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8.1.07

EL AUTOGOBIERNO EN ASTURIAS: UNA MIRADA OPTIMISMA

Uno de los debates que más horas, esfuerzos y quebraderos de cabeza consume es el relativo a la organización territorial del Estado y su trasfondo metafísico, que viene a concretarse en la disquisición sobre el ser de Espa?a, su unidad como nación, el encaje de las pretensiones nacionalistas en el actual marco jurídico, etc. Reconozco que muchas veces cualquier acercamiento a este asunto se hace difícil para el común de los mortales. Por un lado, se trata de una cuestión trufada de emotividad, versiones históricas, empecinamientos y radicalismos. Por otro lado muchas veces se trata de un debate que a ojos de la mayoría de los ciudadanos es tedioso, bizantino e inútil para su vida cotidiana, aunque la realidad no sea precisamente esa. Sea como sea, la discusión existe y consume buena parte de sesiones parlamentarias, tertulias periodísticas y páginas escritas.
Seguramente tengan buena parte de razón quienes alegan que esta continua introspección sobre la estructura del Estado es un debate con un tanto de artificialidad, y sobre todo, con un coste de oportunidad muy notable en el discurrir de la cosa pública. Es cierto que, si se cerrase de una vez por todas un modelo territorial en el que la gran mayoría se sintiese a gusto, posiblemente consiguiésemos centrar de una vez por todas la atención pública y mediática en cosas mucho más importantes: la cohesión social, la participación de los ciudadanos, los servicios públicos, la desigualdad internacional, los problemas del medio ambiente o el fenómeno inmigratorio, por poner algunos ejemplos de los asuntos que dirimirán nuestro futuro. Pero, aunque vaya siendo hora de fijar un modelo territorial definitivo, conviene hacer balance del camino recorrido hasta ahora en el desarrollo del Estado de las autonomías, y comprobar que, a pesar de algunas paradojas y dificultades, el saldo ha sido enormemente positivo.
Tomemos el ejemplo de Asturias. Cuando comenzó el proceso autonómico, nuestra Comunidad se encontraba atravesando una durísima reconversión económica que vino acompa?ada de una fuerte crisis de identidad y de la generalización de un pesimismo endémico. La creación de las Comunidades Autónomas no supuso en ningún caso una disminución de la solidaridad interterritorial, sino que, al contrario, permitió que, adicionalmente a las actuaciones del Estado, los órganos de autogobierno de Asturias centrasen sus esfuerzos y el debate público regional, desde un primer momento, en la recuperación económica y la salida de la crisis. Se acusa con frecuencia a nuestros gobiernos autonómicos y a los representantes de Asturias de no ser suficientemente exigentes ante los poderes centrales. No tengo elementos de juicio para corroborar o desmentir tal afirmación, pero el hecho indudable es que, durante el periodo autonómico, Asturias ha sido receptora neta de fondos estatales, y que, todos y cada uno de los gobiernos autonómicos han hecho lo que buenamente han podido –con mayor o menor acierto- para mejorar la actividad económica y el crecimiento del empleo. A esto debemos sumar otro reconocimiento: la integración de Espa?a en la Unión Europea, y la transferencia de fondos estructurales y de cohesión, han permitido a Asturias emprender nuevas iniciativas de desarrollo económico y la superación –en buena medida- del histórico aislamiento con la construcción de importantes y costosas infraestructuras.
Sin autogobierno ni instituciones propias posiblemente Asturias no hubiera tenido capacidad suficiente para hacer valer su posición en el concierto autonómico. Desde el minuto 0 de nuestra andadura autonómica, la prioridad de la agenda pública de Asturias ha sido nuestra situación socioeconómica, y ello ha tenido mucho que ver en las políticas públicas desarrolladas por el Gobierno y en las leyes aprobadas por la Junta General. Somos lo que somos: una región peque?a en población y territorio que ha tenido que superar una crisis económica múltiple y simultanea; pero que, veinticinco a?os después de echar a andar como Comunidad Autónoma, puede afirmar que la experiencia ha sido claramente satisfactoria.
Publicado en la Revista Fusión - Asturias, enero de 2007.