LOS PROGRAMAS DE REDUCCIÓN DE RIESGOS EN EL CONSUMO DE DROGAS
La reciente resolución del Fiscal Especial Antidroga de Asturias en relación con el programa Zona Clave de reducción de riesgos y da?os en el consumo de drogas, ha prolongado la polémica pública sobre esta clase de actuaciones avaladas por las administraciones públicas. El Fiscal ha determinado que no existe ilícito penal alguno en torno a este programa, pero no obstante ha realizado una serie de observaciones muy críticas con el mismo. Merece la pena detenerse un instante a analizar con cierta profundidad la realidad ante la que nos encontramos, y sobre la que pretende incidir el programa Zona Clave.
Como es sabido, el consumo de drogas es una constante que, con diversas formas, intensidades y características, está presente en toda sociedad desde siempre. En la actualidad los poderes públicos tratan de atender a la inquietud social que despiertan algunos efectos derivados del consumo de drogas, y actúan con un doble objetivo: reducir la oferta de drogas, limitando las condiciones en que se puede acceder a las drogas legales y persiguiendo la producción y tráfico de las ilegales; y reducir la demanda, concienciando a la población de los problemas de diversa índole asociados a las drogas.
En relación con la población juvenil, es notoria la intensidad de las actuaciones dirigidas a que los jóvenes conozcan suficientemente las consecuencias del consumo de drogas. Desde el sistema educativo, los medios de comunicación, los diferentes departamentos vinculados a las políticas juveniles y sanitarias de todas las administraciones, o desde el propio ámbito familiar, es generalizada la transmisión de información que persigue que los jóvenes tengan conocimientos y actitudes adecuadas para enfrentarse cabalmente ante la posibilidad de consumir drogas. Es incuestionable que el principal objetivo de las actuaciones de los poderes públicos en esta materia es prevenir el consumo de drogas, ya desde el primer Plan Nacional sobre Drogas (1985). A ello se dedican esfuerzos económicos importantes, se definen estrategias a largo plazo, se forman profesionales cualificados, etc.
No obstante, en los últimos a?os, conforme a una tendencia de importancia creciente en nuestro entorno europeo, los poderes públicos han incorporado nuevas perspectivas a su trabajo en este ámbito. Si bien se sigue poniendo énfasis en las políticas de prevención, se plantea también actuar en relación con aquellas personas que, a pesar de conocer en buena medida los efectos de las drogas, han tomado la decisión personal de consumirlas. La Estrategia Nacional sobre Drogas 2000-2008 reconoce esta evidencia: el consumo de drogas existe a pesar de la intensísima actividad preventiva, y es en cierto modo inevitable, de forma que un número relevante de personas optan por consumos que en ocasiones resultan problemáticos, generando riesgos y da?os ante los que es preciso actuar. A partir de este momento han adquirido un importante desarrollo los programas que pretenden dirigirse directamente al consumidor de drogas, para que conozca mejor los riesgos y da?os derivados de tal conducta y sepa cómo aminorarlos en la medida de lo posible si finalmente opta por el consumo. En todo caso, y esto hay que subrayarlo, se mantiene como prioridad la prevención, buscando que el número de consumidores de drogas descienda. Pero, sobre todo, este planteamiento significa mirar de frente a la realidad del consumo de drogas y no inhibirse ante los hechos. Este enfoque incluido en la Estrategia Nacional sobre Drogas se ha mantenido en el Plan Nacional de Acción sobre Drogas 2005-2008, y se ha trasladado a los diferentes planes regionales y municipales; en el caso de Oviedo, que es el que puedo conocer con mayor exactitud, viene reflejándose así desde el a?o 2002 en las diferentes programaciones anuales del Plan Municipal de Drogas, con el consenso de las numerosas entidades que participan en la correspondiente Comisión de Seguimiento.
