?Es liberal Gabino de Lorenzo?
Nuestro Alcalde anda en los últimos a?os buscándose etiquetas o paraguas ideológicos cada dos por tres. Últimamente proclama su ideario liberal a los cuatro vientos, tratando de aparecer como defensor de la iniciativa privada y como quintaesencia del liberalismo.
Conviene detenerse un poco en esta nueva estratagema de don Gabino. Por un lado parece que su apelación a la benefactora iniciativa privada, en el terreno económico, se plantea como bálsamo para paliar la debilidad del Ayuntamiento para el impulso al crecimiento económico local. Nuestro Alcalde ha hipotecado el futuro de la ciudad, nos lega una deuda estratosférica de 300 millones de euros como poco, no tiene más que ocurrencias impagables y disparatadas (desde la histórica playa fluvial al recientemente propuesto circuito de karts de Olloniego o al innecesario Palacio Municipal), y lleva los últimos a?os a la defensiva demostrando el agotamiento –cada vez más evidente- de su proyecto, si es que alguna vez lo tuvo. Llega la hora de las excusas o de los argumentos peregrinos para tratar de justificar la vía muerta en la que ha metido a Oviedo, de ahí aquello de “la ciudad está hecha” (la versión vetustiense del fin de la historia), “estamos en economía de guerra” (?por culpa de quién?), “es la hora de la iniciativa privada” (ya que desde lo público no se ofrecen más que pufos).
Pero se mire por donde se mire es intragable su autoproclamación como liberal. Este Alcalde debe creer que sólo con definirse como tal adquiere las actitudes propias del liberal. Pero la realidad es muy tozuda y nos demuestra otras cosas. Gabino de Lorenzo no sólo no fomenta el libre juego de los actores económicos, sino que promueve un capitalismo de amiguetes en su versión local, en la que los intereses empresariales de unos pocos priman sobre el interés general y alteran precisamente la libre competencia, principio básico del liberalismo. Cuando se dise?a un nuevo contrato de transporte urbano a la medida de quien entonces era adjudicataria (y no de las necesidades ciudadanas), previendo una indemnización inasumible para cualquiera excepto si te la tienes que dar a tí mismo, lo que se hace es evitar esa libre concurrencia. Cuando los proyectos estratégicos de la ciudad, que según nos dice De Lorenzo son el Palacio de Congresos y el Palacio Municipal, se programan al dictado de una empresa (única concurrente y segura adjudicataria en el concurso público realizado en su día) y para el interés de esta, no se actúa con espíritu liberal sino al servicio de unos pocos. Cuando el desarrollo urbanístico de una ciudad se subordina al interés de los constructores, sin importar que estemos creando barrios de segunda o tercera división, sin servicios y en un modelo desarrollista propio de los a?os 60, se demuestra que no es el espíritu liberal lo que predomina, sino la actitud corporativa de quien trabaja en beneficio de intereses empresariales que no siempre coinciden con los de la mayoría de los ovetenses. Ser liberal hoy no significa gobernar bajo la batuta de las aspiraciones empresariales de unos pocos, sino promover que el funcionamiento de todos los actores del mercado se haga bajo la libre competencia y en unas reglas de juego limitadas pero justas.
Además el liberal moderno no sólo cree en la acción del mercado (principios que De Lorenzo respeta más bien poco, como acabamos de ver), sino también en el papel de la sociedad civil, de la ciudadanía, como sujeto activo del desarrollo económico y social. Esto al Alcalde le suena a chino, porque lleva a?os despreciando todas aquellas opiniones que no controla e instalado en el ordeno y mando. El liberal avanzado promueve el debate público, entiende que es necesaria la expresión libre de todas las opiniones e inquietudes y no coarta este intercambio de ideas. De Lorenzo piensa que la sociedad civil ovetense es incómoda cuando reclama o critica, cuando manifiesta preocupaciones que no son las suyas. El ejemplo más reciente lo hemos tenido en la adaptación del gobierno local a la Ley 57/2003, llamada “de Grandes Ciudades”, y que obligaba a crear órganos y procedimientos para la participación ciudadana. El PP ha hecho todo lo posible para evitar que los ovetenses puedan ser ciudadanos activos que hagan oír su voz en las instituciones, y lo ha conseguido aplicando su mayoría absoluta, que confunden con razón absoluta.
Otro ejemplo (habría cientos) del liberalismo de Gabino de Lorenzo es que incluso tuvo la pretensión (parece que abandonada definitivamente vista la ejemplar reacción ciudadana) de decirnos hasta qué club de fútbol era el representativo e histórico en la ciudad, con la horrenda aventura del ACF. Muestra del intervensionismo autoritario del Alcalde que abandera y que abarca todos los ámbitos de la vida en este Oviedo que, sin embargo, cada vez se cree menos sus monsergas. Porque se puede enga?ar a una persona muchas veces; a muchas personas una vez; pero enga?ar a muchas personas muchas veces eso ya es más difícil.
