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24.11.09

40 AÑOS DE MOVIMIENTO VECINAL


Hace una semana la Federación de Asociaciones de Vecinos de Oviedo (FAVO) conmemoró el 40º aniversario del movimiento vecinal en España, con un modesto pero importante acto, por el alto valor simbólico que tiene esta celebración. Es ya dilatada la trayectoria del asociacionismo vecinal, desde su eclosión de la mano en muchos casos de los colectivos de oposición al régimen franquista. Efectivamente, el movimiento vecinal surgió en España al calor del despertar de conciencias frente al estado de cosas en aquellos años, siendo capaz de analizar conjuntamente la realidad más cercana –la del barrio y del municipio- enlazada a las circunstancias nacionales e internacionales, con, como recordaba estos días José Ramón Sariego (Presidente de la FAVO y de la Asociación de Vecinos “Fuente Pando” de Pumarín) una perspectiva politizada, en el buen sentido del término: ningún problema local es aislado o causal, todos son interdependientes y se conectan con los conflictos cardinales de nuestro tiempo. De este modo, en España el movimiento vecinal surgió con la fuerza y legitimidad otorgada por su capacidad para, en circunstancias difíciles para el ejercicio de libertades básicas, vertebrar la opinión de los ciudadanos de los barrios de la clase trabajadora y encabezar reivindicaciones sobre servicios básicos para la calidad de vida y la cohesión social.
Ha pasado desde aquel entonces un tiempo prolongado y bastantes cosas han cambiado, la mayoría para mejor. El sistema constitucional garantiza en buena medida esas libertades esenciales y valora positivamente la participación ciudadana en la vida política, social y cultural. Las ciudades han extendido los servicios básicos a prácticamente todos los barrios, y las redes públicas de equipamientos y servicios han mejorado notablemente, en particular en Comunidades Autónomas como el Principado de Asturias que han hecho de la apuesta por el sistema público sanitario, educativo y de protección social su principal objetivo (no sin dificultades ni algunas incertidumbres sobre su futuro sostenimiento). La consolidación de la democracia y la elevación del nivel de vida han hecho decrecer, a la par, la intensidad de algunas reclamaciones sociales y la combatividad del asociacionismo ciudadano, en parte por haberse visto satisfechas muchas de las peticiones esenciales, y en parte porque el ritmo de los tiempos nos ha llevado a una dinámica más individualista, menos consciente de la fragilidad de esas conquistas colectivas.
En ese contexto, el asociacionismo vecinal lógicamente ha experimentado cambios y ha pasado por crisis derivadas de la adaptación a las nuevas circunstancias. Pero sigue teniendo vitalidad, como hemos podido ver en nuestra propia ciudad, gracias sobre todo a reivindicaciones de carácter más puntual o ante la necesidad de requerir actuaciones públicas ante las importantes carencias de barrios de reciente desarrollo. Quizá falte, en contraposición, una mayor implicación de generaciones más jóvenes que permita asegurar el futuro relevo en el liderazgo vecinal, problema éste que se reproduce en otros ámbitos asociativos. Al mismo tiempo, en el caso del municipio de Oviedo, la notoria falta de apoyo institucional desde el Ayuntamiento también ha tenido sus repercusiones, ya que, con excepción de alguna medida puntual, se ha desalentado activamente la participación organizada en asociaciones y se ha negado sistemáticamente el otorgamiento a estas asociaciones de capacidad alguna de representación formal de los intereses e inquietudes vecinales. El resultado se comprueba en la inaplicación de las exigencias derivadas de la Ley 57/2003 de Medidas de Modernización del Gobierno Local, a pesar de contar con las previsiones reglamentarias municipales (muy discutibles, por cierto), al no haber creado los Consejos de Distrito o el Consejo Social de la ciudad, o no haber desarrollado muchas prácticas de fomento de la participación ciudadana, impidiendo que la opinión vecinal tenga cauces estables para trasladar sus inquietudes en el proceso de toma de decisiones en el ámbito municipal. En todo caso, a veces contra viento y marea, y pese a estos tiempos de relativa indiferencia e incomprensión ante los movimientos sociales, continúa vigente, más si cabe, el papel del asociacionismo vecinal; y especialmente en ciudades como Oviedo, donde el estándar democrático básico a veces no se respeta –como comprobamos en la actividad institucional local- y la cultura de la participación ciudadana no ha tenido suficiente recepción por el Gobierno local.

Publicado en Oviedo Diario, 14 de noviembre de 2009.