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28.1.09

WATERGATES DE AQUÍ Y DE ALLÍ


Veremos en que acaba la polémica por la supuesta trama de espionaje político que protagonizan diferentes dirigentes del Partido Popular de Madrid, y que a lo largo de los últimos días ha copado portadas y comentarios de todo tipo. Por el momento, el caso está alcanzando proporciones nada desdeñables, porque las noticias publicadas apuntan a que desde el departamento de interior de la Comunidad de Madrid, puede que con el conocimiento o la connivencia de la propia Presidenta Esperanza Aguirre, se organizó un servicio parapolicial destinado, entre otros menesteres, a realizar seguimientos y obtener información relativa a la actividad de otros dirigentes del Partido Popular, rivales -actuales o potenciales- en las confrontaciones internas que desgarran a esta fuerza política en la capital.
Ya sabíamos que en el Partido Popular de Madrid los navajazos estaban a la orden del día, acostumbrados al cruce público de reproches y a una competición de vanidades y ambiciones que no se ha detenido o atemperado ni siquiera por un mínimo decoro y respeto institucional. Y que los conservadores compartían a pies juntillas aquella reflexión, que unos atribuyen a Adenauer, otros a Churchill y otros a Andreotti –al que le pega más que a ninguno-, de que en política hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido (una máxima asumida como inevitable pero que además de muy cuestionable conviene resistirse a asumir). Pero que algunos dirigentes del PP madrileño hayan podido llegar a encargar informes secretos de esta naturaleza utilizando recursos públicos, movidos únicamente por el afán de fulminar a quien considera adversario interno, evidencia un grado de putrefacción moral insoportable y exige una reflexión sobre algunas prácticas del poder.
En este caso, además, los actores de esta tragicomedia se han destacado por cualidades muy singulares. Esperanza Aguirre ha pretendido resucitar la llamada revolución conservadora de Reagan y Thatcher, convirtiéndose en paladín neoliberal de la desregulación, la santificación del mercado y el adelgazamiento de lo público hasta dejarlo en los huesos, incluido servicios básicos como sanidad y educación. Pero, al mismo tiempo, excitando los jugos gástricos de la extrema derecha, no ha hecho ascos a flirtear con las posiciones más reaccionarias del nacionalcatolicismo en los últimos tiempos. Élla se califica a sí misma liberal, lo que ante situaciones como el escándalo en curso, de confirmarse, no deja de ser paradójico, porque desconozco en qué tratado de liberalismo aparece que ese poder público mínimo que dicen defender en aras a una mayor libertad ciudadana deba realizar seguimientos de otros dirigentes para radiografiarles hasta las vísceras si es posible y tratar de enviarles al otro barrio político. Además, la Presidenta de la Comunidad de Madrid y sus colaboradores más cercanos, no hay más que verlos, han llevado la arrogancia por bandera, también en este asunto, orgullosos de liderar esa derecha que lleva fielmente a término el mandato de Aznar de campear “sin complejos”.
En nuestro querido Oviedo, por otra parte, estos días algunos han podido sentirse identificados con el vodevil capitalino. No olvidemos que aquí hubo denuncias, algunas bastante creíbles y de las que determinados sindicatos se hicieron eco, sobre la utilización, en el pasado, de agentes de la policía local de paisano –no siempre con la autorización debida- como una suerte de grupo de confianza con cometidos no suficientemente aclarados, agrupados en aquello que se llamó “la brigadilla”, al mando del anterior y controvertido Jefe de Seguridad Ciudadana, por cierto, asesor áulico del Alcalde, sin que se sepa muy bien qué hace o deja de hacer, y excelentemente pagado, aunque (felizmente para todos los ciudadanos) alejado ya de sus responsabilidades al frente de la policía local. Y lo del espionaje político tampoco resulta ajeno a la vida política municipal en la era de Gabino de Lorenzo, con casos muy sonados, aunque ya algo lejanos, como aquel seguimiento a la concejala del CDS, Consuelo Marcos Vallaure, cuando denegó su apoyo al Alcalde en tiempos de mayoría relativa. Otro paralelismo, llamativo igualmente, es que también nuestro Alcalde se ha autocalificado de liberal y es sobradamente conocido por su habitual soberbia. Dios los cría y éllos se juntan.

Publicado en Oviedo Diario, 24 de enero de 2009.

1 Comments:

Anonymous Conde.- said...

¿Podemos estar seguros de que "La Brigadilla" no ha seguido funcionando como un grupo de espionaje paralelo? ¿No estará ocurriendo en Oviedo lo mismo que en Madrid? ¿No se deberán a ésto las mayorias absolutas del alcalde Gabino de Lorenzo? ¿Conoce de antemano las estrategias de la oposición? ¿Ocurre también en otros puntos de España?

salud!.-

13:30

 

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