OTRA VEZ LA PELOTA VASCA
Unos, los amigos del misticismo político, flirtean con el RH y hablan de naciones vivas antes del diluvio. Otros organizan autos de fe sumarios contra quien ose apelar al anatemizado diálogo entre comunidades, partidos y personas. Lo visto estos días en torno a la entrega de los Premios Goya ha sido una lamentable demostración del fundamentalismo de unas organizaciones que, utilizando como cheque en blanco el inmenso dolor ocasionado por el terrorismo etarra, pretenden hacer comulgar al personal con ruedas de molino. Los manifestantes que abuchearon a Julio Médem, que seguramente no vieron La pelota vasca, se reafirman en su cruzada contra todo lo que ellos entiendan por tibieza frente al terrorismo.
A estas alturas, todo el mundo (menos cuatro chiflados) respetamos profundamente la tragedia de las víctimas del terrorismo. Pero no me cabe en la cabeza que nadie se erija en guardián de la verdad y se arrogue la facultad de entregar y retirar los carnets que acreditan la convicción antiterrorista. Lo peor de todo es que, además, el documental de Médem ni se sitúa en la equidistancia entre víctimas y verdugos, ni es tibio contra la violencia. Al contrario, La pelota vasca retrata al que comprende el terrorismo en su naufragio moral e intelectual, nos redescubre muchos rincones del horror padecido por las víctimas y, sin hacer de ello causa justificatoria de nada, no elude analizar el escenario de conflicto político y territorial (la sempiterna “cuestión nacional”) en el que se desarrolla este drama.
Por eso hay que tenerlo muy claro. Comprensión, apoyo y compensación a las víctimas. Pero que nadie pretenda establecer cortapisas para que Médem o quien sea describa su perspectiva de las cosas, aunque muchos no compartan su mensaje. Lo contrario es axfisiar a libertad en su propio nombre.
A estas alturas, todo el mundo (menos cuatro chiflados) respetamos profundamente la tragedia de las víctimas del terrorismo. Pero no me cabe en la cabeza que nadie se erija en guardián de la verdad y se arrogue la facultad de entregar y retirar los carnets que acreditan la convicción antiterrorista. Lo peor de todo es que, además, el documental de Médem ni se sitúa en la equidistancia entre víctimas y verdugos, ni es tibio contra la violencia. Al contrario, La pelota vasca retrata al que comprende el terrorismo en su naufragio moral e intelectual, nos redescubre muchos rincones del horror padecido por las víctimas y, sin hacer de ello causa justificatoria de nada, no elude analizar el escenario de conflicto político y territorial (la sempiterna “cuestión nacional”) en el que se desarrolla este drama.
Por eso hay que tenerlo muy claro. Comprensión, apoyo y compensación a las víctimas. Pero que nadie pretenda establecer cortapisas para que Médem o quien sea describa su perspectiva de las cosas, aunque muchos no compartan su mensaje. Lo contrario es axfisiar a libertad en su propio nombre.
Versión en castellano. Publicado en Les Noticies el 6 de febrero de 2004.
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