Algunos datos nos permitirán aproximarnos a la realidad del consumo de drogas, de la que parten planteamientos como el antes expuesto. Analícense estos datos con la cautela que exige constatar el rápido crecimiento del consumo de algunas drogas, principalmente la cocaína, en los últimos a?os. El informe “Estilos de vida de la juventud asturiana”, realizado en 2003 por encargo del Instituto Asturiano de la Juventud, se?ala que el 40,5% de los jóvenes entre 16 y 29 a?os entrevistados habían probado el cannabis, el 12,9% la cocaína y el 7,9% las drogas de dise?o o pastillas. Otros datos, en este caso obtenidos del excelente informe “Consumo de drogas y factores de riesgo en los jóvenes ovetenses” elaborado en 2001 por el Plan Municipal de Drogas a través de 705 encuestas a escolares de entre 14 y 18 a?os, nos hablan de la precocidad de los jóvenes consumidores de drogas en lo relativo a su primer consumo: el primer cigarrillo se fuma a los 12,8 a?os, el alcohol se prueba a los 13,6, el cannabis a los 14,8, el éxtasis a los 15,2 y la cocaína a los 15,7. En este estudio los encuestados indican la facilidad del acceso a estas sustancias; por ejemplo el 61,7% dice que es relativamente fácil o muy fácil obtener cannabis, el 33 % se?ala lo mismo respecto a la cocaína, y el 47,4 % en relación al éxtasis. El mismo informe nos alerta además sobre los consumos habituales, ya que en los 30 días previos a la realización de la encuesta, el 72,3% había consumido alcohol, el 26,3% cannabis, y el 4,9% drogas de dise?o.
En este contexto, los programas de reducción de riesgos y da?os en el consumo de drogas son complementarios al esfuerzo en la prevención, pero son imprescindibles sin lugar a dudas. Las críticas cosechadas en el caso de Zona Clave pueden obligar a ciertas modificaciones, quizás algunas pertinentes. Pero el resultado no puede ser, de ninguna manera, el abandono de las estrategias de reducción de riesgos y da?os, que es lo que algunos planteamientos políticos parecen pretender. Además, algunas objeciones, principalmente las del PP, han surgido de una posición que mezcla la hipocresía social y la mala fe política. Pretender vivir de espaldas a la realidad del consumo de drogas es mucho más inmoral, irresponsable y, sobre todo, ineficaz, que tratar de atajar esta situación yendo más allá de la pura estrategia preventiva, imperfecta en su propia esencia ante los hechos puros y duros. Atacar los programas de reducción de riesgos y da?os en el consumo de drogas sólo por oportunismo político es lamentable, máxime cuando el propio PP ha participado en su gestación (la Estrategia Nacional sobre Drogas se aprobó bajo su gobierno) y en su puesta en marcha, como en el caso del municipio de Oviedo.
El programa Zona Clave, en concreto, que ha venido estando en la picota en las últimas semanas, también pretende trasladar mensajes necesarios a un público muy concreto ya habituado al contacto con las drogas y a ciertos consumos. Por ejemplo, pretende ense?ar al consumidor de drogas a qué analice los motivos por los que ha escogido tal opción, y a que decida por sí mismo y no influenciado por el grupo en el que se integra en el que los consumidores son mayoría; incide en los riesgos de incitar al consumo a un tercero; u ofrece consejos para conocer y evitar algunas específicas consecuencias perjudiciales de ciertos consumos. Además, se basa en una información que pretende ser asequible para quien la reciba, con un lenguaje e imágenes que este entienda perfectamente, lo cuál no siempre es fácil. Se fundamenta en la mediación entre iguales, ya que es mucho más factible llegar a los potenciales receptores de la información a través de personas con las cuáles estos puedan identificarse, como pueden ser los voluntarios de asociaciones juveniles que han recibido la formación necesaria para desempe?ar esta labor. Conviene destacar, además, que la distribución de información no se hace de manera indiscriminada, sino con un carácter muy selectivo, vinculada al diálogo entre el mediador y el consumidor de drogas; por poner una cifra, en 2005, en el municipio de Oviedo los jóvenes informados directamente fueron 161, en 8 intervenciones en espacios festivos en los que es común la presencia de estas sustancias.
Limitarnos a conminar, a quien ya está en contacto con estas sustancias, a rechazar el consumo de drogas puede ser una estrategia poco operativa si se queda ahí. Quien decide, por las motivaciones y condicionantes que sea, consumir determinadas drogas (legales o ilegales), debe saber soslayar ciertas repercusiones que sí son evitables. De esto tratan los programas como Zona Clave, de los que, con las mejoras que sea menester y que la prudencia exija, no podemos prescindir.
