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26.3.06

LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO NO EXISTE

Me explico. Formalmente la Universidad en la que más de 40.000 jóvenes procedentes de toda Asturias, desarrollan sus estudios tiene la denominación de Universidad de Oviedo, desde que en el siglo XVII Valdés Salas fundó la institución. En la realidad las cosas son bien distintas, y si convenimos en que la denominación de una cosa debe indicar lo esencial de lo que se denomina (o lo que queremos que sea lo que se denomina), la Universidad de Oviedo debería pasarse a llamar de una vez por todas, Universidad de Asturias, mal que pese a algunos.
En primer lugar, y atendiendo a la distribución geográfica, ya no cabe duda acerca de la estructura descentralizada de nuestra Universidad. Claro que se puede discutir horas y días incluso acerca de la conveniencia de la dispersión o la concentración de campus, pero el hecho es que durante los últimos 15 a?os se ha configurado de forma definitiva como una Universidad descentralizada, para bien o para mal (en mi opinión con más resultados positivos –aunque se podría haber hecho mucho mejor- que perjuicios). En la actualidad son cuatro los campus (en sentido más o menos estricto del término campus) en dos ciudades, Oviedo y Gijón, con un quinto campus a punto de ver la luz en una tercera villa, Mieres; esto ya es de por sí un hecho concluyente. Pero nuevamente, el debate no queda cerrado. Por un lado la polémica sobre el campus de Mieres ya lleva servida varios meses. Se habla de planificación defectuosa (hay quién se pregunta si no se estarán creando “catedrales sin feligreses”), orientación discutible, oportunismo político desde varios frentes y hasta irregularidades administrativas cuanto menos en la ejecución de las obras. Sin embargo el hecho es que el campus de Mieres será una realidad en breve, y por éllo hay que apostar por que efectivamente desempe?e un papel positivo en el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la Universidad. Y, por otro lado, está el problema de la marginación vivida por Avilés, que es la tercera población de la región, y que, aún atravesando un período de crisis siegue siendo ciudad de corte industrial –con todas las necesidades y posibilidades que éllo supone en relación con las ense?anzas técnicas-. Avilés se ha visto desplazada de su integración en el entramado universitario asturiano; así ha sido durante a?os e incluso puede que para el futuro a corto y medio plazo si finalmente los proyectos del rectorado actual salen adelante. ?Es esto justificable? Desde luego es muy discutible, aunque, nuevamente, la polémica está servida. En cualquier caso lo que sí parece medianamente claro es el hecho de que la Universidad es, hoy por hoy, una institución descentralizada geográficamente, y que tiende en esa dirección.
En segundo lugar, y como reflexión de mayor calado, parece absurdo continuar con una denominación que adscribe a una sola ciudad lo que corresponde a toda una región, en diversos sentidos. La Universidad debe estar en completa conexión con el conjunto de la sociedad asturiana, puesto que es parte de élla y no se puede entender sin élla. La Universidad debe atender a las necesidades la comunidad autónoma, comprometiéndose en su desarrollo económico, cultural y social. El hecho es que en la actualidad este papel asignado a la institución, papel que alguien denominó, utilizando términos futbolísticos, como de “medio centro” del equipo de la recuperación de la región, es un papel que la Universidad no cumple como debería, por muy diversas razones. Se podría hablar de éllo también durante horas: desde las deficiencias estructurales –al medio centro no le pagan bien ni le compran un equipamiento adecuado-, pasando por cierto grado de aislamiento y falta de participación social–al jugador no le llegan balones, y los que le llegan prefiere apropiárselos aunque no lleguen a buen puerto-, y llegando hasta un irregular funcionamiento poco democrático y una dirección cuestionada de continuo por gran parte de la propia comunidad académica –el medio centro, siguiendo con la metáfora, no parece escuchar a los demás compa?eros de equipo, le falta liderazgo efectivo y le sobra orgullo vano, y además es abucheado por gran parte del público que sigue el juego-. Pero, volviendo a la cuestión que abordaba en este punto, la realidad es que la Universidad debe ser, aunque hoy día no lo sea como debería, eje clave en el desenvolvimiento y crecimiento de la sociedad asturiana. Por eso tiene que ser la Universidad de Asturias, que no de Oviedo.
Así que sólo queda romper con el convencionalismo –con tradición, eso sí- de llamar a la Universidad “de Oviedo”. Pero quizás sea más que cambiar el nombre, en ocasiones lo más importante es cambiar la mentalidad. Y en este caso así es.
Versión en castellano. Publicado en El Comercio, mayo 1999.