OTRA VEZ NOS QUIEREN LIBERAR
Durante
años, y especialmente a partir del surgimiento de los movimientos ciudadanos partidarios
de la recuperación de la memoria histórica, se ha planteado en numerosos
municipios de nuestro país un intenso debate sobre la retirada de los vestigios
restantes en el espacio público dirigidos a la exaltación del golpe de estado
de 1936 que dio lugar a la Guerra Civil y a la glorificación del Franquismo.
Monumentos, nombres de vías públicas, estatuas, distinciones honoríficas o incluso
topónimos seguían exhibiendo la visión de la rebelión de parte del ejército
frente al sistema democrático y constitucional como el “alzamiento nacional”,
el 18 de julio como fecha a conmemorar, y multitud de militares de diverso
rango levantados en armas frente a la República o protagonistas de feroces
represiones como nombres ejemplares a recordar. En Oviedo no nos libramos de
esta clase de etiquetas heredadas de la dictadura; baste mencionar las
referencias a “la gesta” o “la liberación” para aludir al escenario bélico de
la ciudad entre 1936 y 1937, nuestro 19 de julio particular en una calle señera,
la condición del General Aranda –el protagonista del golpe en la ciudad- como
Alcalde Honorario o la profusión de militares franquistas en el callejero,
algunos de ellos particularmente destacados en el derramamiento de sangre y el
exterminio en la retaguardia como el General Yagüe (que pasó a la historia por
las atroces matanzas tras la toma de Badajoz). Hasta hace poco incluso
conservábamos una calle con el nombre de la colaboración directa española con
el nazismo –glorificación impensable en la Europa avanzada-, que eso fue
principalmente la División Azul.
Es
cierto que el debate en la materia y la retirada de estos vestigios siempre ha
despertado polémica y es inevitable que así sea; también es verdad que para una
parte no pequeña de la población la controversia no le decía nada o casi nada,
de ahí que el asunto, en el marasmo de la crisis actual, haya pasado a ser una
cuestión marginal para la opinión pública. Esta relativa apatía (que no habla
en favor de nuestra conciencia colectiva), unida a la falta de actitudes más
resueltas por quienes pudieron adoptar decisiones cuando hubo oportunidad para
ello, ha llevado a que en bastantes casos el trabajo necesario se haya quedado
a medias o directamente ni se haya acometido, con algunos ejemplos
particularmente aberrantes. En el caso de Oviedo, el ejemplo más notorio es la
persistencia del monumento a Franco en la Plaza de España (del que bastaría con
sustituir el medallón y el anillo laudatorio), que, por cierto, es uno de los
pocos que se erigieron tras su fallecimiento. Y de las conclusiones de una
comisión de notables nombrada al efecto –poco más que un amago- apenas algunas
se han aplicado, manteniéndose en la ciudad muchos de los elementos llamados a
ser retirados según mandado de la llamada Ley de Memoria Histórica.
De
lo que se tiene escasa o ninguna noticia es de restituciones de evocaciones de
encumbramiento del franquismo. Y ahí Oviedo parece que puede ser triste pionera
si se vuelve a colocar en un espacio público la estatua del Teniente CoronelTeijeiro, lo que constituiría un escarnio a la memoria democrática realmente
insólito. Casi tanto como volver a decir, 76 años después, que la entrada de las
columnas gallegas en la batalla de Oviedo fue la “liberación” que ensalzar de
la que habla la historiografía franquista, porque ese es el lema y sentido de
la estatua. Habrá que preguntarse de qué ”liberación” se trató para las más de 1.300
personas enterradas en la fosa común del cementerio del Salvador, para otros
muchos asesinados tras Consejos de Guerra, como el rector Leopoldo AlasArgüelles, o para los que soportaron sojuzgados el clima de represión durante
décadas. Que se utilicen, con el punto de banalidad que caracteriza a algunosconcejales, argumentos como la presunta calidad artística de la estatua para
reclamar su reposición es de una frivolidad aplastante, pretendiendo sustraer
de un contexto histórico y político el significado terrible, disolvente,
antidemocrático y humillante para las víctimas del franquismo y sus familiares
que tendría volver a dar protagonismo en el espacio público a una visión
sesgada y cruel de nuestra más profunda herida.
Publicado en Oviedo Diario, 10 de mayo de 2013.
Etiquetas: ayuntamiento de oviedo, derechos humanos, Franquismo, guerra civil, memoria histórica, oviedo
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