Como es sabido, el consumo de drogas es una constante que, con diversas formas, intensidades y características, está presente en toda sociedad desde siempre. En la actualidad los poderes públicos tratan de atender a la inquietud social que despiertan algunos efectos derivados del consumo de drogas, y actúan con un doble objetivo: reducir la oferta de drogas, limitando las condiciones en que se puede acceder a las drogas legales y persiguiendo la producción y tráfico de las ilegales; y reducir la demanda, concienciando a la población de los problemas de diversa índole asociados a las drogas.
En relación con la población juvenil, es notoria la intensidad de las actuaciones dirigidas a que los jóvenes conozcan suficientemente las consecuencias del consumo de drogas. Desde el sistema educativo, los medios de comunicación, los diferentes departamentos vinculados a las políticas juveniles y sanitarias de todas las administraciones, o desde el propio ámbito familiar, es generalizada la transmisión de información que persigue que los jóvenes tengan conocimientos y actitudes adecuadas para enfrentarse cabalmente ante la posibilidad de consumir drogas. Es incuestionable que el principal objetivo de las actuaciones de los poderes públicos en esta materia es prevenir el consumo de drogas, ya desde el primer Plan Nacional sobre Drogas (1985). A ello se dedican esfuerzos económicos importantes, se definen estrategias a largo plazo, se forman profesionales cualificados, etc.
No obstante, en los últimos a?os, conforme a una tendencia de importancia creciente en nuestro entorno europeo, los poderes públicos han incorporado nuevas perspectivas a su trabajo en este ámbito. Si bien se sigue poniendo énfasis en las políticas de prevención, se plantea también actuar en relación con aquellas personas que, a pesar de conocer en buena medida los efectos de las drogas, han tomado la decisión personal de consumirlas. La Estrategia Nacional sobre Drogas 2000-2008 reconoce esta evidencia: el consumo de drogas existe a pesar de la intensísima actividad preventiva, y es en cierto modo inevitable, de forma que un número relevante de personas optan por consumos que en ocasiones resultan problemáticos, generando riesgos y da?os ante los que es preciso actuar. A partir de este momento han adquirido un importante desarrollo los programas que pretenden dirigirse directamente al consumidor de drogas, para que conozca mejor los riesgos y da?os derivados de tal conducta y sepa cómo aminorarlos en la medida de lo posible si finalmente opta por el consumo. En todo caso, y esto hay que subrayarlo, se mantiene como prioridad la prevención, buscando que el número de consumidores de drogas descienda. Pero, sobre todo, este planteamiento significa mirar de frente a la realidad del consumo de drogas y no inhibirse ante los hechos. Este enfoque incluido en la Estrategia Nacional sobre Drogas se ha mantenido en el Plan Nacional de Acción sobre Drogas 2005-2008, y se ha trasladado a los diferentes planes regionales y municipales; en el caso de Oviedo, que es el que puedo conocer con mayor exactitud, viene reflejándose así desde el a?o 2002 en las diferentes programaciones anuales del Plan Municipal de Drogas, con el consenso de las numerosas entidades que participan en la correspondiente Comisión de Seguimiento.
Algunos datos nos permitirán aproximarnos a la realidad del consumo de drogas, de la que parten planteamientos como el antes expuesto. Analícense estos datos con la cautela que exige constatar el rápido crecimiento del consumo de algunas drogas, principalmente la cocaína, en los últimos a?os. El informe “Estilos de vida de la juventud asturiana”, realizado en 2003 por encargo del Instituto Asturiano de la Juventud, se?ala que el 40,5% de los jóvenes entre 16 y 29 a?os entrevistados habían probado el cannabis, el 12,9% la cocaína y el 7,9% las drogas de dise?o o pastillas. Otros datos, en este caso obtenidos del excelente informe “Consumo de drogas y factores de riesgo en los jóvenes ovetenses” elaborado en 2001 por el Plan Municipal de Drogas a través de 705 encuestas a escolares de entre 14 y 18 a?os, nos hablan de la precocidad de los jóvenes consumidores de drogas en lo relativo a su primer consumo: el primer cigarrillo se fuma a los 12,8 a?os, el alcohol se prueba a los 13,6, el cannabis a los 14,8, el éxtasis a los 15,2 y la cocaína a los 15,7. En este estudio los encuestados indican la facilidad del acceso a estas sustancias; por ejemplo el 61,7% dice que es relativamente fácil o muy fácil obtener cannabis, el 33 % se?ala lo mismo respecto a la cocaína, y el 47,4 % en relación al éxtasis. El mismo informe nos alerta además sobre los consumos habituales, ya que en los 30 días previos a la realización de la encuesta, el 72,3% había consumido alcohol, el 26,3% cannabis, y el 4,9% drogas de dise?o.
