VENDAVAL DE INTOLERANCIA
El jueves 17 de mayo se celebró el Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia, centrado en la denuncia de la persecución y
el hostigamiento que millones de personas sufren en todo el mundo por el mero
hecho de su orientación sexual. Como objetivo, advertir sobre la persistencia
de corrientes que continúan criminalizando la homosexualidad o que justifican o
admiten la discriminación directa e indirecta de las personas en función de tal
circunstancia. Y es que, aunque en los últimos años se han producido avances
muy sustanciales en algunos países, que han superado situaciones previas de
penalización de la homosexualidad y que avanzan hacia regulaciones legales
igualitarias, a la par se detecta un incremento de las corrientes reaccionarias
dispuestas a rescatar discursos que consideran a la homosexualidad poco menos
que una desviación a erradicar. Estas posiciones contrarias al respeto a la
diversidad de orientación sexual han adquirido una agresividad verbal y una capacidad
de influencia destacable, amenazando con retrotraer las conquistas alcanzadas y
con el retorno a la estigmatización de toda diferencia. En pocos lugares se
libran de estas tensiones, porque en nuestro propio país, afortunadamente
avanzado en este aspecto –pese a la oscura sombra del recurso deinconstitucionalidad del PP a la reforma del Código Civil en la materia-, han
cogido brío las invectivas que algunos sectores, empezando por parte de lajerarquía católica, lanzan contra la igualdad y la libertad sexual, prioridad
en su agenda de preocupaciones.
Otros
ejemplos tienen tintes intensamente dramáticos, como los relatados por el
activista hondureño de los derechos LGBT Álex David Sánchez, acogido en España
por Amnistía Internacional para evitar que las amenazas y agresiones sufridas
culminasen con su asesinato, como ha sucedido en su país con decenas de líderes
sociales en los últimos años, particularmente desde el golpe de Estado del 28
de junio de 2009. Álex estuvo en Asturias estos días pasados, reuniéndose con
autoridades y personas interesadas en conocer el incremento de la violencia
ejercida contra homosexuales y transexuales en Honduras y la cadena de crímenes
cometidos contra aquéllas personas que osan reivindicar su identidad y
orientación sexual en libertad.
Desgraciadamente
Honduras no es el único país que experimenta una regresión social de estas
características. No hay más que ver la virulencia de los ataques que contra la
libertad sexual se vienen desarrollando por parte de sectores reaccionarios en
numerosos países, desde Europa Oriental hasta Israel, pasando por algunos países
del África subsahariana y el mundo árabe. Para este escenario, algunos vectores
convergen: el fundamentalismo religioso, el rechazo a toda diversidad –no sólo
la de orientación sexual-, la dialéctica excluyente, la invocación de la
pureza, el recurso a la fuerza como forma de supresión de la diferencia, etc.,
cóctel incrementado por las crisis políticas o las dificultades económicas.
Precisamente los elementos que en el pasado reciente han estado presentes en
las principales persecuciones organizadas contra las minorías, con efectos
terribles en forma de crímenes monstruosos o profundas segregaciones. En ciertos
casos, estas tendencias reaccionarias cuentan con la conformidad o la
colaboración de los aparatos estatales, incorporando de forma más o menos
abierta a sus legislaciones medidas de represión que evocan las categorías de
peligrosidad social o directamente sancionan penalmente la homosexualidad. La
novedad es que, aunque en algunos Estados estas limitaciones están felizmente
bajo revisión, en otros la tendencia es inversa, con el caso de Uganda como
paradigma del posible retroceso, con diversos intentos de modificar su
legislación para castigar la homosexualidad con la pena capital e incorporarse
a la vergonzosa lista de países en los que ser gay, lesbiana o transexual puede
conllevar la ejecución, como sucede en Mauritania,
Sudán, Yemen, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán y algunos Estados
del norte de Nigeria.
Por eso conviene estar alerta, porque al igual que toda
conquista en materia de libertades individuales nos engrandece, cualquier
retroceso, aunque pensemos que no nos afecta directamente, supone un
empobrecimiento moral que, más temprano o más tarde, pagaremos colectivamente.
Publicado en Oviedo Diario, 19 de mayo de 2012.
Etiquetas: amnistía internacional, derechos humanos, homofobia, libertad
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