PIB CRIMINAL
La salida milagrosa de la crisis quizá era esto. De
golpe y porrazo el PIB español salta 46.000 millones de euros, aproximadamente un
4,5%, principalmente por el efecto estadístico consistente en computar, de
acuerdo con patrones del Sistema Europeo de Cuentas y con base en estimaciones,
sectores enteros de la economía sumergida como el negocio de la droga, la
prostitución y el contrabando. Ser funcionario comunitario tiene estas cosas,
que permiten escrutar la realidad socioeconómica con un grado de
distanciamiento sideral, decidiendo que se compute la compraventa de
estupefacientes o de servicios sexuales en fríos estadillos como si los “empresarios”
del sector fuesen corriendo a pedir en Hacienda el modelo
036 para dar de alta su
actividad y declarar ordinariamente sus tributos. Ahora los Estados incorporan
a su contabilidad nacional esta norma y el mundo de la estadística económica se
convierte no ya en una profesión aparentemente mecánica y neutra, sino en
materia de novela negra, ya que de alguna manera tendrán que hacer los trabajos
de campo. En la misma dinámica pretendidamente aséptica se ha pronunciado la Organización Profesional de
Inspectores de Hacienda del Estado, que plantea legalizar
algunas actividades de esta
clase hoy al margen del control tributario para gravarlas como a cualquier otra
y obtener nuevos ingresos públicos.
El caso es que de la noche a la mañana el PIB per
cápita también pega un estirón –un subidón, ya que de
ponerse a tono trata el negocio- y como resultado la riqueza que a cada uno se
le presume como media se incrementa. De modo que la apariencia de prosperidad
fluye gracias al dinero clandestino y al crimen organizado, que no se
despenaliza pero sí se suma a la producción al mismo nivel que contribuye la
multinacional todopoderosa o el tendero de la esquina. Por supuesto esta
decisión es resultado de un puro enfoque burocrático, aunque irremediablemente
lleve a otras controversias sociales recurrentes pero por lo común escasamente
abordadas en las esferas de la representación pública, como es la legalización
de las drogas (abriendo este mercado a un negocio abierto que deje de nutrir
cárteles, violencias y narcoestados) o al menos de aquellas a priori menos
dañinas y aún proscritas. Y el debate mucho más espinoso de la prostitución,
donde hay posiciones de raíz irreconciliables (véanse opiniones discordantes
como las de las asociaciones Hetaira o APRAMP), porque comportaría admitir
ordinariamente el arrendamiento del cuerpo (generalmente de la mujer) basado en
la dominación económica de quien tiene el dinero para pagarlo (y asume ese rol
sexista con naturalidad) sobre aquella persona que lo pone en circulación para
subsistir.
Lo que nos dicen los sesudos estadísticos es que
todo se traduce a unidades monetarias, nos guste o no, y con ese criterio se
puede medir cualquier cosa. Todo se puede cuantificar y valorar, aunque sea por
referencias, con complicadas aproximaciones o estimaciones sostenidas en la
elucubración. Pero, ojo, el trabajo no remunerado también significa producción,
igual que la actividad altruista, el trueque informal o la economía cooperativa
que se practica, a mayor o menor escala, desde tiempos inmemoriales; todo ello
también susceptible de valoración por comparación con la búsqueda de ese bien o
servicio en el mercado. Aquí no se ha metido la Eurostat,
al menos todavía, porque contra las amas de casa o los participantes en una
sestaferia el Estado no está perdiendo una guerra, cosa que sí le sucede frente
a las mafias de la economía criminal a gran escala.
En fin, no sólo es una dosis de brutal realismo, con
consecuencias entre alentadoras –por realistas- y deshumanizadoras –por
brutales- a partes iguales; ni es únicamente deseo recaudatorio; ni es sólo el
inevitable impulso para clasificar, supervisar y controlar actividades de toda
naturaleza; ni tampoco es la conclusión de un debate ético sobre el carácter
admisible o reprobable de determinadas conductas. Sobre todo es la consecuencia
de la feroz, expansiva, temible e irrefrenable victoria de la lógica del
mercado en todos los ámbitos.
Publicado en Asturias Diario, 14 de junio de 2014.
Etiquetas: capitalismo, delincuencia, economía, economía sumergida, PIB, producto interior bruto, Sistema Europeo de Cuentas
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