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11.4.06

EL RUIDO Y LAS NUECES

El próximo 17 de mayo, a menos que sea precisa una segunda vuelta (que tendría lugar sólo dos días después), el Claustro de la Universidad de Oviedo elegirá Rector para los próximos cuatro a?os. Este es un asunto del que no sólo Aulas, sino también toda la prensa general se ocupará con gran profusión. Y no es para menos, porque estamos hablando de una institución clave para el desarrollo social, cultural y económico de la región, que cuenta con un presupuesto anual similar a municipios como Mieres o Langreo y que emplea a más gente que todo el (maltrecho, por cierto) sector naval asturiano. Ese desorientado gigante con pies de barro y crisis de idnetidad que es nuestra Universidad, con más de 40.000 alumnos y alumnas cursando estudios en ella, vivirá un momento decisivo que ha de serlo también para toda la sociedad asturiana, que es, y lo repito por si a alguien se le olvida, a quien se debe.
Probablemente de esos más de 40.000 alumnos y alumnas conozcan la realidad de la vida universitaria, pongamos que 1.000 o 2.000, siendo ya optimistas. Pero sí que les va afectar quién dirija desde la Calle San Francisco toda la institución, o al menos eso debería. Vamos a ver quién se presenta.
Dos son los candidatos. De uno se sabe mucho; Julio Rodríguez ha sido Vicerrector de Estudiantes y Extensión Universitaria durante ocho a?os, y en los últimos cuatro ha estado al frente de la Universidad. Con bastante poca habilidad, dicho sea de paso, y con una gestión muy discutida, deja tras de sí un mandato prepotente, convulso, agrio y tras el que muchas cosas quedan manga por hombro, completando un bagaje más bien negativo. Se presenta ahora prometiendo y reprometiendo lo que ya antes estaba prometido. Seguro que su programa volverá a reflejar incumplimientos clamorosos sobre organización y dinámica democrática de los órganos universitarios, por ejemplo. Su recurso parece ser una huida hacia delante comprometiendo (sin analizar lo aún incumplido –el ejemplo más claro es el Campus de Viesques-) la creación de centros, edificios, etc. cuando en ocasiones estos no están ni reflejados en el Plan Plurianual (perdón, filosofía del Plan Plurianual, que eso dicen que aprobó el Claustro), como hizo recientemente asegurando la creación de una nueva Facultad de Derecho.
Del otro candidato, Juan Vázquez, se sabe menos en cuanto a su gestión en ámbitos universitarios. Es Catedrático de Economía Aplicada, fue Decano de la Facultad de Económicas y tras su primer y fallido asalto al Rectorado (hace ocho a?os, contra Santiago Gascón), un tiempo después fue Vicerrector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. ?Qué es lo que nos plantea este hombre como alternativa? Hasta el momento, y como ya se comenta por ahí, lo que dice es que lava más blanco. Agita el mensaje de la regeneración democrática de la institución y se empe?a en asegurar un cambio de actitudes y de dinámicas. ?Eso es positivo? Desde luego que sí, y necesario y primordial. Pero, aunque es un argumento clave, esencial, no basta. Es preciso que se exponga de forma más clara qué es lo que se va hacer en diversos temas de primer orden. Y, en el tema de alumnos, es imprescindible que, para obtener el máximo apoyo posible, formule propuestas sencillas, claras y contundentes, que ya se han venido planteando por los colectivos universitarios más o menos críticos con el actual Rectorado. Hablamos de planes de calidad docente que incluyan un efectivo y eficaz control de las ense?anzas impartidas y del profesorado; también de garantía de defensa de los derechos de los estudiantes (defensor del estudiante, carta de derechos, cumplimiento del Reglamento de Régimen Académico y Evaluación, etc.). No nos olvidemos de otros aspectos: hace falta un plan de servicios al estudiante (vivienda, promoción de empleo, información, transporte, libros, etc.), y hay exigencias perentorias en materia de infraestructuras (centros de Gijón, por ejemplo). Cojamos estas propuestas junto con otras del mismo corte, mostremos garantías de que se pueden y se deben cumplir y establezcamos mecanismos que evalúen esto. Unamos todo ello a las acciones básicas dirigidas a inyectar vida democrática y participativa y a reciclar esta vieja institución y tendremos unas pistas para la acción ambiciosas pero creíbles, y, sobre todo, útiles para avanzar hacia una Universidad pública, justa y de calidad.
Ya iremos viendo como van las cosas. Pero una cosa sí que tengo clara, y es que hay que salir de esta, si es posible, para bien.
Publicado en el Informativo Universitario Aulas, mayo de 2000.