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15.5.09

OVIEDO DEBE APOYAR A LAS FEDERACIONES DE MUNICIPIOS


Acostumbra periódicamente el Alcalde de Oviedo a arremeter contra la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y la Federación Asturiana de Concejos (FACC), con gruesas críticas al papel de estas entidades. La penúltima ocasión ha tenido lugar hace unas semanas, con las declaraciones de Gabino de Lorenzo, rayanas en el insulto, en las que atacaba al Presidente de la FEMP y Alcalde de Getafe, Pedro Castro. Efectivamente, los improperios que nuestro Alcalde dirige hacia los máximos dirigentes de las federaciones de municipios aparecen en su discurso cuando éstos resultan ser alcaldes socialistas, cosa frecuente en la FEMP y constante en la FACC, debido a la predominancia general del PSOE en los ayuntamientos españoles y, sobre todo, en los asturianos, lo que ha deparado que en los procesos electorales internos de estas entidades el PP no tenga mucho que rascar, máxime cuando en el pasado reciente, en el ámbito de la FEMP, los conservadores han demostrado su incapacidad para las alianzas con otras fuerzas políticas.
La posición de Gabino de Lorenzo se basa en una descalificación total de la actividad y orientación de la FEMP y la FACC, acusando de inutilidad a las dos federaciones y amenazando de vez en cuando con el abandono de estas entidades por el Ayuntamiento de Oviedo. Se quedan sus palabras en bravuconadas que ya forman parte del paisaje y poca relevancia tienen por habituales, con un eco que no trasciende más allá de la sección local de los diarios regionales, porque la relevancia de nuestro Alcalde en el municipalismo asturiano es escasa –y nula en el español- y sus ultimátums no son más que filfa, por fortuna en este caso, ya que resultaría incomprensible que nuestro municipio abandonase la FEMP o la FACC.
Pero lo que revela el Alcalde con su salida de tono es su postura aislacionista, incomprensible, insolidaria y terriblemente contraproducente para la posición de Oviedo en el panorama municipal. Es gravísimo desconocer o despreciar el cometido que la FEMP y la FACC desempeñan en el apoyo cotidiano a los municipios o en la gestión de programas destinados a que los ayuntamientos puedan cumplir mejor sus competencias y mejorar sus formas de funcionamiento y organización; tarea que, además, resulta fundamental para los municipios pequeños y medianos –que son la mayoría-, que cuentan con medios en ocasiones exiguos y precisan de un asesoramiento mucho más intenso. La FEMP y la FACC juegan además un papel muy relevante en la representación institucional de los intereses colectivos de los poderes locales en la configuración de la arquitectura territorial de España, y, en un modelo dinámico de distribución de competencias y recursos entre Estado, Comunidades Autónomas y entidades locales, es prioritario que los ayuntamientos confluyan en sus pareceres y refuercen los espacios comunes de diálogo y colaboración, como son las federaciones de municipios.
Podrá argumentarse, con parte de razón, que, pese a la vivacidad del debate territorial español, y pese al reconocimiento de la autonomía local y los progresos alcanzados estos 30 años de municipios democráticos, las administraciones locales siguen soportando importantes carencias en lo que se refiere a la determinación del haz de competencias que les corresponden y en la garantía de los recursos económicos necesarios para poder ejecutarlas en un marco de suficiencia financiera. Es cierto que está pendiente una reforma de las bases del régimen local y del modelo financiero de los municipios, reivindicaciones largamente demandadas y que atañen a las cuestiones más elementales para el funcionamiento de los ayuntamientos, pero no es menos cierto que la evolución –en perspectiva general- en los últimos años es positiva: compensación por la pérdida de la recaudación del Impuesto de Actividades Económicas, fondos adicionales para municipios pequeños, apoyo a las mancomunidades, fondo autonómico de financiación local incondicionada, fondo estatal de inversión local para la reactivación económica (el llamado “Plan Zapatero”), etc. En todo caso, lo que en nada ayuda es erosionar el papel de las federaciones de municipios, precisamente las entidades que con su insistencia y capacidad de presión han sido las artífices de los avances conseguidos y de que en la agenda institucional continúen estando presentes las reivindicaciones de los ayuntamientos.
Urge, por lo tanto, un cambio de actitud por el Alcalde de Oviedo, porque su visión alicorta del escenario institucional y su incapacidad para el liderazgo en el municipalismo suponen un lastre para una ciudad que bien podría, por sus propias características, jugar un papel determinante en la defensa de los intereses de los ayuntamientos.

Publicado en Oviedo Diario, 9 de mayo de 2009.