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29.12.11

INEVITABLE SENTIR SIMPATÍA

Desde la irrupción del movimiento 15-M o los comúnmente denominados “indignados”, aunque sigo con interés sus actividades pocas veces me he sentido identificado con su estrategia y a veces dudo si realmente tienen alguna. Una cosa es alzar la voz, recoger la legítima inquietud de la gente por las amenazas que se ciernen e incluso cuestionar de raíz algunos principios de nuestro sistema económico y político que a veces damos por asumidos acríticamente. Otra cosa bien diferente es tratar a todas las opciones políticas por igual, despreciar de plano la democracia representativa, abusar de la consigna simpática hasta caer en la demagogia o, lo peor, desconocer que en el contexto actual la pérdida de fuerza de los partidos políticos progresistas o los sindicatos de clase –a los que desdeñan- está viéndose agravada por el efecto disgregador de su movimiento, favoreciendo que el campo quede expedito para la involución que se avecina. Si los vaticinios se cumplen, los que ahora claman acusando a unos y otros de ser iguales comprobarán con toda su crudeza que no es así, incluso en términos de respeto a sus protestas o en cuanto al grado de presión policial que se aplique.

Lo que no se puede negar, no obstante, es la capacidad de la gente movilizada desde el 15-M para desarrollar iniciativas que capten la atención, quebrando esta terrible sensación de falta de respuestas ante algunas injusticias que nos irritan pero a las que la mayoría acabamos lamentablemente por acostumbrarnos. En nuestra ciudad tenemos ahora un ejemplo bien cercano, con la ocupación del edificio de la antigua Consejería de Salud en la calle General Elorza. Poniéndonos en plan institucional y un poco biempensante, puede esgrimirse que yerran los indignados porque la empresa propietaria del inmueble ocupado (SEDES) es una empresa pública que, precisamente, esta amenazada de privatización por el Gobierno del Principado de Asturias y que ha sido un instrumento útil para llevar a cabo algunos proyectos en materia de equipamientos públicos; excluyo su participación indirecta en la denominada “operación de los Palacios” con la permuta de las alas del Calatrava, aspecto donde me encuentro más cercano a los críticos de tal implicación que a los defensores. Puestos a escoger en Oviedo edificios o espacios a reivindicar mediante la ocupación, se me ocurren otros ejemplos de menoscabo del interés público que quizá resultasen más oportunos. Pero, yendo al corazón del asunto, la primera verdad que en este caso sale al encuentro es que un equipamiento que estaba destinado al servicio público hasta hace unos años, sobre el que la Asociación de Vecinos “Fuente Pando” de Pumarín venía justamente reivindicando que se le diese una utilidad social y sobre el que se planeaba su derribo para uso residencial (sin que se tratase de vivienda de protección), está siendo reivindicado por la fuerza de los hechos –a veces no queda otra- con un acto que tiene, sobre todo, mucho de simbólico y de demostración de que algunos actos individuales de inconformismo tienen sobrada justificación.

Por eso, cuando estos días paso delante del edificio me trago otros razonamientos y no puedo evitar pensar que, frente a la resignación, y con todos los errores que se quiera –algunos de bulto- al menos esta gente tiene valor para ponernos frente a las narices un gesto de rebeldía.

Publicado en Oviedo Diario, 19 de noviembre de 2011.

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