PRESTIGE Y DEMOCRACIA
Acontecimientos como la marea negra del Prestige son la prueba del algodón de un Estado, de un sistema democrático, de una forma de concebir lo público.
Han pasado ya unas cuantas semanas desde el accidente del buque-basura, y ya tenemos suficientes datos como para extraer unas primeras conclusiones. A pesar, y esa es la primera de ellas, de la estrategia manipuladora y oscurantista del gobierno, auxiliado por los informativos del sector mediático progubernamental. Tenemos, ahora ya lo sabemos claramente, un gobierno que ha pretendido esconder la verdad y no se corta en utilizar todas las artima?as a su alcance.
Por otro lado encontramos la ineficacia del gobierno, y, por extensión, del Estado y las autoridades. Resulta que tanto denostar lo público y tanto reclamar unas administraciones reducidas, y a la hora de la verdad, cuando son necesarios instrumentos que puedan dar respuesta a situaciones como la del Prestige, no queda más remedio que recurrir a la autogestión, a la iniciativa de unos ciudadanos asombrados ante la inoperancia gubernamental. O sea que la ejecutiva del PP puede comerse con patatas los miles de dípticos y carteles de su campa?a “Menos impuestos, más seguridad”. Porque ha sido la variante aznaril del neoliberalismo la que, con su adelgazamiento extremo de lo público, ha provocado que la sociedad esté desarmada ante acontecimientos como este.
Seguramente estos sucesos sirvan también para que la sociedad perciba, de una vez por todas, la conexión entre lo local y lo global. La mejor demostración del “efecto mariposa” de la globalización más descarnada la tenemos aquí: las banderas de conveniencia de paraísos de permisividad legal, la mara?a de sociedades transnacionales interpuestas, la falta de mecanismos de control internacional, etc. acaban afectando a la vida y el futuro del pescador de Muxía... y también al de Lastres.
Han pasado ya unas cuantas semanas desde el accidente del buque-basura, y ya tenemos suficientes datos como para extraer unas primeras conclusiones. A pesar, y esa es la primera de ellas, de la estrategia manipuladora y oscurantista del gobierno, auxiliado por los informativos del sector mediático progubernamental. Tenemos, ahora ya lo sabemos claramente, un gobierno que ha pretendido esconder la verdad y no se corta en utilizar todas las artima?as a su alcance.
Por otro lado encontramos la ineficacia del gobierno, y, por extensión, del Estado y las autoridades. Resulta que tanto denostar lo público y tanto reclamar unas administraciones reducidas, y a la hora de la verdad, cuando son necesarios instrumentos que puedan dar respuesta a situaciones como la del Prestige, no queda más remedio que recurrir a la autogestión, a la iniciativa de unos ciudadanos asombrados ante la inoperancia gubernamental. O sea que la ejecutiva del PP puede comerse con patatas los miles de dípticos y carteles de su campa?a “Menos impuestos, más seguridad”. Porque ha sido la variante aznaril del neoliberalismo la que, con su adelgazamiento extremo de lo público, ha provocado que la sociedad esté desarmada ante acontecimientos como este.
Seguramente estos sucesos sirvan también para que la sociedad perciba, de una vez por todas, la conexión entre lo local y lo global. La mejor demostración del “efecto mariposa” de la globalización más descarnada la tenemos aquí: las banderas de conveniencia de paraísos de permisividad legal, la mara?a de sociedades transnacionales interpuestas, la falta de mecanismos de control internacional, etc. acaban afectando a la vida y el futuro del pescador de Muxía... y también al de Lastres.
Versión en castellano. Publicado en Les Noticies el 10 de enero de 2003.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home