ESTUDIANTES SAHARAUIS: LA SEMILLA PARA UN FUTURO EN PAZ
Apenas veinticinco a?os de historia tiene la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y ya es un experimento histórico sin precedentes. El 27 de noviembre de 1976, la resistencia saharaui proclamó el nacimiento de este Estado, reconocido por más de 80 países y cuyo territorio se corresponde en gran parte con el antiguo Sahara Occidental, territorio dominado colonialmente durante décadas por Espa?a hasta 1975, y en la actualidad ocupado militarmente, en su mayoría, por Marruecos.
La RASD se ha basado en principios de organización democráticos y en un sistema que garantice cierto nivel de igualdad y justicia social. En la mitad del desierto, en los pobladísimos campos de Tinduf (con más o menos unos 125.000-150.000 habitantes), se ha creado un verdadero Estado activo y que tiene muchas particularidades dignas de ser estudiadas.
Una de las características propias de la orientación de la RASD es su especial atención a la infancia y la juventud. Para un pueblo despojado de su tierra, se hace imprescindible garantizar un futuro, y este está en la juventud. La natalidad es una prioridad para el pueblo saharaui, y el valor de la familia, sin estar re?ido con el papel socialmente activo que desarrolla la mujer, es clave. Pero no se trata solamente de generar presión numérica. El pueblo saharaui ha ido mucho más lejos, y, a través de la RASD, y con la solidaridad de otros Estados, ha conformado una estructura educativa ejemplar, si consideramos las circunstancias.
Los campos de refugiados de Tinduf están repletos de críos, y la RASD asegura la escolarización obligatoria en la ense?anza primaria a todos los ni?os saharauis. El nivel de alfabetización es claramente superior al resto del continente. Y más aún, la ense?anza secundaria es facilitada ampliamente a través de la colaboración de la RASD con Argelia, Libia y otros países amigos de la justa causa saharaui.
Y, de una forma casi sorprendente, el número de titulados superiores con que cuenta el pueblo saharaui es increíblemente relevante. Durante muchos a?os, los estudiantes saharauis han podido cursar estudios universitarios en países como Cuba, que ha puesto su fuerte sistema educativo a favor de la juventud saharaui, como prueba de una solidaridad ejemplar, auténtica y efectiva. No es raro encontrarse en los campos de Tinduf con Ingenieros, Médicos, Filólogos, etc. de ambos sexos, dispuestos a construir en un ma?ana cercano un país próspero, abierto, pacífico. Muchas veces no es fácil para ellos su situación. Tras largas estancias fuera de los campos de Tinduf, en realidades tan diferentes como las que pueden representar países como Cuba, regresar a la dureza del desierto y el destierro es un trago amargo.
En este, como en otros temas, los movimientos sociales de Espa?a han ido y van muy por delante de la actuación de su administración. La fuerte red de solidaridad que engloba, en el conjunto del Estado, a numerosas personas y colectivos asegura un estrecho vínculo con el pueblo saharaui. Esto se traduce, por ejemplo, en la visita que, durante este verano, 7.000 ni?os y ni?as saharauis realizarán a diversos lugares de Espa?a, para, acogidos por familias, disfrutar de unas vacaciones en paz estableciendo lazos de unión entre ambas realidades. Al mismo tiempo, y en lo que se refiere al ámbito estudiantil, son muchas las instituciones que colaboran para asegurar que jóvenes saharauis puedan también formarse entre nosotros. De hecho, en la actualidad se están negociando los últimos detalles de una colaboración interinstitucional que puede permitir que cinco estudiantes saharauis cursen estudios, a partir del próximo octubre, en la Universidad de Oviedo, y que, además puedan dar a conocer a toda la comunidad académica la realidad de su larga lucha y los fundamentos de la causa saharaui.