En este contexto, los programas de reducción de riesgos y da?os en el consumo de drogas son complementarios al esfuerzo en la prevención, pero son imprescindibles sin lugar a dudas. Las críticas cosechadas en el caso de Zona Clave pueden obligar a ciertas modificaciones, quizás algunas pertinentes. Pero el resultado no puede ser, de ninguna manera, el abandono de las estrategias de reducción de riesgos y da?os, que es lo que algunos planteamientos políticos parecen pretender. Además, algunas objeciones, principalmente las del PP, han surgido de una posición que mezcla la hipocresía social y la mala fe política. Pretender vivir de espaldas a la realidad del consumo de drogas es mucho más inmoral, irresponsable y, sobre todo, ineficaz, que tratar de atajar esta situación yendo más allá de la pura estrategia preventiva, imperfecta en su propia esencia ante los hechos puros y duros. Atacar los programas de reducción de riesgos y da?os en el consumo de drogas sólo por oportunismo político es lamentable, máxime cuando el propio PP ha participado en su gestación (la Estrategia Nacional sobre Drogas se aprobó bajo su gobierno) y en su puesta en marcha, como en el caso del municipio de Oviedo.
El programa Zona Clave, en concreto, que ha venido estando en la picota en las últimas semanas, también pretende trasladar mensajes necesarios a un público muy concreto ya habituado al contacto con las drogas y a ciertos consumos. Por ejemplo, pretende ense?ar al consumidor de drogas a qué analice los motivos por los que ha escogido tal opción, y a que decida por sí mismo y no influenciado por el grupo en el que se integra en el que los consumidores son mayoría; incide en los riesgos de incitar al consumo a un tercero; u ofrece consejos para conocer y evitar algunas específicas consecuencias perjudiciales de ciertos consumos. Además, se basa en una información que pretende ser asequible para quien la reciba, con un lenguaje e imágenes que este entienda perfectamente, lo cuál no siempre es fácil. Se fundamenta en la mediación entre iguales, ya que es mucho más factible llegar a los potenciales receptores de la información a través de personas con las cuáles estos puedan identificarse, como pueden ser los voluntarios de asociaciones juveniles que han recibido la formación necesaria para desempe?ar esta labor. Conviene destacar, además, que la distribución de información no se hace de manera indiscriminada, sino con un carácter muy selectivo, vinculada al diálogo entre el mediador y el consumidor de drogas; por poner una cifra, en 2005, en el municipio de Oviedo los jóvenes informados directamente fueron 161, en 8 intervenciones en espacios festivos en los que es común la presencia de estas sustancias.
Limitarnos a conminar, a quien ya está en contacto con estas sustancias, a rechazar el consumo de drogas puede ser una estrategia poco operativa si se queda ahí. Quien decide, por las motivaciones y condicionantes que sea, consumir determinadas drogas (legales o ilegales), debe saber soslayar ciertas repercusiones que sí son evitables. De esto tratan los programas como Zona Clave, de los que, con las mejoras que sea menester y que la prudencia exija, no podemos prescindir.
Versión ampliada. Pulicado en Revista Fusión - Asturias, julio de 2006.
2 Comments:
Interesante artículo. Esta claro que la información en el ámbito de las drogas es imprescindible. Y todas las campañas que se puedan hacer a la hora de reducir los riesgos de un consumo, que es una realidad, serán positivas para la población.
He encontrado este blog buscando información sobre el tema, ¿alguien sabe donde podría encontrarla?
18:01
Sobre el programa "Zona Clave" de reducción de riesgos en el consumo de drogas puedes encontrar información en su web http://www.zonaclave.net/ . Sobre el Plan Nacional de Drogas en http://www.pnsd.msc.es/ . Sobre el Plan Regional sobre Drogas del Principado de Asturias en http://www.princast.es/servlet/page?_pageid=2554&_dad=portal301&_schema=PORTAL30 . Y sobre el Plan Municipal sobre Drogas del Ayuntamiento de Oviedo en http://www.ayto-oviedo.es/es/areasMunicipales/juventud/planDrogas/planMunicipalDrogas.php. Saludos.
09:17
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