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9.4.06

PASOS ADELANTE Y PASOS ATRÁS

Llegados ya casi al ecuador del curso 2000-2001, cabe comenzar a echar un vistazo a los primeros pasos del mandato del nuevo Rector, Juan Vázquez, y del impacto que el cambio de equipo de gobierno haya podido tener en la vida universitaria y las líneas futuras de nuestra Universidad. Este artículo tampoco pretende hacer una análisis exhaustivo, cada cuál puede ir haciendo el suyo propio, pero si voy a tratar de abordar con un poco de detenimiento algunos aspectos concretos que nos afectan especialmente al alumnado universitario. Habría muchos más, empezando por el definitivo caballo de batalla que representa la calidad de las ense?anzas recibidas, pero eso ya será tema de futuros artículos.
En el Claustro celebrado semanas atrás, se aprobaron dos comisiones de trabajo de gran relevancia, la Comisión de Estudios para la Coordinadora de Estudiantes, y la Comisión Redactora del Reglamento del Defensor de la Comunidad Universitaria. Se trata de comisiones que han de dar forma a dos figuras largamente reivindicadas, llegando a un acuerdo fruto del máximo consenso posible y que sea compartido en su esencia por el conjunto de la comunidad académica.
La Coordinadora de Estudiantes, cuya existencia está prevista, a pesar del olvido de rector tras rector, en el artículo 195 de los Estatutos de la Universidad, es un órgano que trata de constituir, por describirlo a grandes rasgos, una representación unitaria del alumnado universitario que englobe a integrantes de todos los centros universitarios y a representantes de los órganos universitarios. Tenemos aquí una oportunidad decisiva para profundizar en mecanismos de participación y representación democrática de los y las estudiantes; si se perfila una Coordinadora que busque fórmulas con un alto grado de representatividad a través de los centros universitarios (las tan largamente exigidas asambleas de centro), puede que avancemos sustancialmente en dotar de legitimidad a una representación del alumnado que tendría renovado vigor y que, por tanto, gozaría de un carácter mucho más democrático, carácter que siempre viene con sus hermanas gemelas, la eficacia, la utilidad, la participación y, si me apuras, mayores dosis de libertad. Es evidente que no podemos confiar todas nuestras esperanzas a este instrumento nuevo de representación estudiantil, que no sustituye, sino que complementa (con especiales e innovadores connotaciones), a la tradicional representación en el Claustro, Juntas de Facultad o Escuela y Consejos de Departamentos (el hermano pobre de entre los pobres en participación estudiantil); pero, sin duda, estamos ante una oportunidad muy importante para avanzar en la consecución de una universidad un poco más democrática y participativa, al menos en lo referido al alumnado. La Comisión de la Coordinadora de Estudiantes viene trabajando intensamente en la definición de esta figura, y debemos exigir a los y las estudiantes integrantes de esta comisión que apuesten por una Coordinadora que aporte elementos cualitativamente diferentes de la debilitada representación habitual. El equipo rectoral, el conjunto del Claustro, y por extensión toda la comunidad universitaria, han de optar, así mismo, por impulsar los trabajos de esta comisión para que lleguen a buen puerto, y que lleguen pronto.
La segunda comisión es la que se ha de encargar de elaborar una propuesta de reglamento para instituir la figura del Defensor de la Comunidad Universitaria. Con esta comisión, así como con la anterior, se trata de dar una elemental respuesta al déficit en la tutela de los derechos de los integrantes de dicha comunidad (ciertamente a veces casi tan esperpéntica como la retratada por Alex de la Iglesia en su película de igual nombre, como comprobamos en incomprensibles disputas como las protagonizadas por un Profesor en el último Claustro, dicho sea de paso). Nuestra Universidad ha perdido durante muchos a?os muchos trenes de modernidad, y uno de ellos ha sido la falta de mecanismos eficaces para conocer la situación de los derechos del profesorado, personal de administración y servicios y, sobre todo, alumnos –empezando por, y esto conecta con lo anterior, el derecho de participación-. La figura del Defensor no va a ser, ni mucho menos, la panacea, pero va a aportar nuevos cauces para que todos y todas podamos demandar el cumplimiento de nuestros derechos; y, en el caso de los y las estudiantes son muy necesarias fórmulas en este sentido. Esta comisión, sobre el papel, lo ha de tener fácil; en otras universidades espa?olas esta figura viene funcionando desde hace tiempo, y en algunas funciona bien. Además, ya habido propuestas concretas que pueden ser aportaciones de interés en torno a esta figura, como la presentada por un numeroso grupo de colectivos universitarios hoy agrupados en la Plataforma Universitaria Abierta, el a?o pasado por estas fechas. Pero, inexplicablemente, cuando el mandato del Claustro en su actual composición tiene los días contados (las elecciones de representantes de alumnos y alumnas están ahí, a la vuelta de la esquina), esta comisión aún no se ha reunido ni una sola vez, en el momento de redacción de este artículo. Decía antes que el equipo rectoral ha de participar promoviendo el buen funcionamiento del Claustro y sus comisiones, esenciales para dotar de mayor dinamismo a los órganos universitarios. En el caso de la Comisión Redactora del Reglamento del Defensor de la Comunidad Universitaria, hay una clamorosa falta de impulso que se traduce en la inexistencia de avance alguno; este desinterés tiene que ser apuntado en el debe, y es un incumplimiento (solventable aún) de los compromisos del equipo rectoral con el conjunto de la comunidad universitaria. Ojo, hablamos de una figura que puede ser especialmente útil para los y las estudiantes, y que puede serlo, y esto es importantísimo, para revisar tanto la concepción y contenido de sus derechos, como los mecanismos de garantía de los que ahora mismo tiene reconocidos (por cierto,. de parco alcance en comparación con los de otros compa?eros de otras universidades del Estado).
O sea que, en estos dos asuntos puntuales, como vemos, hay pasos adelante y pasos atrás. Hay que dejarse de dudas y priorizar. Es comprensible entender que el equipo rectoral, con el Rector, Juan Vázquez, al frente, ha tenido que poner en orden muchas cosas dejadas “manga por hombro” por su predecesor, y que había asuntos determinantes para el futuro de la Universidad, empezando por la consabida “cuestión financiera”. Es cierto que poco a poco vamos dejando de observar la Universidad como “Universidad – problema”, pero nadie sale de ningún baches, o de ningún hoyo, sin aprovechar a fondo el potencial del conjunto del equipo. El alumnado es esencial para ese equipo y requiere, exige mejor dicho, instrumentos útiles como el Defensor de la Comunidad Universitaria (aprovecho para incluir la cu?a: y con un adjunto específico para asuntos de estudiantes)y la Coordinadora Estudiantes. Si se da respuesta o no a esta demanda será una de las llaves para evaluar los objetivos de este rectorado.
Publicado en el Informativo Universitario Aulas, febrero de 2001.