Conviene detenerse un poco en esta nueva estratagema de don Gabino. Por un lado parece que su apelación a la benefactora iniciativa privada, en el terreno económico, se plantea como bálsamo para paliar la debilidad del Ayuntamiento para el impulso al crecimiento económico local. Nuestro Alcalde ha hipotecado el futuro de la ciudad, nos lega una deuda estratosférica de 300 millones de euros como poco, no tiene más que ocurrencias impagables y disparatadas (desde la histórica playa fluvial al recientemente propuesto circuito de karts de Olloniego o al innecesario Palacio Municipal), y lleva los últimos a?os a la defensiva demostrando el agotamiento –cada vez más evidente- de su proyecto, si es que alguna vez lo tuvo. Llega la hora de las excusas o de los argumentos peregrinos para tratar de justificar la vía muerta en la que ha metido a Oviedo, de ahí aquello de “la ciudad está hecha” (la versión vetustiense del fin de la historia), “estamos en economía de guerra” (?por culpa de quién?), “es la hora de la iniciativa privada” (ya que desde lo público no se ofrecen más que pufos).
Pero se mire por donde se mire es intragable su autoproclamación como liberal. Este Alcalde debe creer que sólo con definirse como tal adquiere las actitudes propias del liberal. Pero la realidad es muy tozuda y nos demuestra otras cosas. Gabino de Lorenzo no sólo no fomenta el libre juego de los actores económicos, sino que promueve un capitalismo de amiguetes en su versión local, en la que los intereses empresariales de unos pocos priman sobre el interés general y alteran precisamente la libre competencia, principio básico del liberalismo. Cuando se dise?a un nuevo contrato de transporte urbano a la medida de quien entonces era adjudicataria (y no de las necesidades ciudadanas), previendo una indemnización inasumible para cualquiera excepto si te la tienes que dar a tí mismo, lo que se hace es evitar esa libre concurrencia. Cuando los proyectos estratégicos de la ciudad, que según nos dice De Lorenzo son el Palacio de Congresos y el Palacio Municipal, se programan al dictado de una empresa (única concurrente y segura adjudicataria en el concurso público realizado en su día) y para el interés de esta, no se actúa con espíritu liberal sino al servicio de unos pocos. Cuando el desarrollo urbanístico de una ciudad se subordina al interés de los constructores, sin importar que estemos creando barrios de segunda o tercera división, sin servicios y en un modelo desarrollista propio de los a?os 60, se demuestra que no es el espíritu liberal lo que predomina, sino la actitud corporativa de quien trabaja en beneficio de intereses empresariales que no siempre coinciden con los de la mayoría de los ovetenses. Ser liberal hoy no significa gobernar bajo la batuta de las aspiraciones empresariales de unos pocos, sino promover que el funcionamiento de todos los actores del mercado se haga bajo la libre competencia y en unas reglas de juego limitadas pero justas.
Además el liberal moderno no sólo cree en la acción del mercado (principios que De Lorenzo respeta más bien poco, como acabamos de ver), sino también en el papel de la sociedad civil, de la ciudadanía, como sujeto activo del desarrollo económico y social. Esto al Alcalde le suena a chino, porque lleva a?os despreciando todas aquellas opiniones que no controla e instalado en el ordeno y mando. El liberal avanzado promueve el debate público, entiende que es necesaria la expresión libre de todas las opiniones e inquietudes y no coarta este intercambio de ideas. De Lorenzo piensa que la sociedad civil ovetense es incómoda cuando reclama o critica, cuando manifiesta preocupaciones que no son las suyas. El ejemplo más reciente lo hemos tenido en la adaptación del gobierno local a la Ley 57/2003, llamada “de Grandes Ciudades”, y que obligaba a crear órganos y procedimientos para la participación ciudadana. El PP ha hecho todo lo posible para evitar que los ovetenses puedan ser ciudadanos activos que hagan oír su voz en las instituciones, y lo ha conseguido aplicando su mayoría absoluta, que confunden con razón absoluta.
Otro ejemplo (habría cientos) del liberalismo de Gabino de Lorenzo es que incluso tuvo la pretensión (parece que abandonada definitivamente vista la ejemplar reacción ciudadana) de decirnos hasta qué club de fútbol era el representativo e histórico en la ciudad, con la horrenda aventura del ACF. Muestra del intervensionismo autoritario del Alcalde que abandera y que abarca todos los ámbitos de la vida en este Oviedo que, sin embargo, cada vez se cree menos sus monsergas. Porque se puede enga?ar a una persona muchas veces; a muchas personas una vez; pero enga?ar a muchas personas muchas veces eso ya es más difícil.
Publicado en Oviedo Diario, 8 de enero de 2005
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