistas, sino la configuración de sociedades abiertas, democráticas, avanzadas, más cohesionadas y respetuosas con aquellos que la integran. Respetuosa incluso con aquellos que, como quienes denostan la Educación para la Ciudadanía, lo que pretenden en el fondo es socavar sus bases e imponer al resto su particular credo.
Publicado en Fusión Asturias. Agosto de 2007.
2 Comments:
Hola Gonzalo!!
Ya veo que sigues al pie del cañon...Un enfoque interesante. Yo tb he escrito sobre Educación para la Ciudadanía estos días en mi blog.
Bueno, nos vemos algún día por Oviedo. Salud y República
11:16
Pues nosotros hemos puesto nuestros materiales alternativos en una web que es http://educacionparalaciudadania.wordpress.com para todo el que quiera aportar cosas.
21:14
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