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9.12.08

VICENTE GUTIÉRREZ SOLÍS Y LAS HISTORIAS DE LA HISTORIA


Hace unas semanas tuve la oportunidad de acompañar al fotoperiodista Cristiano Bendinelli (pueden conocer parte de su trabajo gráfico en la página web www.cristianobendinelli.com) en algunas etapas del reportaje que realizó en Asturias sobre el trabajo en la mina, que trascendiendo más allá del acercamiento a la actividad de extracción de carbón, incluyó entre sus objetivos una toma de contacto con la realidad de las comarcas mineras en su conjunto, sus dificultades y esperanzas, y, sobre todo, su historia reivindicativa, no exenta de episodios dramáticos y heroicos. Una de las entrevistas realizadas tuvo como protagonista al langreano Vicente Gutiérrez Solís, cuyas vivencias –y la forma de transmitirlas-, impresionaron hondamente a Bendinelli.
No es para menos. Quienes hemos nacido y vivido en democracia, con las relativas comodidades de nuestra sociedad actual –con todas las salvedades que se quieran hacer-, al echar la vista atrás a las décadas precedentes no podemos dejar de experimentar cierta sensación de asombro al comprobar como hace apenas un suspiro (en tiempo histórico), la realidad cotidiana era bien diferente para muchísimas personas, principalmente para la clase trabajadora. Al conocer algunas trayectorias personales de esfuerzo y entrega, de combate feroz frente a la desigualdad y la falta de libertades, brota con fuerza el deseo de reconocer y agradecer a aquéllos –no muchos-, modelados con el cincel del sacrificio, que pelearon por un futuro mejor.

Vicente Gutiérrez Solís es uno de los que indudablemente se han hecho acreedores de ese respeto y agradecimiento. Forma parte de una generación de líderes sindicales y políticos criada bajo las inclemencias de la posguerra más áspera y cruel, curtida por los años de resistencia y tenacidad. Su historia personal se encuentra profundamente engarzada con la del movimiento obrero y asociativo en las cuencas mineras. Nacido en La Casona (Ciaño), en 1933, es hijo del herrador de mulas de Carbones de La Nueva, empresa a la que él mismo se incorporó a trabajar con 16 años. En 1955, comenzó a militar en el clandestino Partido Comunista de España, consciente de que algo había que hacer para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y combatir las represalias y humillaciones a que eran sometidos aquéllos que daban un paso al frente en las reivindicaciones políticas o laborales, o los que sufrían, en carne propia o en su entorno familiar, las consecuencias de la represión franquista. Vicente Gutiérrez Solís nos recuerda una era, la de la posguerra en la cuenca minera, de guardas jurados militarizados en los centros de trabajo, antifranquistas masacrados, familiares desaparecidos, trabajadores que no tenían condiciones de salubridad y seguridad elementales en el tajo, familias enteras desamparadas y hostigadas por su significación política, persecuciones por las fuerzas de seguridad y contrapartidas falangistas, etc. Un escenario de temor generalizado en una España miserable material y moralmente, al que algunos consiguieron sobreponerse base de fuerza de voluntad, enfrentando aquel estado de las cosas en las circunstancias más adversas.

La toma de conciencia, como proceso de reafirmación personal, tuvo en Vicente Gutiérrez Solís un alcance especialmente intenso. Participó en las movilizaciones obreras de 1957-1958, y en 1962 fue instigador destacado de las huelgas que pusieron en jaque al franquismo y movilizaron a más de 400.000 trabajadores en España, trenzando las exigencias de mejoras salariales y laborales con la reclamación de libertades sindicales y políticas. Contribuyó a la fundación de Comisiones Obreras y al mantenimiento de las sucesivas reivindicaciones durante los años 60 y 70, sufriendo cárcel, exilio y clandestinidad, manteniendo siempre una posición comprometida pese a los embates del sistema.

La superación del franquismo, la llegada de la democracia –ganada palmo a palmo en buena parte por el movimiento obrero, subraya- y la recuperación de las libertades, abrió otra etapa en la que su singular compromiso se mantuvo vigente, en diferentes facetas. En la actualidad, y desde hace 6 años, es Presidente de la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Asturias, manteniendo su activismo en un ámbito, el de los movimientos sociales, en el que es preciso sostener la tensión democrática, el debate público y las reivindicaciones dirigidas a la mejora de condiciones de vida de la mayoría social.

Decía Jaime Gil de Biedma que “De todas las historias de la historia / la más triste sin duda es la de España / porque termina mal”. Se equivocó bellamente el poeta, por fortuna, porque, a pesar de los tiempos oscuros, al final muchas cosas cambiaron, para siempre (aparentemente), y para bien. La historia de Vicente Gutiérrez Solís, como la de otros que mantuvieron el tipo y el orgullo en los años más difíciles, es una de esas historias de la historia que nos han hecho más dignos colectivamente.

Publicado en Fusión Asturias, diciembre de 2008.