PASIVIDAD INTOLERABLE
Leo en “La Nueva Espa?a” del pasado 3 de febrero que el Ayuntamiento de Oviedo destinará la cantidad de 47 millones de pesetas al programa de ingreso mínimo de inserción (IMI) o salario social para el período que comprende todo el a?o 1999 y el primer trimestre del a?o 2000, y se me suscitan múltiples dudas e impresiones. Al parecer, se pretende que el número de beneficiarios sea de 168, en un municipio de más de 200.000 habitantes. Precisamente, el mismo día de la publicación de esta noticia, aparecían, en la misma página, los resultados de un informe de los Servicios Sociales municipales que estimaban que 29.000 ovetenses padecen situaciones de pobreza; 120 familias se encuentran en situación de pobreza extrema (menos de 13.275 ptas. persona/mes), 570 en la pobreza grave (menos de 22.125 ptas. persona/mes), 3.190 en la pobreza “moderada” –bonito eufemismo- (menos de 30.975 ptas. persona/mes). Todo eso en el municipio de Oviedo, sin que muchos de sus habitantes lo conozcan, o se hallan atrevido a observar un poco más detenidamente cuál es la auténtica realidad social de nuestra ciudad. Comparemos las dos cifras: el programa IMI pretende beneficiar a 168 personas sobre un total de población de 29.000, es decir, pretende mejorar la situación del 0,58% de dicha población.
Otro factor a tener en cuenta es que los actuales presupuestos del Ayuntamiento de Oviedo, tal y como viene siendo tradicional, no destinan ni una sola peseta para cooperación internacional al desarrollo, aún a pesar de las numerosas exigencias que apuntan a ésto provenientes de un amplio sector social. Baste se?alar que el pasado 22 de enero 24 colectivos, asociaciones y ONGs de múltiple y diverso carácter manifestaron públicamente su rechazo a este tipo de actuaciones, agravadas por actitudes hipócritas y ciegas ante la realidad de la desigualdad y el papel actual de la cooperación al desarrollo. Se trata en definitiva, de dos muestras de la posición absolutamente insolidaria, pasiva, y reacia a afrontar las desigualdades crecientes, la existencia del Tercer Mundo y de un Cuarto Mundo (integrado por los marginados y empobrecidos en el seno de las sociedades económicamente desarrolladas) en nuestra propia ciudad. Me pregunto si verdaderamente el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Oviedo se toma medianamente en serio la realidad cotidiana y el sentir de los ovetenses, de todos los ovetenses, al respecto. Parece claro que su intención no es la de atajar seriamente el problema, atacando a sus causas estructurales en la medida de lo posible, ni tampoco aliviar la asfixia diaria de cientos, miles de conciudadanos que se encuentran en serias dificultades para lograr obtener la satisfacción de las necesidades primarias, en esta sociedad que llaman “estado del bienestar” y en esta ciudad que según se dice, pretende ser envidiada por su supuestamente hermosa decoración, ornatos varios y dispendios diversos sin mucho sentido. Que la partida destinada a cooperación internacional sea de 0 pesetas es totalmente inconcebible, y que se destinen únicamente 47 millones al IMI, una partida más que escasa, no soluciona nada y constituye más bien un simple esfuerzo propagandístico de los muchos a los que nos tienen casi acostumbrados. Y digo casi, porque los ovetenses somos lo suficientemente despiertos como para apreciar la realidad de las cosas; apreciar que así no van bien así las cosas, no, que así no vamos a ningún lado.
Otro factor a tener en cuenta es que los actuales presupuestos del Ayuntamiento de Oviedo, tal y como viene siendo tradicional, no destinan ni una sola peseta para cooperación internacional al desarrollo, aún a pesar de las numerosas exigencias que apuntan a ésto provenientes de un amplio sector social. Baste se?alar que el pasado 22 de enero 24 colectivos, asociaciones y ONGs de múltiple y diverso carácter manifestaron públicamente su rechazo a este tipo de actuaciones, agravadas por actitudes hipócritas y ciegas ante la realidad de la desigualdad y el papel actual de la cooperación al desarrollo. Se trata en definitiva, de dos muestras de la posición absolutamente insolidaria, pasiva, y reacia a afrontar las desigualdades crecientes, la existencia del Tercer Mundo y de un Cuarto Mundo (integrado por los marginados y empobrecidos en el seno de las sociedades económicamente desarrolladas) en nuestra propia ciudad. Me pregunto si verdaderamente el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Oviedo se toma medianamente en serio la realidad cotidiana y el sentir de los ovetenses, de todos los ovetenses, al respecto. Parece claro que su intención no es la de atajar seriamente el problema, atacando a sus causas estructurales en la medida de lo posible, ni tampoco aliviar la asfixia diaria de cientos, miles de conciudadanos que se encuentran en serias dificultades para lograr obtener la satisfacción de las necesidades primarias, en esta sociedad que llaman “estado del bienestar” y en esta ciudad que según se dice, pretende ser envidiada por su supuestamente hermosa decoración, ornatos varios y dispendios diversos sin mucho sentido. Que la partida destinada a cooperación internacional sea de 0 pesetas es totalmente inconcebible, y que se destinen únicamente 47 millones al IMI, una partida más que escasa, no soluciona nada y constituye más bien un simple esfuerzo propagandístico de los muchos a los que nos tienen casi acostumbrados. Y digo casi, porque los ovetenses somos lo suficientemente despiertos como para apreciar la realidad de las cosas; apreciar que así no van bien así las cosas, no, que así no vamos a ningún lado.
Publicado en el diario La Nueva Espa?a, febrero de 1999.
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