Blog de artículos publicados en medios de comunicación.

10.4.08

TARDES EN LA GRANJA


Muchas horas de mi última infancia y primera adolescencia las pasé en la biblioteca de La Granja, el nombre por el que se conoce popularmente a la biblioteca que distingue al lingüista e impulsor de las bibliotecas en Oviedo, Lorenzo Rodríguez Castellano. La biblioteca de La Granja fue abierta como tal en 1988, siendo Alcalde Antonio Masip, en un edificio que tiene ya más de un siglo. Es una biblioteca pequeña pero con una tremenda fortuna, y no hablo de su modesto fondo bibliográfico –que también, por pequeño que sea-, sino de su delicioso emplazamiento, en el parque que forma parte de la memoria sentimental de todos los ovetenses.
Quizá la mía haya sido una de las últimas generaciones que hizo los trabajos del colegio pescando en enciclopedias y libros de consulta, privados de las ventajas de bucear en Google porque, sencillamente, aún no existía. Las elementales tareas encomendadas por los profesores de Naturales –un trabajito sobre las ballenas, otro sobre los planetas- bien podían hacerse en aquélla biblioteca, donde aprovechaba para tragarme de golpe algún que otro número de Mortadelo o las aventuras de Astérix. Después, pasados unos cursos, di buena cuenta de algunos libros de aquella biblioteca que, desconozco con qué fondos cuenta ahora, pero que en aquellos años no sólo tenía libros de literatura estrictamente infantil y juvenil, sino que venía a ser una pequeña pizca o émulo a escala de una biblioteca en toda regla. Recuerdo entre otras cosas el descubrimiento de la poesía en La Granja, curiosamente a través de un libro que recogía las obras premiadas en la VI edición del Premio “Angél González” para jóvenes poetas, que por entonces aún convocaba el Ayuntamiento de Oviedo, antes de abandonar las iniciativas culturales juveniles. Aquel certamen lo ganó, con Versos para Ana s/n, Aurelio González Ovies, hoy autor reconocido, y cuya obra he podido seguir posteriormente. El mismo año, Adolfo Camilo Díaz ganó el Premio “Campo de los Patos” de relato corto, de idénticas características al anterior, con La sombra del traductor, escrita seguramente cuando ni por asomo el bueno de Dolfo tendría la visión tragicómica de Asturias que plasmó, años después en País. De aquella muchos aún no habían tenido las decenas de desencantos que luego vendrían y aquél joven lector que yo era ni se podía imaginar que años después le tocaría reclamar en la Casa Consistorial la recuperación de los dos premios cuyos frutos entonces paladeaba. Por cierto, aquél libro que paseé por todos los bancos del Bombé me lo recomendó la bibliotecaria, que debió de comenzar acertadamente a sospechar que, a mi pesar, no tenía la Megadrive o la Master System (la consola de moda entonces), cuando me pasaba con cierta asiduidad por La Granja. Claro está que difícilmente se me hubiera ocurrido echarle un vistazo por mí mismo a aquél pequeño tesoro, por muy aficionado que fuese a la lectura.
Como habrán comprendido, me he permitido traer esta vivencia a colación de la drástica reducción de personal que plantea el Ayuntamiento de Oviedo para la red de bibliotecas municipales, que se suma al cierre de la de Trubia y el escaso presupuesto destinado a todas éllas. Parece que todo lo que suene a cultura popular y servicios públicos tiene en Oviedo la espada de Damocles de las restricciones económicas municipales, siempre curiosamente selectivas. Este recorte que impone el gobierno local, y el consiguiente deterioro del servicio prestado por la red de bibliotecas, es una fase más en el socavón cultural al que estamos condenados los ciudadanos de Oviedo.
Está visto que los lectores molestan. Y debe ser cierto, porque, hoy por hoy, en los tiempos de la inmediatez y el monopolio de la cultura visual, ser asiduo a una biblioteca es un íntimo acto de resistencia en peligro de extinción. El pensamiento en abstracto que arranca la lectura espanta a quién nos ve sólo como productores y consumidores, deseando que nos dejemos guiar por una u otra pantalla sin hacer demasiadas preguntas. La buena noticia es que en Oviedo se acaba de constituir una plataforma ciudadana con el romántico y al mismo tiempo realista objetivo de conseguir que la red de bibliotecas no languidezca. Menos mal que aún quedan rebeldes.


Publicado en Oviedo Diario, sábado 5 de abril de 2008.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Mucho me presta esta evocación de La Granja y la lectura.Masip

12:29

 
Blogger Gonzalo Olmos said...

Fue uno entre otros muchos logros de un mandato fructífero, sobre el que también publiqué una entrada al cumplirse los 25 años de la victoria electoral municipal de 1983: http://gonzalo-olmos.blogspot.com/2008/05/25-aos-de-la-victoria-socialista-en.html

12:57

 

Publicar un comentario

<< Home