Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

5.5.08

COMPROMISO CÍVICO


Tener noción de nuestra dimensión colectiva, de la importancia del progreso común y de las consecuencias de la inclusión en el conjunto social, y, sobre todo, actuar en consecuencia, posiblemente sea uno de los rasgos más nobles del ser humano, y a la vez un reto personal que pone a prueba nuestra generosidad y sentido de servicio. No se trata de sublimar la participación pública como si de un desempeño místico se tratase; ni de exigir cotas de entrega y renuncia que difícilmente pueden acomodarse a las complicaciones de la vida moderna; ni de ser tanto de una causa que se deje de ser de uno mismo. Claro que hay que ejemplos morales encomiables y dignos de ser tomados como referencia, pero nadie está en posición de exigir a los ciudadanos un hercúleo esfuerzo que les convierta en santos laicos de las luchas colectivas.
Ahora bien, sí conviene cultivar el afán de justicia, aprendiendo a interiorizar y metabolizar el dolor que provoca la desigualdad, para que, ante el sufrimiento ajeno provocado por la dominación o la necesidad, uno sepa sentirlo como propio y emprender la rebelión que comienza en la actitud personal y aflora en la respuesta colectiva. Dice Benedetti, parafraseando a nuestro Campoamor, que todo es según el dolor con que se mira, porque, en el fondo, es la empatía lo que nos lleva no a una alicorta compasión que se queda en el gesto sentimental, sino a la sincera fraternidad y al cuestionamiento de las causas de la injusticia que ya no es sólo padecida por el otro, porque alcanza a todo el conjunto. En ese proceso, como no, la indignación juega un justo papel, acompañada del sosegado análisis sobre las causas de la injusticia y la búsqueda de las mejores soluciones. En qué medida puede uno contribuir a cambiar las cosas y asumir los costes personales, es ya la reflexión estrictamente íntima en la que las circunstancias de cada uno pesan enormemente.
Estamos en tiempos propicios al individualismo y al sálvese quien pueda. Los valores del compromiso cívico no cotizan al alza y la cultura del recelo hacia la cosa pública ha calado; es cierto que algunas dinámicas de poder y el cansancio que provocan determinados discursos cien veces gritados en la plaza pública han contribuido a desprestigiar la actividad política. Pero, por mucho que nos pueda complacer el cómodo escepticismo, al final acabamos descubriendo que la mueca del desencantado –esta que alguna vez hemos esbozado- no deja de ser la de quien se ha encerrado en la convicción de que poco o nada se puede hacer de puertas afuera.
En esta encrucijada el camino de la militancia no es siempre el más fácil, pero a la postre es una de las formas posibles para incidir más eficazmente –que de eso se trata- en la realidad en la medida de nuestras capacidades y disposición. Quien ha tenido la suerte de tener oportunidades bien podría optar por los deleites estéticos o la altivez del lúcido, obviando el llamamiento del compromiso. Pero cuando los valores democráticos y la cohesión social necesitan una cotidiana reafirmación, no cabe sino participar y contribuir. Las miserias de la vida pública, que son muchas, no tienen porque apagar la pulsión ciudadana, pese a los embates. A la postre, la militancia y el activismo es una forma de servicio público, un compromiso con todos y, por ello, con uno mismo.

Publicado en Oviedo Diario, 3 de mayo de 2008.

1 Comments:

Blogger José Enrique Carrero-Blanco Martínez-Hombre said...

Felicidades por tu nuevo cargo, realmente te lo mereces porque eras el mejor del Grupo Socialista la legislatura pasada.

11:27

 

Publicar un comentario

<< Home