VERDADES EN RIBERAS
El otro día estuve dando una vuelta por la patria chica, Riberas, en el concejo de Soto del Barco, muy cerca ya de Pravia. Esta parroquia, que celebra este a?o el bicentenario de su iglesia de Santa María, viene a ser algo así como mi
Kamchatka particular, propicia para la reflexión y la resistencia, y sobre todo reserva de la memoria de los míos y de mis a?os de guaje, descaradamente dichosos.
Me descubrí como lo que ya intuía, observando la siega: un urbanita en tierra extranjera, cada día más ajeno, aún a pesar de que ello duela, a todo aquello que vivieron otros antes que yo, a ese mundo del que vengo y que no es el mío.
Muchos ribere?os siempre me vieron, a pesar de mis esfuerzos por crecer antes de tiempo, como el último de mis hermanos, por lo tanto siempre más crío de lo que me correspondía. Sólo ahora, con un cuarto de siglo vivido, son capaces de reconocerme como hombre; quizá sea, como me dijo un vecino, que he ganado cuerpo, por utilizar un eufemismo, o quizá que esto de ser un país de andar por casa le permite a uno ser conocido, a pesar de que no lo merezca, por un par de cosas que haga en el escenario político. Otro vecino me recomendó pronto casamiento, se ve que me ven con cara triste de quien tiende a oficinista con perro y rutina. Parece que el cambio de chaval a adulto, a ojos de muchos sigue teniendo como aduana esto de emparejarse y continuar la especie, pero eso lo dejo para otros con más voluntad.
Otro día os hablo un poco del bohemio Félix de Monterrey, natural de Riberas y tótem familiar. Así voy desgranando los recuerdos, con vuestro permiso.
Kamchatka particular, propicia para la reflexión y la resistencia, y sobre todo reserva de la memoria de los míos y de mis a?os de guaje, descaradamente dichosos.
Me descubrí como lo que ya intuía, observando la siega: un urbanita en tierra extranjera, cada día más ajeno, aún a pesar de que ello duela, a todo aquello que vivieron otros antes que yo, a ese mundo del que vengo y que no es el mío.
Muchos ribere?os siempre me vieron, a pesar de mis esfuerzos por crecer antes de tiempo, como el último de mis hermanos, por lo tanto siempre más crío de lo que me correspondía. Sólo ahora, con un cuarto de siglo vivido, son capaces de reconocerme como hombre; quizá sea, como me dijo un vecino, que he ganado cuerpo, por utilizar un eufemismo, o quizá que esto de ser un país de andar por casa le permite a uno ser conocido, a pesar de que no lo merezca, por un par de cosas que haga en el escenario político. Otro vecino me recomendó pronto casamiento, se ve que me ven con cara triste de quien tiende a oficinista con perro y rutina. Parece que el cambio de chaval a adulto, a ojos de muchos sigue teniendo como aduana esto de emparejarse y continuar la especie, pero eso lo dejo para otros con más voluntad.
Otro día os hablo un poco del bohemio Félix de Monterrey, natural de Riberas y tótem familiar. Así voy desgranando los recuerdos, con vuestro permiso.
Versión en castellano. Publicado en Les Noticies el 18 de julio de 2003.
2 Comments:
He visto este blog de pura casualidad y me ha resultado muy familiar la descripción de ese pueblín..."que yes de los de casa corugedo?" jeje!!
un saludo Gonzalo de una compañera de profesión, vecina de pueblo y de ciudad.
17:24
A mí me encantaría leer sobre Félix de Monterrey/Emilio Fernández-Corugedo y sobre la casa que construyó su padre. Soy de Riberas (concretamente de Cotollano) y estoy preparando un libro sobre el pueblo, así que toda información y toda bibliografía que puedas indicarme sería de gran valor.
Un saludo.
20:37
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