Cuesta creer que se haya avanzado tantísimo, y en tan penosas circunstancias, pero la pasión por la libertad que late en el pueblo saharaui ha podido, durante estos veinticinco a?os, con todas las adversidades. El pueblo saharaui cuenta además con el inquebrantable relevo de su juventud, abierta, preparada, revolucionaria pero amante de la paz. Se trata sin duda de la mejor garantía para un futuro prometedor.
La RASD se ha basado en principios de organización democráticos y en un sistema que garantice cierto nivel de igualdad y justicia social. En la mitad del desierto, en los pobladísimos campos de Tinduf (con más o menos unos 125.000-150.000 habitantes), se ha creado un verdadero Estado activo y que tiene muchas particularidades dignas de ser estudiadas.
Una de las características propias de la orientación de la RASD es su especial atención a la infancia y la juventud. Para un pueblo despojado de su tierra, se hace imprescindible garantizar un futuro, y este está en la juventud. La natalidad es una prioridad para el pueblo saharaui, y el valor de la familia, sin estar re?ido con el papel socialmente activo que desarrolla la mujer, es clave. Pero no se trata solamente de generar presión numérica. El pueblo saharaui ha ido mucho más lejos, y, a través de la RASD, y con la solidaridad de otros Estados, ha conformado una estructura educativa ejemplar, si consideramos las circunstancias.
Los campos de refugiados de Tinduf están repletos de críos, y la RASD asegura la escolarización obligatoria en la ense?anza primaria a todos los ni?os saharauis. El nivel de alfabetización es claramente superior al resto del continente. Y más aún, la ense?anza secundaria es facilitada ampliamente a través de la colaboración de la RASD con Argelia, Libia y otros países amigos de la justa causa saharaui.
Y, de una forma casi sorprendente, el número de titulados superiores con que cuenta el pueblo saharaui es increíblemente relevante. Durante muchos a?os, los estudiantes saharauis han podido cursar estudios universitarios en países como Cuba, que ha puesto su fuerte sistema educativo a favor de la juventud saharaui, como prueba de una solidaridad ejemplar, auténtica y efectiva. No es raro encontrarse en los campos de Tinduf con Ingenieros, Médicos, Filólogos, etc. de ambos sexos, dispuestos a construir en un ma?ana cercano un país próspero, abierto, pacífico. Muchas veces no es fácil para ellos su situación. Tras largas estancias fuera de los campos de Tinduf, en realidades tan diferentes como las que pueden representar países como Cuba, regresar a la dureza del desierto y el destierro es un trago amargo.
En este, como en otros temas, los movimientos sociales de Espa?a han ido y van muy por delante de la actuación de su administración. La fuerte red de solidaridad que engloba, en el conjunto del Estado, a numerosas personas y colectivos asegura un estrecho vínculo con el pueblo saharaui. Esto se traduce, por ejemplo, en la visita que, durante este verano, 7.000 ni?os y ni?as saharauis realizarán a diversos lugares de Espa?a, para, acogidos por familias, disfrutar de unas vacaciones en paz estableciendo lazos de unión entre ambas realidades. Al mismo tiempo, y en lo que se refiere al ámbito estudiantil, son muchas las instituciones que colaboran para asegurar que jóvenes saharauis puedan también formarse entre nosotros. De hecho, en la actualidad se están negociando los últimos detalles de una colaboración interinstitucional que puede permitir que cinco estudiantes saharauis cursen estudios, a partir del próximo octubre, en la Universidad de Oviedo, y que, además puedan dar a conocer a toda la comunidad académica la realidad de su larga lucha y los fundamentos de la causa saharaui.
Cuesta creer que se haya avanzado tantísimo, y en tan penosas circunstancias, pero la pasión por la libertad que late en el pueblo saharaui ha podido, durante estos veinticinco a?os, con todas las adversidades. El pueblo saharaui cuenta además con el inquebrantable relevo de su juventud, abierta, preparada, revolucionaria pero amante de la paz. Se trata sin duda de la mejor garantía para un futuro prometedor.
Publicado en el Informativo Universitario Aulas, julio de 2000.
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