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21.10.09

DÍAS DECISIVOS EN HONDURAS

La audaz maniobra del depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, retornando al país de forma clandestina y obteniendo la protección de la embajada brasileña en Tegucigalpa, ha permitido que retornase a primera plana de los medios de comunicación de todo el mundo la crisis política e institucional que vive el país centroamericano. La sumisión de la actualidad informativa a lo inmediático había colocado en segundo plano durante las últimas semanas la situación hondureña, ante la relativa inacción de la comunidad internacional, de modo que, superada la zozobra inicial provocada por el golpe de Estado del 28 de junio pasado, y fracasados los intentos iniciales de restablecimiento de la normalidad democrática, se había comenzado a extender la sensación de afianzamiento del nuevo status quo, y, a la par, parecía haber minorado la preocupación por la ruptura del orden constitucional en aquel país.
Sin embargo, como suele suceder en estos casos, que no ocupase portadas en periódicos e informativos no significaba que los acontecimientos en Honduras no continuasen resultando preocupantes y dignos de mejor atención. En este sentido, y desde la perspectiva de nuestra tierra, es de interés el trabajo que ha desarrollado la Comisión Asturiana de Observación sobre la Situación de los Derechos Humanos en Honduras, promovida por la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo, y que realizó su misión sobre el territorio entre el 30 de julio y el 6 de agosto, entrevistándose con diferentes movimientos sociales y recibiendo informes de diversa procedencia sobre la espiral de represión que se originó (incrementándose hasta hacerse sistemática) desde el comienzo del golpe y la expulsión del presidente constitucional hondureño. Otras fuentes dan cuenta también de la aplicación de los viejos métodos del golpismo reaccionario, que se creía felizmente desterrado de la realidad latinoamericana: intimidación y hostigamiento a opositores, detenciones arbitrarias sin cargos ni juicio, censura de las voces críticas y persecución de la libertad de expresión, brutalidad y torturas a cargo de fuerzas militares y de seguridad, e incluso algunos casos de asesinatos y denuncias de desapariciones, al más puro estilo pinochetista o videliano. En definitiva, una crisis de derechos humanos de primer orden, y, lo que es preocupante, la reaparición del sistema dictatorial –con mayor o menor descaro- en la zona, rompiendo la positiva trayectoria que, en los últimos 20 años, había devuelto a América Latina a la estabilidad democrática (con la penosa excepción cubana) y, de la mano, al progreso económico e incluso a la incipiente lucha para superar las enormes desigualdades sociales que aún subsisten.
Es lamentable, por otra parte, que desde algunos ámbitos –y no pocos medios de comunicación- se haya tratado de explicar y casi justificar la usurpación del poder acontecida en Honduras, situando como contendientes, pero en el mismo plano de legitimidad, a gobernantes elegidos democráticamente, como los presidentes de Bolivia, Ecuador y, sobre todo, Venezuela, frente al golpismo representado por el presidente hondureño de facto, Roberto Micheletti. Puedo estar de acuerdo con algunas críticas hacia la deriva populista de lo que se ha venido en llamar el movimiento bolivariano, sobre todo en el caso de su líder regional, el presidente venezolano Hugo Chávez, cuyas veleidades autoritarias son conocidas. Pero, en estas circunstancias, como ya sucedió con el intento de abril de 2002 en Venezuela o con las maniobras desestabilizadoras en Bolivia, hemos vuelto a comprobar cuál es la única alternativa que los poderes fácticos articulan en su contra: la quiebra constitucional y el golpismo.
El capítulo histórico que se vive estos días en Honduras sólo puede, necesariamente, tener un final si se pretende afianzar el proceso democrático latinoamericano. En este caso, la presión de la comunidad internacional debe ser lo suficientemente eficaz, y lo suficientemente comprometida –siguiendo honrosas actitudes como la demostrada en este conflicto por el presidente brasileño- de modo que los esfuerzos de mediación vengan acompañados de la firmeza precisa que permita, sí o sí, el restablecimiento del proceso constitucional en Honduras.

Publicado en Oviedo Diario, 26 de septiembre de 2009.