LA REVISTILLA
Para zanjar ya de una vez por todas la cuestión y poder dedicarnos a otros menesteres sin lugar a dudas de mayor importancia, creo que puede ser oportuno hacer un peque?o comentario sobre la “famosa” revista Campus Universitario. Vamos a ver, se trata esta revista de una publicación hecha a todo tren, editada por el Servicio de Publicaciones la Universidad y sufragada no se sabe por quién, aunque más o menos nos lo imaginamos. Desde luego se advierte un agravio comparativo con otras muchas publicaciones de alumnos universitarios, y si no que se lo pregunten a la gente del Colectivo Andamio cuya publicación, por cierto, pese a ser una excepcional vía para favorecer el espíritu crítico y el pensamiento activo, no contó ni cuenta con respaldo alguno de la Universidad.
Pero a lo que íbamos, no es sólo que se trate de una revista apoyada por la Universidad para unos intereses muy concretos; hay mucho más. Para empezar, se trata de un instrumento de divulgación de una determinada candidatura de alumnos, popularmente conocida como Foro, que disfruta nuevamente de un privilegio reservado exclusivamente a ellos para darse a conocer incluyendo numerosísima propaganda pura y dura (en el peor sentido del término propaganda), e incluyendo llamamiento explícito al voto. Pero lo más destacable de todo son los contenidos que introducen en la revista dichosa, que la convierten en un batiburrillo de pésima calidad literaria, agresiones verbales y sobre todo a la inteligencia colectiva, y, en conclusión, un cúmulo de despropósitos que reflejan una pobre calidad intelectual de sus redactores.
?Creéis que me paso? Posiblemente me quede corto. En general la citada revista tiene un efluvio supuestamente anti ideológico que, por supuesto, no es más que la ideología de la desideologización, como diría Lolo Rico. Es decir, el pensamiento aquel que nos aleja de la vida política para dejar campar por sus anchas a los de siempre, en este caso el caciquismo y el clientelismo propio de los expertos en técnicas de supervivencia en la representación. Estos tíos confunden independencia con una especie de estado “puro” de asociabilidad y alejamiento de la implicación activa en la vida de la comunidad académica, asturiana, y casi hasta mundial. Criminalizar la militancia es algo tan ridículo que cae por su propio peso; escudarse en la independencia entendida esta como indiferencia o ausencia de participación en resto de ámbitos de la sociedad es símbolo de estupidez.
Y, otra característica transversal de la revista esta Campus es la continua autojustificación. Parece como si desde el fondo de sus conciencias un Pepito Grillo aún resistente, ya casi caído ante el empuje de la intoxicación de la ambigüedad y la corrupción, estuviese dándoles la lata provocando en ellos una inquietud que les obliga a reafirmarse a sí mismos: no, si nosotros no cambiamos de nombre, y hasta hacemos cosas y estamos todo el a?o y cumplimos lo que decimos y no nos manejan, no. Por supuesto sus explicaciones carecen de veracidad, y no vienen sino a se?alar, punto por punto, cuáles son todas sus deudas con los alumnos a los que dicen representar. Pero es que cuando uno se justifica siempre acaba cayendo en cosas de estas. Que le vamos a hacer, son cosas que pasan.
Pues eso, que no hay que darle más vueltas ya al tema. Si quieren seguir en esta línea, es mejor que vayan pensando en aprovechar el desconcierto en que algunos estudiantes se encuentran (cada vez menos) en algunos centros (cada vez menos), y que vayan preparando su habitual forma de no respetar las normas electorales para la votación (las carpetitas azules tan monas, la espicha de turno, las papeletas marcadas, etc.) porque por otras vías poco van a poder hacer.
Joder como está el patio.
Pero a lo que íbamos, no es sólo que se trate de una revista apoyada por la Universidad para unos intereses muy concretos; hay mucho más. Para empezar, se trata de un instrumento de divulgación de una determinada candidatura de alumnos, popularmente conocida como Foro, que disfruta nuevamente de un privilegio reservado exclusivamente a ellos para darse a conocer incluyendo numerosísima propaganda pura y dura (en el peor sentido del término propaganda), e incluyendo llamamiento explícito al voto. Pero lo más destacable de todo son los contenidos que introducen en la revista dichosa, que la convierten en un batiburrillo de pésima calidad literaria, agresiones verbales y sobre todo a la inteligencia colectiva, y, en conclusión, un cúmulo de despropósitos que reflejan una pobre calidad intelectual de sus redactores.
?Creéis que me paso? Posiblemente me quede corto. En general la citada revista tiene un efluvio supuestamente anti ideológico que, por supuesto, no es más que la ideología de la desideologización, como diría Lolo Rico. Es decir, el pensamiento aquel que nos aleja de la vida política para dejar campar por sus anchas a los de siempre, en este caso el caciquismo y el clientelismo propio de los expertos en técnicas de supervivencia en la representación. Estos tíos confunden independencia con una especie de estado “puro” de asociabilidad y alejamiento de la implicación activa en la vida de la comunidad académica, asturiana, y casi hasta mundial. Criminalizar la militancia es algo tan ridículo que cae por su propio peso; escudarse en la independencia entendida esta como indiferencia o ausencia de participación en resto de ámbitos de la sociedad es símbolo de estupidez.
Y, otra característica transversal de la revista esta Campus es la continua autojustificación. Parece como si desde el fondo de sus conciencias un Pepito Grillo aún resistente, ya casi caído ante el empuje de la intoxicación de la ambigüedad y la corrupción, estuviese dándoles la lata provocando en ellos una inquietud que les obliga a reafirmarse a sí mismos: no, si nosotros no cambiamos de nombre, y hasta hacemos cosas y estamos todo el a?o y cumplimos lo que decimos y no nos manejan, no. Por supuesto sus explicaciones carecen de veracidad, y no vienen sino a se?alar, punto por punto, cuáles son todas sus deudas con los alumnos a los que dicen representar. Pero es que cuando uno se justifica siempre acaba cayendo en cosas de estas. Que le vamos a hacer, son cosas que pasan.
Pues eso, que no hay que darle más vueltas ya al tema. Si quieren seguir en esta línea, es mejor que vayan pensando en aprovechar el desconcierto en que algunos estudiantes se encuentran (cada vez menos) en algunos centros (cada vez menos), y que vayan preparando su habitual forma de no respetar las normas electorales para la votación (las carpetitas azules tan monas, la espicha de turno, las papeletas marcadas, etc.) porque por otras vías poco van a poder hacer.
Joder como está el patio.
Publicado en el Informativo Universitario Aulas, marzo de 2000.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home