VIVA LA GENTE
Lo del 15 de febrero marcó un antes y un después. La primera movilización global contra la guerra ha cosechado un apoyo impresionante. La gente lo ha dicho alto y claro: no está dispuesta a tolerar que pesen más que la vida humana la razón de Estado, la estrategia geopolítica, o los intereses que afilan los dientes.
Con una contundencia sorprendente, la movilización social es tan masiva, coordinada y tiene los objetivos tan claros que las repercusiones de todo esto son tan ilusionantes como imprevisibles. El músculo de la sociedad, los movimientos ciudadanos, han conseguido unir fuerzas y recabar una riada de apoyos que colocan a los gobiernos, sobre todo a aquellos incapaces de escuchar a su propia población, ante la necesidad de dar una nueva respuesta a las demandas de la gente. Lo contrario sería abrir una brecha muy considerable en la propia viabilidad de nuestros sistemas de representación.
Bush y la “banda de los ocho” pretenderán distraer la atención y minusvalorar el clamor pacifista. Vamos a asistir a un nuevo capítulo en la desinformación y tergiversación de la realidad, con todos los instrumentos de propaganda, más o menos sutil, al alcance del poder. Tendremos reportajes de aluvión sobre la guerra biológica, sobre la peligrosidad innata del islamismo, sobre la pesca con granada a la que es aficionado Saddam, etc. Acompa?ado de un buen número de alarmas oficiales, llamamientos a desconfiar del vecino, códigos rojos, alertas máximas, y una larga lista de globos sonda para ver cómo reacciona el manifestante medio del pasado sábado.
Pero la gente lo ha demostrado. Hay capacidad crítica de sobra, la obtención de información alternativa está a la orden del día, y sobre todo, crece la convicción sobre la necesidad de buscar alternativas no violentas a la solución de conflictos internacionales.
Con una contundencia sorprendente, la movilización social es tan masiva, coordinada y tiene los objetivos tan claros que las repercusiones de todo esto son tan ilusionantes como imprevisibles. El músculo de la sociedad, los movimientos ciudadanos, han conseguido unir fuerzas y recabar una riada de apoyos que colocan a los gobiernos, sobre todo a aquellos incapaces de escuchar a su propia población, ante la necesidad de dar una nueva respuesta a las demandas de la gente. Lo contrario sería abrir una brecha muy considerable en la propia viabilidad de nuestros sistemas de representación.
Bush y la “banda de los ocho” pretenderán distraer la atención y minusvalorar el clamor pacifista. Vamos a asistir a un nuevo capítulo en la desinformación y tergiversación de la realidad, con todos los instrumentos de propaganda, más o menos sutil, al alcance del poder. Tendremos reportajes de aluvión sobre la guerra biológica, sobre la peligrosidad innata del islamismo, sobre la pesca con granada a la que es aficionado Saddam, etc. Acompa?ado de un buen número de alarmas oficiales, llamamientos a desconfiar del vecino, códigos rojos, alertas máximas, y una larga lista de globos sonda para ver cómo reacciona el manifestante medio del pasado sábado.
Pero la gente lo ha demostrado. Hay capacidad crítica de sobra, la obtención de información alternativa está a la orden del día, y sobre todo, crece la convicción sobre la necesidad de buscar alternativas no violentas a la solución de conflictos internacionales.
Versión en castellano. Publicado en Les Noticies el 21 de febrero de 2003.
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