REFORMA A LA CARTA
La principal novedad del proceso de reformas de los estatutos de autonomía que ahora comienza parece estribar en que no se realizarán de forma acompasada y homogénea. Se quiebra el uniformismo de nuestro sistema, en virtud del cuál toda modificación del régimen estatutario se ha encuadrado en un proceso común, con tres velocidades: comunidades de vía rápida, comunidades de vía lenta (entre ellas Asturias), y las que accedieron por vía lenta, pero con un plus competencial e institucional desde el primer momento (básicamente Canarias y Comunidad Valenciana). Las reformas precedentes fueron realizadas en un proceso que involucró a todas las comunidades de vía lenta conjuntamente, y que se concretó en un pacto a de Estado entre PP y PSOE.
Ahora el Gobierno de Zapatero propone cambiar el paso del proceso autonómico. El desarrollo del modelo territorial está lo suficientemente maduro como para que no sea preciso circunscribir las nuevas reformas al acuerdo de Estado. Nadie va a indicar ahora a cada Comunidad si tiene que introducir o no modificaciones en sus respectivos estatutos. Es decir, que llega un tiempo político en el que corresponde a cada comunidad tomarse la molestia de analizar su grado de autogobierno y desarrollo institucional, y, en función de las conclusiones que se extraigan, plantear nuevos horizontes y objetivos.
Esta claro que es una prueba de fuego para las fuerzas políticas y sociales asturianas. Tenemos que decidir por nosotros mismos nuestras propias metas como entidad política, aunque el resultado final indudablemente depende del conjunto del Estado. Para marcarnos nuestros propios retos es el momento de imaginar lo posible, calibrar las necesidades y aspiraciones de la sociedad asturiana, y tomar decisiones sobre qué queremos de Asturias como proyecto en el marco espa?ol. Con prudencia y serenidad, sí; pero también con ambición de país.
Ahora el Gobierno de Zapatero propone cambiar el paso del proceso autonómico. El desarrollo del modelo territorial está lo suficientemente maduro como para que no sea preciso circunscribir las nuevas reformas al acuerdo de Estado. Nadie va a indicar ahora a cada Comunidad si tiene que introducir o no modificaciones en sus respectivos estatutos. Es decir, que llega un tiempo político en el que corresponde a cada comunidad tomarse la molestia de analizar su grado de autogobierno y desarrollo institucional, y, en función de las conclusiones que se extraigan, plantear nuevos horizontes y objetivos.
Esta claro que es una prueba de fuego para las fuerzas políticas y sociales asturianas. Tenemos que decidir por nosotros mismos nuestras propias metas como entidad política, aunque el resultado final indudablemente depende del conjunto del Estado. Para marcarnos nuestros propios retos es el momento de imaginar lo posible, calibrar las necesidades y aspiraciones de la sociedad asturiana, y tomar decisiones sobre qué queremos de Asturias como proyecto en el marco espa?ol. Con prudencia y serenidad, sí; pero también con ambición de país.
Versión en castellano. Publicado en Les Noticies el 16 de abril de 2004.
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