CLAUSTRO DE SEGUIMIENTO DEL PLAN PLURIANUAL:CRÓNICA DE UN INCUMPLIMIENTO ANUNCIADO
Durante la pasada sesión del Claustro, celebrada los días 3 y 4 de noviembre de 1999, en el que se aprobó el Plan Plurianual 1999-2004, el Rector de la Universidad de Oviedo, Julio Rodríguez, se comprometió pública y explícitamente a convocar una nueva sesión del máximo órgano de representación de la institución para constituir, antes del y cercano fin del mandato de los claustrales, una comisión de seguimiento de los contenidos y el itinerario de aprobación y puesta en marcha del citado Plan. La propuesta surgió en el seno de un debate cargado de numerosas críticas al citado Plan y, el Rector utilizó esta baza como elemento de distracción, como al final todos hemos podido comprobar.
Ya desde un primer momento fueron muchos los que desconfiaron de las palabras del Rector. A la luz de los precedentes parecía ciertamente probable que, o bien dicha comisión carecería de contenido real y se configuraría como mero maquillaje, o bien se trataba de una artima?a improvisada para, en cierta medida, tratar de evitar las críticas que aludían tanto al proceso de elaboración del proyecto, totalmente de espaldas al Claustro y al conjunto de los universitarios, como las acusaciones que se referían a la deficiente reflexión y análisis previo que diera como resultado la propuesta de titulaciones e infraestructuras. En definitiva, el Rector pretendía suavizar con este quiebro la falta de consenso existente para un asunto de la trascendencia del Plan Plurianual.
?Se llevo el gato al agua? El hecho es que el Plan salió adelante. Cierto que con una mayoría exigua, puesto en duda hasta la saciedad, reducido a “filosofía” y venido al mundo oficialmente en un Claustro bronco y culminado con algún que otro incidente, pero aprobado al fin y al cabo. No me atrevería a asegurar que la maniobra del Rector haya tenido parte en esta aprobación, pero es posible que, en parte, y para algunos de los que votaron afirmativamente de buena fe y en conciencia (que algunos habrá, o eso espero), haya tenido algo que ver.
Meses después asistimos a la crónica de un incumplimiento anunciado y a la confirmación de las previsiones realizadas. Con el calendario electoral ya aprobado y con fecha para la convocatoria de elecciones al Claustro (18 de febrero), como nos temíamos el Rector ha vuelto ha demostrar su desprecio a la comunidad universitaria, puesto que el Claustro no ha sido convocado (ni parece que vaya a serlo) pare el fin referido, contrariamente a lo que fue comprometido ante los asistentes. Es extremadamente grave que el Rector se sitúe frente al Claustro en una dinámica de desconfianza y alejamiento. La recuperación de un mínimo funcionamiento democrático, no me cansaré de repetirlo, exige que el órgano más amplio y representativo no sea entendido como un estorbo sino como un posible punto de encuentro para el trabajo sobre los distintos temas de la Universidad, seguimiento de los problemas y retos de la institución y, sobre todo como un espacio de decisión más allá, mucho más allá, de la elección del Rector cada cuatro a?os.
Pero hay cosas que parecen no cambiar; este mandato rectoral que se cierra en breve ha sido un periodo que ha puesto al Claustro en un segundo o tercer plano. El último (o penúltimo) incumplimiento del Rector a este respecto no pasa de ser, si observamos el conjunto de estos a?os, una anécdota.Conclusión: que ni comisión de seguimiento, ni puentes para el diálogo, ni búsqueda del consenso, ni distensión; simplemente nada. Nada.
Ya desde un primer momento fueron muchos los que desconfiaron de las palabras del Rector. A la luz de los precedentes parecía ciertamente probable que, o bien dicha comisión carecería de contenido real y se configuraría como mero maquillaje, o bien se trataba de una artima?a improvisada para, en cierta medida, tratar de evitar las críticas que aludían tanto al proceso de elaboración del proyecto, totalmente de espaldas al Claustro y al conjunto de los universitarios, como las acusaciones que se referían a la deficiente reflexión y análisis previo que diera como resultado la propuesta de titulaciones e infraestructuras. En definitiva, el Rector pretendía suavizar con este quiebro la falta de consenso existente para un asunto de la trascendencia del Plan Plurianual.
?Se llevo el gato al agua? El hecho es que el Plan salió adelante. Cierto que con una mayoría exigua, puesto en duda hasta la saciedad, reducido a “filosofía” y venido al mundo oficialmente en un Claustro bronco y culminado con algún que otro incidente, pero aprobado al fin y al cabo. No me atrevería a asegurar que la maniobra del Rector haya tenido parte en esta aprobación, pero es posible que, en parte, y para algunos de los que votaron afirmativamente de buena fe y en conciencia (que algunos habrá, o eso espero), haya tenido algo que ver.
Meses después asistimos a la crónica de un incumplimiento anunciado y a la confirmación de las previsiones realizadas. Con el calendario electoral ya aprobado y con fecha para la convocatoria de elecciones al Claustro (18 de febrero), como nos temíamos el Rector ha vuelto ha demostrar su desprecio a la comunidad universitaria, puesto que el Claustro no ha sido convocado (ni parece que vaya a serlo) pare el fin referido, contrariamente a lo que fue comprometido ante los asistentes. Es extremadamente grave que el Rector se sitúe frente al Claustro en una dinámica de desconfianza y alejamiento. La recuperación de un mínimo funcionamiento democrático, no me cansaré de repetirlo, exige que el órgano más amplio y representativo no sea entendido como un estorbo sino como un posible punto de encuentro para el trabajo sobre los distintos temas de la Universidad, seguimiento de los problemas y retos de la institución y, sobre todo como un espacio de decisión más allá, mucho más allá, de la elección del Rector cada cuatro a?os.
Pero hay cosas que parecen no cambiar; este mandato rectoral que se cierra en breve ha sido un periodo que ha puesto al Claustro en un segundo o tercer plano. El último (o penúltimo) incumplimiento del Rector a este respecto no pasa de ser, si observamos el conjunto de estos a?os, una anécdota.Conclusión: que ni comisión de seguimiento, ni puentes para el diálogo, ni búsqueda del consenso, ni distensión; simplemente nada. Nada.
Publicado en el Informativo Universitario Aulas, febrero de 2000.
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