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5.2.12

ENERO DE RELEVOS

Con el nombramiento de Gabino de Lorenzo como Delegado del Gobierno en Asturias el PP le ha hecho y se ha hecho un favor. Por un lado, desatascan la situación en el Ayuntamiento de Oviedo, en el que el prolongado mandato del antiguo Alcalde llevaba tiempo en proceso degenerativo, provocando un importante deterioro de la vida pública local y de la propia gestión municipal, sin más Norte que una supervivencia política en serio riesgo. Por otro lado, el personal estilo que sigue el nuevo representante del Gobierno de España en la Comunidad Autónoma no será un obstáculo significativo en este caso, porque no tendrá -afortunadamente- una especial incidencia en el funcionamiento de los servicios de la Administración General del Estado en Asturias; muchos de ellos pueden operar con el piloto automático y bajo la dependencia de los respectivos Ministerios, sin que molesten demasiado las ocurrencias de turno, sufriendo sólo a la banda de gaitas que acompañe a los actos de propaganda. Así que el Delegado sufrirá un inevitable shock al descubrir que del pequeño imperio del Consistorio ha pasado a bucear en la burocracia de la Administración periférica del Estado. Otra cosa es que el papel de comisario político, que con escaso disimulo se atribuye al Delegado del Gobierno, lo vaya a ejercer con toda soltura; por cierto, habrá que preguntarse si es ésta la finalidad para la que debe servir esta figura.

El relevo al frente del Ayuntamiento de Oviedo, por otra parte, da una nueva oportunidad al PP local, que pasaba por horas bajas. Por lo visto en estos primeros días, el nuevo Alcalde sabe a la perfección que tiene que ganarse a pulso la confianza de la ciudadanía, precisamente en un momento en el que, por las dificultades del contexto económico y por los problemas largo tiempo aparcados en las consistoriales, encontrará especiales aprietos para ofrecer logros sustanciales que coincidan con aquellas expectativas a las que han pretendido acostumbrar a su electorado. Además, estando lejos las próximas elecciones municipales y viviendo las otras fuerzas políticas un proceso de cambio que puede deparar aires nuevos y renovados, hay margen y posibilidades para la construcción de proyectos alternativos capaces de conectar con las aspiraciones de una ciudad que sabe agotado el modelo de los últimos años.

Por eso y para marcar saludables distancias con su predecesor, Agustín Iglesias Caunedo, hasta hace poco presto a la confrontación más agria y acostumbrado al insulto barriobajero, pretende reinventarse de la noche a la mañana y demostrar un estilo de gobierno que aspira a ser diferente del efluvio autoritario de la etapa anterior. A primera vista, al menos a ojos de los que conocemos el discurrir de la política local, es poco creíble la imagen de boy scout que nos quiere vender. Pero es de justicia reconocerle audacia en el cambio de registro y son bienvenidos algunos gestos de estos primeros compases de su Alcaldía, que apuntan a un proceder más dinámico, abierto a la participación, el diálogo y el trabajo colectivo. Veremos si el tiempo y los hechos confirman esta apariencia, porque no son pocos los escépticos que creen que, más temprano que tarde, esta etapa se convertirá en un refrito del gabinismo, eso sí, con iPad.

Publicado en Oviedo Diario, 4 de febrero de 2012.

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