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16.7.06

DISECCIÓN DEL GABINISMO

Evidentemente, Gabino de Lorenzo no ha inventado el populismo, que como conglomerado de postulados tacticistas lleva a?os desplegando sus efectos en múltiples lugares, particularmente en algunos ámbitos locales. Pero desde luego que, a la luz de sus 15 a?os de mandato, es uno de los alumnos más aventajados en esta disciplina, cuyo principal objetivo es empobrecer los mecanismos de control democrático, limitar toda posibilidad de alternancia o renovación, y concentrar los resortes de poder en cuantas menos manos, mejor.
En el caso del llamado Gabinismo existen una serie de rasgos que lo emparentan con otros muchos regímenes populistas que en mundo han sido (y son). Veamos algunas de sus características:

No son necesarios criterios ideológicos. Las ideas y los objetivos plenamente políticos, en el alto sentido de la palabra política, no existen. Cualquier fundamento ideológico es innecesario, una carga inútil que obliga a rendir cuentas, peaje que un populista siempre trata de evitar. Gabino de Lorenzo es capaz de deslizarse con aparente soltura desde la derecha conservadora de raíz nacionalcatólica a la proclamación de su supuesto ideario liberal (cuando su conducta política es, sobre todo, la de un antiliberal convencido), pasando, como no, por su aprovechamiento oportunista de concretas reclamaciones de la izquierda social (por ejemplo, cuando ofrece las calles de Oviedo –como si fueran suyas- para una u otra manifestación). A cada concreta necesidad, De Lorenzo escoge en su armario de ideologías la que más se ajuste en el momento, pero sus requiebros no son propios de evoluciones personales –ojalá: denotarían capacidad de autocrítica-, porque detrás de cada una de sus proclamaciones ideológicas lo único que existe es frivolidad y vacuidad intelectual.

El medio es el fin. Sin fundamentos ideológicos no hay estrategia de cambio social posible, ni proyecto sostenible de ciudad. La permanencia en la responsabilidad institucional no es el medio para provocar o animar las transformaciones, sino el fin en sí mismo. De la definición de las concretas actuaciones ya se encargarán los representantes de los intereses que, en cada momento concreto, puedan sostener el aparato de poder.

?Qué inventen otros! Con estos mimbres, es materialmente imposible toda innovación o capacidad de pasar de una política de la improvisación a una política de la investigación. En los asuntos que más importan, los cambios en el entorno exterior, que cada vez son más veloces y más determinantes, arrollan el modelo edificado en Oviedo. El ejemplo más claro lo tenemos en la inquietante realidad económica de Oviedo: mientras la mayoría de los municipios asturianos –sobre todo los más castigados por las reconversiones- llevan diez o quince a?os con una política identificable de desarrollo local, en Oviedo se fía prácticamente todo a la fortuna histórica del carácter de ciudad administrativa, que aunque sigue siendo muy relevante ya no es por sí mismo una ventaja suficiente para asegurar el futuro bienestar y crecimiento económico.

Quién me sostiene es mi amigo... y decide. El sistema gabinista padece un desgaste notable, ya que a fin de cuentas trata de sobrevivir como creciente anomalía en el marco de una sociedad democrática, como es la de Oviedo. Se precisan aliados económicos y poderes fácticos que contribuyan al sostenimiento del sistema, que requiere altísimas dosis de publicidad, una permanente campa?a propagandística, y alguien que defina prioridades. Obviamente el grado de complicidad y apoyo al Gabinismo es directamente proporcional a la importancia que ese agente de poder externo tendrá en la definición de políticas y actuaciones básicas de la ciudad. El resultado es el adelgazamiento del poder público local, cuya actuación, además, está cada vez más orientada a favorecer intereses privados. Y, sobre todo la privatización no sólo de servicios públicos, sino también del dise?o de la ciudad y de la toma de decisiones. Los órganos municipales sólo son cajas de resonancia para legitimar decisiones adoptadas en otros ámbitos y cubrir como se pueda (a veces ni eso) el expediente que el ordenamiento jurídico exija.

Del liderazgo al caudillismo. Gabino de Lorenzo es cada vez menos un líder (si alguna vez lo fue plenamente) que propone, se adelanta a los acontecimientos y es capaz de fijar un rumbo cierto. Cuando planteó una forma diferente de hacer política en sus primeros a?os, aunque tuviese muchísimas deficiencias y aspectos criticables, es indudable que obtuvo un fuerte respaldo ciudadano. A medida que su acción política se ha agarrado a la reiteración de los mismos planteamientos, cada vez más debilitados y horadados por la implacable realidad (por ejemplo, ya nadie se cree los llamados “planes de choque”), se va convirtiendo, aunque pueda sonar desagradable decirlo, en un caudillo de tres al cuarto, que hace muchos aspavientos pero no sabe a dónde va.

