EL RESCATE DE SEDES
Ahora toca
hacer astillas del árbol caído y hacer recuento de las decisiones erradas que
han llevado a la constructora y promotora de capital público SEDES, bajo el
dominio efectivo del Principado de Asturias, a su difícil situación actual. Es
cierto que desde la empresa pública no se han ayudado mucho a sí mismos en los
últimos tiempos; basta recordar su empecinamiento –frustrado por una acertada
decisión judicial- en cepillarse por vía de medida cautelar el Centro Social
“La Madreña”, como si tuviesen comprador inmediato para la parcela o planes
realizables a corto plazo, más allá del abandono del edificio que resultaría
del desalojo que persiguen (y que, ojo, a la larga conseguirán, si no hay
decisiones políticas que condicionen a SEDES). Y, evidentemente, la sociedad
asturiana, que es en último término la principal accionista de SEDES a través
de la Administración del Principado de Asturias y de la Sociedad Regional de Promoción, tiene perfecto derecho a saber en toda su extensión por qué la
empresa tiene su viabilidad futura tan fuertemente comprometida. Pero,
frustrado el primer intento de venta de los títulos de la Sociedad, con la
empresa de ERE en ERE y en riesgo severo de irse al traste, habrá que pensar no
sólo en cargar las tintas sobre los antecedentes del problema o en cómo
deshacerse de él, cosa que igual ni siquiera resulta posible.
La
Ley del Principado de Asturias 1/2013, de Medidas de Reestructuración del Sector Público, contempla la venta de las acciones de SEDES, por vía de
autorización al Consejo de Gobierno para que proceda, de modo que la suerte
está, a priori, echada. Está claro que ha pesado en el legislador asturiano la
política de reducción de entidades bajo su control –en este caso esta empresa
pública-, aunque en nuestra Comunidad resulte más atemperada esta vocación
liquidatoria (igual que más moderada, por mucho que diga, fue su crecimiento en
el pasado). Y que a esto se sumaron las críticas sobre la desviación del objeto
y fines sociales de SEDES, la competencia con el resto de promotoras y
constructoras de capital privado y las achacadas discordancias con los
estándares de contratación y funcionamiento exigibles a una entidad del sector
público.
Ahora
bien, ¿qué sucederá si no se encuentra comprador para SEDES, incluso aunque se
reduzca nuevamente su personal o se le ayude institucionalmente a refinanciar
su deuda? Llegados a un punto cercano al bloqueo, con el clima laboral en la
empresa de mal en peor y visto el escaso interés que, al menos hasta ahora, SEDES
despierta para potenciales adquirentes, quizá haya que repensar lo decidido.
Posiblemente sirva de algo recordar que SEDES fue un instrumento útil en el
mercado de vivienda de protección, en la obra civil o en la construcción de
equipamientos sociales, educativos, medioambientales y culturales; que, con los
controles necesarios y la orientación adecuada, no tiene por qué ser objeto de
abuso o estar sometida a decisiones ajenas a su interés social; y que, lo más
importante, seguiremos necesitando en el futuro empresas públicas que permitan
intervenir en la realidad socioeconómica de nuestra Comunidad, en beneficio de
todos si actúan conforme a lo que debe esperarse del sector público y si con su
participación se consigue eficiencia y ahorro en costes. Desde luego, prefiero
cien veces que el saneamiento y reestructuración de SEDES al que,
probablemente, se vea abocada la Administración del Principado de Asturias, se
haga para mantener a la empresa bajo el control público y para fines de interés
general que para endosarle los restos, ya aligerada la carga, a quien se le
acabe convenciendo para que haga una puja.
Publicado en Asturias24, 1 de abril de 2014.
Etiquetas: Asturias, crisis, Gobierno de Asturias, junta general del principado de asturias, sector público, SEDES
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