ABOMINABLE
Llevo varios días, me imagino que como otras muchas personas, rumiando la imagen de los presos iraquíes torturados y humillados. Una persona encapuchada, con los brazos en cruz, sobre una caja; un grupo de cuerpos humanos amontonados; una hilera de hombres desnudos y con la cabeza tapada; un hombre desnudo al que orinan encima. Los datos que se manejan hablan de al menos 25 muertes bajo custodia; dos de ellas fueron directamente causadas por soldados de ocupación. Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos, además de los propios informes de las fuerzas armadas norteamericanas se?alan que la tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes son la pauta común de actuación de los ocupantes.
El nivel de desprecio e indignación que uno siente ante estos hechos sobrepasa lo calculable. Pero ojo, esto no es más grave que las bombas cortamargaritas, el bombardeo del mercado de Bagdad o el cerco de Faluja. Tampoco es diferente al embargo salvaje al que sometieron al pueblo iraquí durante una década. Son episodios del mismo horror con que esta jauría exporta la democracia, la paz y la estabilidad a Iraq.
Esto tampoco se diferencia del ataque a la TV Yugoslava, la bomba de 1 tonelada sobre Afganistán, las prácticas aprendidas por los tiranos latinoamericanos en la Escuela de las Américas, el respaldo a la contra nicaragüense, la ocupación de Panamá, Haití y Granada, el amparo a Sharon mientras aniquila al pueblo palestino y un largo etcétera de recientes heroicidades en la historia reciente de la política exterior norteamericana.
Es decir, que el terror global no lo ha inventado la psicodelia sanguinaria, criminal y exasperada de los chiflados de Al Qaeda; antes tuvieron buenos maestros del horror, que, por cierto, también se amparan en Dios cuando disponen sobre la vida ajena.
Versión en castellano. Publicado el 7 de mayo de 2004 en Les Noticies.
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