Nada de debates elaborados o planteamientos complejos. Todo sistema populista requiere debates simples, que exijan alineamientos sencillos. Se rehuye voluntariamente toda complejidad en el discurso. Gabino de Lorenzo es una máquina de elaborar consignas que otros repiten o amplifican. Ninguna de ellas resiste un debate sereno, pero a la hora de gritar siempre resuenan más fuertes. Un ejemplo es el persistente emblema del “Alcalde-Ingeniero” o el tira p´alante que libras, que supedita cualquier control de legalidad a un supuesto dinamismo, que luego muchas veces no es sino ineficiencia que más temprano que tarde aflora (por ejemplo, con decenas de obras mal realizadas que se amortizan o precisan ser repetidas o rematadas a corto plazo). Otro ejemplo de la utilización de consignas lo hemos podido contemplar en la movilización de los ciudadanos desde el poder público, al más puro estilo de los sistemas directamente autoritarios, como en el reciente caso de la recogida de firmas sobre el Museo de los Premios “Príncipe de Asturias”. Campa?a que, por cierto, sólo pudo llevarse a cabo utilizando toda la infraestructura municipal. Y, el caso más recurrente últimamente es el de la teoría del cerco a Oviedo, que además de una impostura bastante obscena, es un planteamiento netamente excluyente (“el Oviedo y el antiOviedo”, “los ovetenses fieles y los traidores”, “el enemigo interior y exterior”, etc.) e indisimuladamente pretende conectar en el imaginario colectivo con los acontecimientos históricos de la Guerra Civil en la ciudad, con la pretensión de movilizar a los sectores más reaccionarios.

Cuánto menos se sepa y menos participen, mejor. En 15 a?os Gabino de Lorenzo no ha adoptado ni una sola iniciativa seria para promover activamente la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos locales, ni para facilitar que los ovetenses tengan más información sobre la vida municipal. El Alcalde tiene una verdadera alergia al debate con los ciudadanos y a la pluralidad informativa. Mientras tanto, numerosos municipios espa?oles han puesto en marcha en estos tres lustros instrumentos de profundización en la democracia y transparencia: presupuestos participativos (Albacete), audiencias públicas de los concejales, que pueden ser preguntados por los ciudadanos (Vitoria), debate anual sobre el estado de la ciudad (Gijón), consejos sectoriales y territoriales de participación (Alcobendas), democracia telemática “en tiempo real” (Jun), etc.

El partido es del jefe. ?Conoce alguien los contenidos de las asambleas del PP de Oviedo y sus debates sobre la ciudad? No hay partido sino estructura piramidal en torno a Gabino de Lorenzo, que hace y deshace. Si hubiese realmente partido, el PP hubiera tenido renovación de caras, ideas y discurso desde 1991, y no ha sido así. El poder interno del Alcalde en el PP de Oviedo es omnímodo, aunque en el fondo se base en la potestas y no en la auctoritas. Es capaz incluso de conseguir que cientos de afiliados del PP cancelen su abono al Real Oviedo y se apunten al ACF (es preciso recordar, como una buena se?al de salud social, que su propuesta no hizo fortuna entre los ciudadanos)... Puede parecer anecdótico, pero revela un estado de cosas preocupante sobre el PP de Oviedo, máxime teniendo en cuenta la relevancia simbólica y sentimental que hoy por hoy ha adquirido el fútbol como fenómeno de masas.

Súbditos o administrados, no ciudadanos. En el Gabinismo el ovetense es sujeto paciente de la vida pública. Se persigue la pasividad o como mucho la complacencia del ovetense, no su convencimiento crítico y su compromiso activo con el municipio. Si el ovetense quiere opinar y participar, se recela de él. Si opta por el conformismo, se le premia a través de la extensa red clientelar institucionalizada. En el mejor de los casos, se le considera un consumidor de servicios o un administrado. En el peor de los casos, directamente se trata con desprecio a quién discrepa. Esta actitud tiene además un componente generacional, ya que cuando el Alcalde dice que “la ciudad está hecha”, está negando tajantemente a los jóvenes su participación en la definición del modelo futuro de Oviedo. Es la quintaesencia del adanismo y el autoritarismo, porque viene a decir: “antes que yo, la nada; después de mí, ya estará todo decidido”. Por suerte los procesos sociales nos demuestran que este bonapartismo acaba siendo tan patético como irreal.

La paradoja de nuestra política local es cómo un modelo de gobierno con estos perfiles ha conseguido sostenerse durante un periodo tan prolongado. En buena medida se retroalimenta, ya que sería inviable sin el principal instrumento para su mantenimiento, que no es otro que el propio Ayuntamiento. Por ello, todo cambio precisa ante todo un alternancia democrática en la representación de los ciudadanos en la Corporación, para dar paso a otra forma de entender el gobierno local. Pero, para que este cambio pueda tener lugar es necesario evidenciar previamente las contradicciones del Gabinismo y su desajuste con la realidad social del Oviedo de hoy; y construir, al mismo tiempo, una alternativa política sólida y creíble, capaz de movilizar a la ciudadanía y de conectar con los valores del Oviedo cosmopolita, integrador y liberal, que, a mi juicio (irremediablemente optimista), es el Oviedo mayoritario, aunque no haya sido el predominante en el debate social y político de los últimos a?os.
Publicado en Oviedo Diario el 15 de julio de 2006.